Criar y Educar a Niños y Jóvenes Resilientes
Criar y Educar a Niños y Jóvenes Resilientes
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Criar y formar a los hijos y
formar y educar a los alumnos exige la concurrencia y sincronía de voluntades,
compromisos y esfuerzos en la familia y en la escuela. A la vez, porque son
humanos, sometidos a variedad de situaciones de estrés y a golpes que da la
vida, se precisa que en el hogar los padres sean resilientes y también los
maestros en la escuela.
Una esponja es humedecida y
retorcida e inmediatamente regresa a su forma original; el resorte y la cinta elástica
se estiran y regresan a su forma original; eso es resiliencia. Las bolas en los
deportes se deforman por unos microsegundos, aunque no se note, con los
batazos, patadas o raquetazos que reciben; eso es resiliencia. Desde el mundo
físico, resiliencia tiene que ver con elasticidad. «Resiliencia procede del
verbo en latín resilio, cuyo significado es ‘saltar hacia atrás, rebotar’.
El término se utiliza en física para describir la capacidad de materiales para
resistir un impacto sin llegar a romperse».
(https://tinyurl.com/bdec2x2f). La persona resiliente reconoce que el cambio es
una realidad de la vida y que el mismo puede estar bajo control personal con
decisiones inteligentes y el apoyo de su propia red social.
Quisiéramos, pero no vivimos el
mejor de los mundos. Cada persona puede rememorar la cantidad de sucesivos
golpes recibidos y cómo ha podido rebotar de la mayor parte de ellos para
seguir viviendo y construyendo la posibilidad de una vida mejor. Como modo de
reconfortarse, de pérdidas dolorosas y de variedad de traumas, es común
recurrir al adagio que dice: «Con las sucesivas caídas se crea y se gana la
experiencia para ser un buen jinete», complementado con: «A caballo
joven, jinete experimentado».
Si otro refrán dice que: «Caballo
que vuela, no requiere espuela», es para recordar que los niños y los adolescentes
requieren escuela. Escuela donde abunden las experiencias positivas y fomentadores
de la inteligencia y del cultivo de los afectos. Escuela donde se gane
experiencia para la vida sin las caídas sucesivas del jinete que aprende con continuados
y dolorosos golpes, escuela con experiencias enriquecedoras, lejos de la
censura y del castigo porque, un elevado principio de la pedagogía señala con
claridad que crecer, aprender y llegar a ser es un potencial inmanente que
tienen los niños y adolescentes; ellos no son caballos, ni corren en hipódromos,
y para el desarrollo pleno de su potencial humano no necesitan espuela, sino
escuela.
El temple, la perseverancia y la
resiliencia son tres metas esenciales para formar a los niños y jóvenes para
una vida plena, llena de momentos felices. Ellas tres apuntalan la sabiduría
humana;
la sabiduría de la fuerza interior para superar dificultades y el aislamiento
como signo ominoso que condena a muchos a que no puedan entender realidades
particulares que viven y los llevan a la aceptación pasiva de los daños, males
o traumas que sufren y se conformen, en una indeseable confusión, con una
realidad que ellos no han construido para sí mismos.
Se ha dicho que la ignorancia es
la madre de todas la pobrezas. Por razón de inauditos privilegios, existen las
personas y grupos sociales que prefieren mantener a muchos lejos del grandioso
poder que adquieren las mentes desarrolladas y los espíritus solidarios y
resilientes, bien formados y bien educados. No sobra
reiterar que el acceso libre, sin ataduras, al conocimiento tiene un fuerte impacto
en la habilidad para comprender a los fenómenos naturales y a los sentimientos
que crean diversas y duras experiencias en el diario acontecer. Por ello, la insistencia permanente en recalcar que los procesos
formativos en el hogar y en la escuela son instrumentos poderosísimos para que
niños y adolescentes desarrollen la habilidad para comprender al mundo
interior, a sus sentimientos perturbadores o dolorosos, que le generan hechos y
acontecimientos externos.
A contrario sensus de los principios de rectitud moral, se han
entronizado ideas recorridas de perturbadora ideología que acogen la
desigualdad como un mandato natural, por superioridad genética, o social. Pero, más abrumador es el hecho cierto de que
la libertad, el bien colectivo e individual se asientan sobre la igualdad en la
sabiduría, en el gozo de las iluminadoras letras, porque la sabiduría con las letras entra.
Algunos sinónimos de resiliencia resaltan la
formación, con frecuencia olvidada, referida a la habilidad para mantener el
equilibrio emocional, la flexibilidad cognitiva y afectiva y la perseverancia frente
a dificultades cotidianas o emergentes, o para alcanzar importantes metas realísticas
personales. Así, el carácter resiliente se muestra mediante fortaleza interior,
resistencia, recuperación, actitud optimista y esperanzadora; reconocimiento de
contextos y de sus propios recursos yoicos, así como de las sólidas relaciones
sociales y familiares para salir adelante, para tener éxito. Quien es
resiliente mantiene y resalta una actitud positiva frente a la naturaleza
humana y la posibilidad de construir colectivamente un futuro. Quien es
resiliente social, defiende la igualdad como derecho humano inalienable y se
opone a toda forma de discriminación y de exclusión.
Contrario a la idea de la
resiliencia como indispensable atributo que todos los humanos tienen, perdura el
lavado mental que lleva a profesar que para los pobres y excluidos no hay
camino a la resiliencia y que, por tanto, deben resignarse a su suerte, por lo que la
educación de calidad para ellos es una ilusión. Es una enraizada creencia que
ha llevado al abandono por los gobiernos a la educación de los sectores
populares.
Esta creencia ya estaba escrita
en el Manual de Urbanidad, de Manuel Carreño, publicado en 1853, en
donde se señala como norma, que resalté en escrito anterior (https://tinyurl.com/5dpu2vvv) a la que debían acogerse todos para
la civilidad: «Cada
persona debe tomar el sitio que le corresponde en la sociedad. La riqueza es un
bien divino y la pobreza es un designio santificado por Dios, el premio de sus
sufrimientos se encuentra en el Cielo» y, continuó prescribiendo que las
comodidades que puede alcanzar el pobre y el paliativo a los sufrimientos
dependerán de las empresas que crean y
fomentan los ricos. «Y cuando el peso de
la miseria llegue a oprimirle, lejos de contemplar los ajenos goces con el ojo
de la torpe envidia, se someterá con religiosa resignación a la voluntad
divina, y muchas veces de la generosidad con que éste se desprende de una parte
de sus rentas para socorrer sus necesidades». O sea, en lugar de resiliencia, resignación a la indigna suerte que les
atribuyó el Creador.
En mitad de males y sufrimientos,
la resiliencia no es para los más pobres, según la aún vigente creencia
expresada por el señor Carreño, porque, en compensación a sus sufrimientos,
serán bien recompensados no en esta vida, sino en la otra. (https://goo.gl/33YScs). Pero, contrario a esa creencia, cabe en todos los humanos la resiliencia definida por la Asociación
Americana de Psicología como: «El proceso y el resultado de
adaptarse exitosamente a experiencias de vida difíciles o desafiantes,
especialmente a través de la flexibilidad mental, emocional y conductual y el
ajuste a las demandas externas e internas». (https://tinyurl.com/4f9enurt). Esta Asociación, que a la vez que resalta que: «La perseverancia
hacia los objetivos de la vida puede defenderse de la depresión, la ansiedad y
los trastornos de pánico», define cuatro clases de resiliencias, a saber 1.
Resiliencia Psicológica o fortaleza mental para resistir y adaptarse
frente a estresantes hechos o realidades. 2. Resiliencia Emocional, que permite entender
y manejar sentimientos y emociones para no sumirse en la confusión y pena que
ellas causan. 3. Resiliencia Natural, que es parte del andamiaje físico
y biológico con el que nacemos y que permite enfrentar situaciones difíciles,
estresantes o amenazante. 4. Resiliencia Adaptativa, referida al
enraizamiento de actitudes y comportamientos para aprender y adaptarse a cambios
de manera creativa y productiva; o sea, es el aprendizaje para la
superación. (https://tinyurl.com/uycuzbw6, https://tinyurl.com/ytw5y75p).
Padres de
familia y maestros tienen que reconocer que los niños y los adolescentes viven
la misma problemática que experimentan los adultos, pero con el inconveniente
de sus habilidades mentales apenas están en proceso de consolidación,
careciendo de defensas y de recursos para evitar daños emocionales y
seguramente traumas.
La
resiliencia puede a aprenderse, por lo que niños y adolescente deben ser
apoyados para desarrollar las defensas mentales y el crecimiento de su
autoestima positiva, de modo que empiecen a entender que las dificultades
tienen soluciones en asocio con su red de personas importantes.
Así como las pelotas son
resilientes, todo niño y adolescente, por el mero
hecho de vivir en un mundo lleno de inmensas complejidades y crecientes amenazas,
puede y debe ser resiliente para alcanzar logros significativos mediante el
esfuerzo personal. Las experiencias de triunfo y derrota en los juegos pueden
representar espacios significativos para enseñarles a ser resilientes. (https://tinyurl.com/54n422vu).
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