La Viralidad ha Reemplazado a la Verdad
La
Viralidad ha Reemplazado a la Verdad
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Una especie muy infecciosa
y dañina de «virus mental» se está
apoderando de las redes sociales e infectando a muchos indefensos, incautos y desprevenidos.
Este virus afecta la salud psicológica, la sana convivencia social y perturba los
beneficios importantes que puede tener el uso adecuado de las redes sociales.
Dentro de estas existen dispensadores a granel de esa nueva clase de virus.
Muchos de esos repartidores del «virus mental» son, para que todos
podamos recordar, mensajes construidos y circulados, no por personas, sino por robots
(«bots») informáticos.
Con creciente intensidad se ha crecido el
empleo de la «viralidad» entre los
cibernavegantes, para referirse a información que se desea ser compartida o que
debe ser accedida por muchos. Con fuerte influencia de la red Twitter (ahora X),
tal «viralidad» se ha vuelto una práctica con muchos adeptos,
convertidos en predicadores de la falsedad, de la distorsión deliberada, del
engaño y hasta de la nimiedad incontrolada.
La humanidad hace esfuerzos científicos para
combatir o acabar con los virus, lo cual ocurre con intención parecida en el
campo de la informática. Pero, están los predicadores activos que con la
invitación para «hacer viral» cierta información, facilitan la
propagación de cualquier asunto que se les antoje, con frecuencia sin
consideración de la intención de quienes han originado la comunicación, ni de
los efectos perturbadores o dañinos que puedan tener en los demás, potenciales
víctimas, abusadas en su inocencia. Es una nueva variedad de virus informático,
tan o más peligroso que los virus originales, en la medida en que atentan,
entre otros asuntos, contra los criterios de la verdad sabida y comprobada.
Se debe reconocer que los
mensajes que instigan a la viralidad con reconocidas frases como: «Esto es
importante, hágalo viral», «Volvámoslo viral»,
o la muy frecuente invitación a leer algo y a diseminarlo como virus con la
supuesta validación de certeza porque ha sido visto miles de veces, o porque
supuestamente ha tenido o ha tenido millones de reproducciones
y otros tantos de «likes» («Me gusta»), conteo del que nadie
puede dar fe. Parte de la trampa de quienes desean viralizar una información es
que tales conteos son, con extrema frecuencia, falsos, creados por quienes
tienen interés en convertir en un «virus mental», una determinada pieza
de información. «Volvámoslo viral», para muchos, se ha convertido en un
mandato y en una reacción refleja y automática que debe cumplirse.
Se cae en la trampa cuando,
a partir del supuesto número reproducciones o de millones «likes», se
actúa frente a lo que es preciso creer, saber, decidir o hacer, de manera
automática, sin el proceso consciente y mesurado de la búsqueda sustentada de
evidencias para valorar hechos y circunstancias. Una trampa que llega a representar,
para muchos, el camino más fácil para comprender el mundo, apoyados en las
distorsiones que introducen aquellos que, con los «bots», invitan, con
sus malévolas intenciones, a la virilidad digital. Así, muchos son ahora secuestrados
en sus percepciones y sentimientos, expresando con frecuencia furia tóxica que
no les es propia, sino que, con los virus que atrapan a los ingenuos, infectan
mentes, voluntades y la percepción fidedigna de la realidad. En muchos casos, con el «virus mental» (o «virus
atrapa inocentes») se pretende que otros compartan la toxicidad o amplíen, ad infinitum, la exacerbación de
pensamientos o sentimientos.
Existen las «Granjas de likes»,
poderosas empresas generando pingües ganancias, en las que por unos cuantos
dólares o euros se pueden comprar los «likes», de clics, reproducciones
o número de seguidores que se deseen. Con muy poca inversión, se engaña a
millones en el mundo. Invito al lector a que vean en el siguiente enlace
ejemplos de esas «granjas» con 10.000 o más celulares activos generando los
engaños: https://tinyurl.com/5y2wtet5.
Se ha creado un nuevo modo
de conocer. No es la ciencia, ni los diversos métodos validados en variadas
disciplinas; no es la autoridad basada en años de experiencia y en estudios
concienzudos, ni las palabras sabias e ilustradas de los sabios, ni de los
maestros con sus cultivados conocimientos, sino que, en el esfuerzo por engañar
y distorsionar la realidad, se busca crear y criar adeptos, afiliar
pensamientos y sentimientos contra personas, instituciones o contra verdades fundadas.
Con alta frecuencia, hechos objetivos probados se distorsionan de manera
deliberada.
Se está infectando la voluntad
de saber bien, del saber fidedigno, oscureciendo la muy necesaria autonomía
cognitiva y revocando el pensamiento crítico, sistemático y divergente. Se
velan entendimientos y se navega en las corrientes de designios que otros están
definiendo para los demás. Como pavesas
al viento, muchos incautos, crédulos de buena fe, pero sin fundamentos, se
dejan arrastrar por el virus creado por otros y que, como mensajes, a tantos y
tantos incautos, se arropa y viene empacado y circulado por los rieles de la
viralidad. Con los descuidos frente a la estrategia del «virus mental», se ha aceptado que, como a los
caballos, se usen anteojeras para que todos sólo puedan mirar en una dirección,
la que marca el promotor del engaño.
Así, no se da un
aprendizaje activo bajo el control, como debe ser, de cada persona, sino que se
renuncia al poder de la inteligencia y al ordenamiento de los distintos
procesos cognitivos de alto nivel que tenemos los humanos para que, por un
camino fácil, ser secuestrados y encadenados en el proceso de comprender el
mundo en sus diversas manifestaciones y en el control personal de nuestros
procesos de aprendizaje. Ausencia de control que lleva a la comprensión
distorsionada del mundo, con personas presas de un conjunto de sentimientos que
no son los propios, abducidos e infectados por aquellos que han invitado a la
viralidad. Las redes sociales son usadas por 3000 millones de personas en el
mundo, lo cual significa que el «virus mental», que atrapa a inocentes y descuidados, es diseminado
con la altísima velocidad de las redes informáticas; por lo que, con el mismo,
se puede infectar, en sólo unos cuantos segundos, cual pandemia global, a un
tercio de la humanidad.
Muchos aceptan el papel de
retransmisor del «virus mental»; reenviando sin verificar «fake news»
y «deepfakes», algunos bajo la presunción de verdad, cuando en realidad esconden
alguna trampa de autor desconocido u oculto. Pueden, a veces, ser
comunicaciones caricaturescas, de muy mal gusto; y el mal gusto se convierte
también viral y en una forma de mal educar en la comprensión del mundo y en la
expresión libre y sana de sentimientos. La urbanidad, el civismo, las buenas
maneras, el respeto al otro, la aceptación de las diferencias, dan paso a la
difamación, la calumnia, la maledicencia, la denigración incontrolada, y
cabrían muchos más sustantivos de este jaez.
A este obtuso mundo quedan
sometidos niños y jóvenes en las escuelas, como inmersos en el extraño mundo
del subuso, donde la verdad revelada, en medio de confusión angustiante, la
definen los falsos «likes» y los falsos seguidores.
Es
preciso recordar que el más del 70% del tráfico en Internet los realizan «bots», no los humanos, aunque actúan y nos
convencen como si fuesen tales. Del
mismo modo, la mayor parte de las interacciones que se tienen en las redes
sociales son con «bots», pero se tiene la convicción de que se
interactúa con otros humanos. De igual
forma, el número de «likes», de reproducciones, de visitas, de
seguidores y de reacciones, son casi siempre falsos, se compran en la Web, como
se señaló arriba, un ejemplo está en https://kenji.ai/.
La recomendación es para no intentar hacer algo
viral si no se ha comprobado la veracidad de lo anunciado o escrito. Recuerde
que en su inmensa mayoría lo que se desea hacer viral ha sido escrito por un
robot, que invita a que su respuesta, como si fuese otro robot, sea automática.
Otra regla es desconfiar siempre de mensajes
que se anuncian con miles o millones de accesos, de «likes», de número de seguidores y similares. La cuantía de ellos no es un criterio
de veracidad y son, en su inmensa mayoría, falsos, inflados por «bots»
para engañar a millones incautos. Hay que recordar también que en este mismo
minuto hay «granjas de likes» y de información falsa construyendo los
engaños que a continuación circularán por las redes sociales (https://tinyurl.com/4kf662vh).
Comentarios
Publicar un comentario