Playas Verdes y Azules: Preservadas y con Sabor a Cumbia
Playas Verdes y Azules: Preservadas y
con Sabor a Cumbia
Enrique E. Batista
J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Playas blancas de arenas
calientes pintadas con muchos y los más diversos colores, como si surgieran de
la paleta de mágicos acuarelistas. Playas cálidas como las de la zona tropical
que, bañadas por agrestes corrientes oceánicas, son mensajeras de la nutricia
energía que regeneran, en ciclos eternos, a la muy abundante flora y fauna, la
cuales reflejan la abundante vitalidad donada por su generoso huésped, el
siempre imponente y colosal mar. Frías son algunas de las playas, como las
polares y las de las profundidades oceánicas, esas que albergan al plantón,
asombroso y sorprendente milagro de vida, fuente nutricia de todas las cadenas
alimenticias. Se visten las playas, según las horas del día, de los más
diversos tonos que exhiben con algo de caprichoso coqueto, mientras que en las
noches los hermosos microcristales y minúsculas gemas, que con mucho celo
guardan, titilan y resplandecen respondiendo a los luceros que las hacen
brillar como si fuesen un sinfín de bandadas de cocuyos alborozados, emisores
de su extraña bioluminiscencia augurando por doquier y a todos, fortuna y
prosperidad.
Las insustituibles e
imprescindibles playas son tan heterogéneas como los ecosistemas que las
circundan, modeladas por su mar y vestidas por los cauces de agua dulce que les
traen valiosos regalos, lo que les permiten tener una identidad única; por eso
no es dable y nada factible que existan dos playas iguales; así, en cada una de
ellas recae y admite un único nombre propio. Algunas playas acompañan altos
acantilados, otras son protegidas por muros de inderrotables rocas que detienen
la cólera del mar con sus altas, rugientes y enfurecidas olas con muy alto
poder destructivo; otras olas son amansadas por arrecifes coralinos, por lo que
llegan con sumisa y acariciante suavidad a besar las playas y dejar en ellas
miles de historias y cientos de sus recuerdos y odiseas mientras que, nacidas
mucho más allá del siempre esquivo horizonte, cruzaron los más remotos mares.
El capricho de Selene, la misma
luna, como diosa de las noches, crea mareas altas que cubren parte de las
playas, y también mareas bajas, en un entretenido y productivo juego sin fin,
que al bajar el nivel de las aguas dejan en la húmeda y refrescada playa
valiosos nutrientes para una variedad amplia de animales; ahí existe un
microcosmo donde viven alegre los cangrejos ermitaños, en compañía de las
almejas y chipi chipis. En esas playas, enriquecidas con el juego del sube y
baja diario de las mareas, también abundan los chorlitos migrantes y otras aves
zancudas. Una gran variedad de tortugas agradecidas visita por años las mismas
playas donde nacieron para depositar sus huevos y asegurar nuevas generaciones.
Las playas son verdes por la
vegetación que a sus alrededores prohíja. Verde, porque animan a todos a que
las cuiden a ellas, y a toda la naturaleza. Verde, porque muestran, con
decrecientes y entristecidos signos vitales, el grado de deterioro ambiental en
los ecosistemas de sus alrededores y, por preciso reflejo, también en aquellos
muy distantes tierras adentro.
Playas tropicales acompañadas de
palmeras cocoteras, verdolagas, hicacos y uvitas de playas, y por vegetación
nival en las gélidas latitudes altas. La arena se acumula en montículos y lomas
altas para formar bellas dunas que se trasladan, con acompasado ritmo de un
lugar a otro, según la impredecible coquetería del siempre incierto Eolo, dios
de los vientos, a veces irascible, otras veces apacible y refrescante.
Esas son las playas adornadas por
el verdor de la naturaleza, un precioso don que nos da el mar. Forman parte de
los recursos y belleza que la divinidad nos ha concedido, con abierta e
inconfundible proclamación, para nuestro goce espiritual. Son ellas
insustituible espacio de recreación y de recogimiento para todos. Una porción apreciable
de la población mundial depende de ellas, limpias, verdes y sanas, para su
subsistencia y progreso. (https://rb.gy/asjtj6
). Pero el goce de las playas está a punto de perderse y de acabar con los
espacios de recreación, contemplación y relajamiento físico y espiritual. Se
alejarán los turistas, y se acabará la vida acuática de la que dependen muchos
seres humanos para su subsistencia. Es preciso advertir y reiterar que el mar,
con sus playas, fauna y flora, son sujetos de derechos. Los desperdicios que,
sin humana consideración, son arrojados al mar lo atropellan y han puesto en
riesgo la vida en las playas y en los inmensos siete mares de nuestro planeta.
Se ha estimado que cerca de 6 y medio millones de toneladas de basura son
arrojados al mar cada año, la mitad de las cuales son plásticos. Se acerca el
momento en donde ya no queramos ir a las playas y, tal vez, en un futuro
cercano, sólo podamos contemplarlas en videos de viejas grabaciones que
mostrarán, con apesadumbrada nostalgia, su otrora belleza y limpieza. A su
destrucción contribuyen los desechos de aguas servidas por cloacas y
alcantarillados, la minería marítima, los derrames petroleros, productos
tóxicos de la agricultura, diversas formas del transporte marítimo, entre
muchísimas más fuentes de dañino atropello a tan vital recurso humano.
Un ejemplo, aparentemente
minúsculo, pero muy perjudicial en sus efectos, es el de las colillas de
cigarrillos, consideradas como un contaminante peligroso y grave, porque
liberan toxinas, envenenan las aguas y afectan de manera grave la vida en los
mares y sus playas. Está probado que una sola colilla libera en 24 horas
suficientes toxinas para matar (en realidad, asesinar) a la mitad de los peces
que entren en contacto con ella , con un efecto igual de devastador en las
tortugas que se las traguen, sin posibilidad alguna de ser digeridas, al
confundirla con alimento. Otro contaminante, amenazador de la limpieza de los
mares y de sus playas y uno de los más abundantes, son los pitillos (pajillas,
popotes o sorbetes) de plástico, los que pueden, al ser tomados como alimento,
ser ingeridos por peces, aves y tortugas causándoles dolorosa muerte.
Conviene que cada humano sea
consciente de que toda forma de plástico demora en descomponerse más de 1000
años; que además de obstruir la oxigenación del agua, dañan el proceso natural
de degradación de la materia orgánica, convirtiéndola en fuente adicional de
polución e infecciones graves o mortales. Igual cuidado se precisa tener con
pañales desechables, toallas sanitarias, seda dental, medicinas, aceites
vegetales y de motor que, aunque se desechen en poblaciones muy lejanas del
mar, siempre llegarán a éste por conducto de los ríos, mientras que en el
camino afectarán las aguas para el consumo humano, de animales y riego de
cultivos. Este se puede enfermar en una playa sucia y contaminada. (https://bit.ly/3Ks0Vfbl , https://rb.gy/cgkocm)
Pero, la depredación de la
naturaleza por los humanos, tienen en crisis a todo el planeta, y con él al mar
y a sus playas. Por esa razón, y para asegurar, con criterio verde, playas
limpias y seguras, fueron creadas las distinciones de «Playas Azules» («Blue
Flags»), que se otorga cuando son satisfechos exigentes criterios, no sólo
en playas, sino en marinas y barcos de turismo. La organización que las rige y
certifica, tras 35 años, tiene certificada 5042 playas en 48 países (España con
621, Turquía 531, México 70, República Dominicana 22, Colombia 4).
Certificación que se expide a
cada una de ellas para cierta época del año llamada "Temporada Azul".
(https://www.blueflag.global/ , https://rb.gy/8omlm1 ). Tras cumplimiento de
altos estándares de excelencia que se agrupan en cuatro: 1. Educación e
información ambiental. 2. Calidad del agua. 3. Manejo ambiental, y 4. Seguridad
y servicios. Los cuales se refieren, entre otros, a:
Obligatoriedad de promover entre
los bañistas y paseantes la educación en actividades ambientales, sobre calidad
del agua (la cual es medida con frecuencia), preservación de los ecosistemas
locales, acompañado de un código de conducta. Además, se requiere ausencia de
descargas de alcantarillados o de industrias, control de microrganismos en el
agua como el e - coli, tener un comité de gerencia ambiental. La playa debe
mantenerse limpia, tener recipientes adecuados y suficientes de basuras,
espacios para la separación de residuos reciclables, suficiente número de
sanitarios limpios y aseados, no existirá circulación de vehículos, control
estricto al acceso de perros y otros animales domésticos, monitoreo de corales
en los alrededores, promoción de transporte sustentable en el área alrededor de
la playa, seguridad con salvavidas en número suficiente, disponibilidad de
equipos de primeros auxilios, estrategias para prevenir conflictos y
accidentes, medidas de seguridad para proteger a los bañistas, agua potable en
la playa, y facilidad de acceso para personas con limitaciones físicas.
Se precisa formación escolar y
ciudadana para tener playas verdes y azules; en las instituciones educativas es
importante la formulación de proyectos formativos ambientales para tener playas
limpias y sanas para las personas, flora y fauna. Conviene que todos
participemos en las jornadas de limpieza de las playas para crear un ambiente
sano y contribuir a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, asegurar un
planeta más seguro para la actual y siguientes generaciones. No fume, si lo
hace, no bote la colilla en la playa o dentro del mar, no lleve plástico a la
playa, ni cualquier material tóxico, use los contenedores de basura, usted tendrá
agua limpia en el mar, protegerá la salud de los mares, tendrá alimento de
origen marino saludable, apoyará la economía y el empleo local al tener estos
más visitantes locales y turistas visitando las playas. Así, tendremos, entre
otras, una playa blanca de arenas calientes, visitar amigos que cumplen un año
más de vida, mientras más allá, en los
manglares y en artesanales trapiches, al lado de los cañaduzales, se sienta el
olor a aguardiente. Y a las playas, el año que viene vuelvo, si Dios me tiene
con vida.
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