Enero 24 Día Internacional de la Educación: Equitativa, Incluyente y con Calidad para Todos
Enero 24 Día Internacional de la
Educación: Equitativa, Incluyente y con Calidad
para Todos
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
La Asamblea General de las Naciones
Unidas definió, en 2018, al 24 de enero de cada año como «El Día
Internacional de la Educación» con la intención de hacer evidentes las
políticas y compromisos universales para impulsar acciones transformadoras de
la educación, de su calidad y para que ella
sea inclusiva y equitativa para todos; consideraciones que se acompañan de la
muy necesaria formación para la participación del ciudadano en la vida
democrática de las naciones; ciudadanos
amantes de la vida, la convivencia pacífica y la paz, como supremos
bienes que convienen a todos.
Es «El Día Internacional de la Educación»
porque ella forma parte de los propósitos globales de mejoramiento de la
calidad de vida de todos, en todas las naciones. Es universal, porque se
refiere no sólo a la educación formal, sino también a la no
formal, la técnica - laboral y la de
adultos en todas sus formas. Es universal, porque no es una transformación de
la educación sólo para la formación por grados y niveles escolares que se
reconocen hoy, sino que es una educación a lo largo de toda la
vida y para una vida feliz. Es universal, porque en su desarrollo, fomento y
transformación sustancial para la consecución de sus altas metas sociales es
una responsabilidad de todos: de
gobiernos, legisladores, organizaciones de la sociedad civil, las iglesias, la ciudadanía
toda, de los maestros, directivos escolares y padres de familia.
Por todo ello, se reitera que la educación, aparte de ser un derecho humano
fundamental y un bien público es, de manera ineludible, un
asunto de responsabilidad pública. El
foco de las acciones colectivas convocan en estos momentos críticos en el mundo
a abandonar modelos y prácticas sembradas y recorridas por la herrumbre de los
tiempos. Esa que de modo pasivo se implementa con increíble resistencia al cambio desde siglos atrás, arrastrando a
los procesos educativos al bien conocido
estado de postración, con su incapacidad
para formar a los ciudadanos y al
talento humano que requiere la sociedad para su progreso. Bien se ha reconocido
que la educación actual, es excluyente y discriminatoria a la vez que no forma a los ciudadanos para
la convivencia pacífica y la
consolidación de acciones de paz a lo largo y ancho de todo el mundo. Por ello,
Audrey Azoulay Directora
General de la UNESCO, ha resaltado que:
«Si queremos
transformar el futuro, si queremos cambiar el rumbo, debemos repensar la
educación. Se trata de forjar un nuevo contrato social para la educación». (https://rb.gy/gdkxep).
La proclamación de «El Día Internacional de la Educación»
se dio en el contexto y metas que, para 2030, se fijaron en el Objetivo
4 (de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible), recalcando la
importancia que una educación transformada, universal y de calidad tiene para alcanzar
las metas que se plantearon a cada uno de ellos, refrendadas y
adquiridas como compromisos ineludibles por 193 países. La consideración central
en 2021 fue «Recuperar y revitalizar la educación para la generación
COVID-19»; la del 2022 se focaliza
en «Cambiar el rumbo y
transformar la educación». Se
enfatizan las necesarias consideraciones, propuestas alternativas y
transformadoras para mitigar los efectos del cambio climático, proteger la
biodiversidad en el planeta de modo que todos gocemos de un mundo lleno de
ambientes naturales y culturales enriquecidos, de lugares y acciones humanas
solidarias que inviten a la vida, a vivir en libertad, en paz, en ambientes
dignos y saludables. (https://rb.gy/ylsnel).
Las metas hacia 2030 del Objetivo
4 se fijaron para «Garantizar una educación inclusiva y equitativa de
calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos». Los
193 países se han comprometido para: Lograr que todos los niños y niñas tengan
acceso a una educación preescolar y terminen la educación primaria y la
secundaria, educación que debe ser
gratuita, equitativa y de calidad y producir resultados escolares pertinentes y
eficaces; asegurar el acceso igualitario
a todos los hombres y mujeres a una formación técnica, profesional y superior
de calidad; formar para el empleo, el trabajo decente y el emprendimiento; eliminar
las disparidades de género y garantizar el acceso igualitario a todos los niveles educativos de las personas
vulnerables, discapacitadas y de los pueblos aborígenes.
Otras metas fijadas fueron: Asegurar
la alfabetización básica de jóvenes y
adultos; promover el desarrollo sostenible, los derechos humanos, la cultura de paz y no violencia, la
ciudadanía mundial, la valoración de la diversidad cultural; construcciones escolares
con claros criterios de habitabilidad, seguras, no violentas, inclusivas y
eficaces; más becas en programas de formación profesional y técnicos,
científicos, de ingeniería y de tecnologías informáticas. A esas metas se
agregó: Aumentar sustancialmente la oferta de maestros calificados. (Véase aquí la «Declaración de Incheon y
el Marco de Acción» para ese Objetivo 4: https://rb.gy/qnmgfg).
Se observa que
el compromiso mundial es amplio y de muy alta significación para la formación
de niños, jóvenes y para la prosperidad colectiva. La crisis sanitaria mundial del coronavirus
alteró sustancialmente en todo el mundo los avances alcanzados en esas metas, en especial entre los
estudiantes y familias más pobres. En medio de la crisis, y resaltada por ella,
se ha hecho más evidente en todo el mundo la muy requerida transformación de la
educación que afiance en cada comunidad
y en cada persona los valores supremos de la vida, la libertad, la búsqueda de
la felicidad, la dignidad humana, la
igualdad (incluida la de los sexos), la convivencia pacífica y la paz, los
derechos humanos, la democracia y el Estado Social de Derecho, el acceso colectivo, generalizado
y libre a las ciencias, las artes y la
cultura, al progreso social, económico y cultural colectivo, la preservación de
la vida en el planeta, y las relaciones
entre personas y naciones basadas en la solidaridad y en el bien común. (https://rb.gy/g7p5ap).
Una breve recopilación
histórica nos muestra que el deseo y fervor para alcanzar esas metas datan desde siempre.
Aristóteles sostuvo que el bien supremo es la felicidad. En la «Declaración
de la Independencia de los Estados Unidos de América», en 1776, se expresó que
Dios creó a los hombres iguales, dotados de derechos inalienables como la vida,
la libertad y la búsqueda de la felicidad. Y en la «Revolución Francesa»,
en 1789, se proclamaron para todo el
mundo los valores de la libertad, la igualdad
y la fraternidad. En la «Declaración del Milenio» (https://rb.gy/8ndhpw), en el año 2000, los jefes de Estado y de
gobiernos resaltaron como valores fundamentales y esenciales
para el siglo XXI a los
siguientes: La libertad, la igualdad, la
solidaridad, la tolerancia, el respeto a la
naturaleza y la responsabilidad común.
Por su parte, la «Declaración
Universal de los Derechos Humanos», en 1948, llevó a que los países que la acogieran
sustentaran que «la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por
base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e
inalienables de todos los miembros de la familia humana». Y en cuanto a la
educación se destacó, en el artículo 26, que ella es un derecho de cada
persona, debe ser gratuita y obligatoria y «tendrá por objeto el pleno
desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los
derechos humanos y a las libertades fundamentales». (https://rb.gy/vw2ts5).
El contexto expresado no conlleva
a la supresión de la escuela sino a su trasformación
con innovación social, apoyada por gobiernos, legisladores y toda la
ciudadanía, enriquecida con múltiples
recursos digitales y medios educativos de diversa índole para alcanzar riqueza
de aprendizaje en cada persona, facilitar los procesos de socialización,
reconocer la valía propia y de las diferentes culturas, acceder libremente al conocimiento universal para el
bien de todos y llevar una vida solidaria y armoniosa con todos y con todas las
formas de vida en la Tierra.
En el «El Día Internacional de la Educación»
se promueven las necesarias transformaciones educativas para que las
tecnologías digitales y medios didácticos avanzados sean accesibles a todos y los maestros las
incorporen en sus prácticas con
creatividad e innovación. También se impulsa la generación de alternativas
para el fortalecimiento de la educación como bien público y común, así
sobre cómo.
O sea, una escuela en este siglo
XXI para el bien común mundial, asunto que, inherente a lo aquí expuesto,
abordaré en el próximo artículo.
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