Una Nueva Educación para Formar Ciudadanos en el Bien Común Universal
Una Nueva Educación para Formar
Ciudadanos en el Bien Común Universal
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
«Nunca ha sido más
perentoria la tarea de volver a analizar el objetivo de la educación y la
organización del aprendizaje». - UNESCO
Desde
finales del siglo pasado se ha insistido en la necesidad de crear modelos educativos alternativos, más sólidos
y acertados para las nuevas condiciones sociales, económicas, culturales,
laborales y políticas. Es un clamor que se intensificado en este siglo XXI,
resaltado hoy por los profundos efectos que en la vida de cada uno en el planeta ha tenido la crisis
sanitaria mundial del coronavirus y por las trasformaciones que en la vida cotidiana y
laboral han producido los cada vez más intrusivos
avances en ciencias y tecnologías.
Bien
conocidos han sido los informes que bajo la dirección de la UNESCO se han formulado para impulsar el
surgimiento de nuevos enfoques educativos. El más reciente es de 2021 sobre un
nuevo contrato social para la educación, el cual fue antecedido por los
informes de Delors, Faure y Morin. A
ellos se agregan dos importantes marcos de acción para alcanzar esa meta transformadora
conocidos como la Declaración de Jontien en 1990 (“Declaración Mundial sobre Educación para
Todos y Marco de Acción para Satisfacer las Necesidades Básicas de Aprendizaje”)
y la Declaración de Incheon en 2015 («Educación
2030: Hacia una educación inclusiva y equitativa de calidad y un aprendizaje a
lo largo de la vida para todos». (Se pueden leer completas estas dos
Declaraciones aquí: https://rb.gy/phgi0q y https://rb.gy/bixfml).
También,
promovido por la UNESCO, se presentó en 2015
el informe «Replantear la educación: ¿Hacia un bien
común universal?», elaborado por un grupo mundial de expertos desde el
cual se lanzaron formulaciones para repensar la educación acorde con las trasformaciones
que se dan en el mundo y para fomentar el debate político sobre los fines de la
educación y la organización de los aprendizajes, con una visión humanística de
la educación y del desarrollo. Así, se expresó que la educación y el
conocimiento son bienes comunes mundiales concebidos como un propósito
colectivo en un mundo de complejidad cada vez más creciente. (El lector puede leer el Informe
completo aquí: https://rb.gy/ao6yor). Resalto a continuación aspectos
claves de este Informe dada su
alta pertinencia hoy.
El acceso a la educación como un
bien universal posee la característica de que quien se beneficia de ella no interfiere, y no debe interferir, con el
acceso a la misma por otras personas. Por el contrario, el resultado es un
beneficio mutuo y colectivo. Es decir, ella es un bien común disponible por
derecho a todos, razón por la cual tiene que ser concebida y vivida como un
bien universal, para todos en todos los lugares y en todas las culturas. Si
bien el concepto del «bien común» tiene su origen en el campo de la
economía de mercado, su extensión a la educación, considerada como un derecho
fundamental, ha llevado a poner énfasis en
ella como bien público de trascendente
vigencia y relevancia en el mundo y sociedades actuales, donde sobrevive una gran cantidad de personas con la ominosa carga de ser
poseedores de pobreza de
aprendizaje y de otras crueles pobrezas.
La educación como bien común
universal es inherente a la especie
humana. Con ella se facilita la formación para el aprovechamiento sustentable de
los recursos naturales y el mejoramiento de la calidad de vida de todos, libre
de egoísmo y de individualismo perturbadores de la sana convivencia y de la paz.
La presencia de las pobrezas fuerzan a enfatizar la necesidad de una asociación
colectiva solidaria, de todos y entre todos, para que la educación y sus logros
sean para el bien comunitario, el bien universal y no sólo para que unos pocos
individuos, comunidades o países, logren progresar y alcancen ciertos niveles
de bienestar individual con desprecio y
exclusión de la inmensa mayoría. (https://rb.gy/g7p5ap).
En el Informe
«Replantear la educación: ¿Hacia un bien común universal?», el constructo de «bien común universal» se concibe
como «constituido por bienes que los seres humanos comparten intrínsecamente
en común y que se comunican entre sí, como los valores, las virtudes cívicas y
el sentido de la justicia… una asociación solidaria de personas, que es más que
el bien de los individuos que la componen». Para ello, es necesario
introducir en la educación una noción mundial más poderosa que el desarrollo
económico, como lo es el desarrollo intelectual, afectivo y moral a escala
terrestre. Para alcanzar este bien común
universal se precisa que los Estados garanticen el derecho fundamental a la
educación cumpliendo con tres obligaciones: 1.
Respetar, proteger y cumplir. 2. Facilitar su ofrecimiento y provisión
oportuna y constante y 3. Fomentar la
ciudadanía responsable y la solidaridad en el mundo globalizado. Todo esto implica
poner el foco de la atención en la consideración de que del bien común
universal implica la formación de ciudadanos con un claro sentido de destino común con los
entornos social, cultural y político, natural, local y nacional.
La formación en el bien
común universal se enriquece con las varias concepciones del mundo, del
conocimiento y de la sociedad, tal como se expresan y se deben expresar
libremente en las diversas culturas, con consideración inexcusable y permanente
sobre los derechos
fundamentales. En todo caso, la educación transformada no será sólo sobre adquisición
y validación de conocimientos, sino también
sobre cómo se controla el acceso a ellos,
sin restricciones y en consideraciones de igualdad. Propósito que deberá estar
acompañado de cambios en la concepción
de políticas y prácticas nacionales e
internacionales de la educación.
Se resalta en el Informe «Replantear la educación: ¿Hacia
un bien común universal? que: «De hecho, ese discurso actual expresado
en términos de aprendizaje se centra básicamente en los resultados de los
procesos educativos y tiende a olvidar el proceso de aprendizaje… se centra en
logros que pueden medirse con mayor
facilidad. Además, se piensa que el aprendizaje es un proceso individual de
adquisición de habilidades y se presta escasa atención a las cuestiones
relativas a la finalidad de la educación y la organización de las oportunidades
de aprendizaje como tarea social colectiva. Ese discurso socava en potencia el
principio de la educación como bien común».
Para
destacar la urgente necesidad de
replantear los modelos educativos vigentes, conviene traer a colación algunas
consideraciones del conocido
profesor y filósofo Edgar Morin sobre
los principios en los que debe fundamentarse una educación del siglo XXI. Este
pensador, en otro informe de la UNESCO en
1999 («Los siete saberes necesarios para la educación del futuro»; https://rb.gy/lpxsbg) planteó los siguientes
siete esenciales logros formativos: 1. Una educación que cure la ceguera del
conocimiento. 2. Una educación que garantice el conocimiento pertinente. 3. Enseñar
la condición humana. 4. Enseñar la
identidad terrenal. 5. Enfrentar las
incertidumbres. 6. Enseñar la comprensión.
7. La ética del género humano.
Ha
destacado Morin que la escuela y la universidad en sus maneras de educar no son
relacionales; la academia niega lo relacional y trabaja sobre la fragmentación y no sobre la integración y el conjunto. Los límites de las ciencias no son los límites
que debemos considerar los humanos al conocer. Así, la escuela en su inconexión
con el mundo no establece relaciones, «domestica
para la ciencia sin saber por qué y sin explicación alguna. Estudiantes y maestros
no tienen ni encuentran puntos de acuerdo ni en común, y menos en la ciencia».
Esa separación plantea en la educación una desintegración no sólo entre las
diversas disciplinas, sino con el
hombre, con la especie y con el planeta,
separación que «aleja los saberes entre ellos mismos ataca el plano ético de
la vida y entra en el plano especulativo del ser», en lugar de facilitar
concebir a los humanos insertos en comunidades culturales, religiosas, sociales,
míticas, políticas y cósmicas. (https://rb.gy/wvebmx).
Nos compete a todos impulsar la
creación de modelo educativos alternativos, pertinentes, centrados en el bien común
universal, en la dignidad de cada ser humano, imbuidos todos de plenos derechos
y deberes para una vida próspera en el conjunto social, recorrida de
solidaridad y paz también universales.
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