Cotidianas Epifanías y Revelaciones Divinas Cristianas
Cotidianas
Epifanías y Revelaciones Divinas
Cristianas
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Todos tenemos en nuestra cotidiana
vida eventos y momentos de epifanía que
se manifiestan como una iluminación
súbita, chispazo, insight, idea
brillante, discernimiento o sentimiento clarificador repentino o claridad de
una solución al despertar. En algunas de sus formas es interpretada como clarividencia
y reconocida por giros exclamativos como
«eureka», «al fin lo comprendí»,
«ahora sí sé lo que se siente», «se me acaba de iluminar la mente», «se me encendió el bombillo»
y otra variedad de expresiones para
comunicarnos a nosotros mismos, y a
otros, que estamos en una epifanía. Todos vivimos con epifanías, muchas de las
cuales han marcado el camino de la vida o impulsado la toma de algunas
decisiones trascendentales.
En algunos casos, se refiere a
una experiencia espiritual o religiosa o a un mensaje de la divinidad. Una
manifestación espiritual súbita, esperada por años, es también una epifanía. Esta, sin
embargo, puede referirse a cualquier repentina
manifestación, sentimiento o comprensión de manera imprevista, sea o no divina.
No se refiere a acontecimientos o eventos de ocurrencia extrasensorial, a una
habilidad supranatural o a supuestas clarificaciones,
de ocurrencia extraordinarias, como mensajes del más allá.
La epifanía es una forma de
metacognición, de aprendizaje, de solución a un problema o de explicación de la
naturaleza de ciertos fenómenos o acontecimientos. Por lo tanto, es un recurso
presente en cada uno de nosotros y en los alumnos mientras aprenden. Sin ella
no habría comprensiones, posibilidad de
verificar, validar o falsear hipótesis, de contradecir pensamientos tradicionales o de superar
viejas explicaciones vigentes.
La epifanía es don que nos
facilita conocer, comprender y
entender. Su ocurrencia es parte
de la posibilidad que tenemos los humanos para crear, innovar, establecer nuevas rutas de hacer o
deshacer; con ella nos abrimos espacio para el descubrimiento, a la vez que se instaura
como una de esas maravillas que potencian nuestros sistemas cognitivo, volitivo
y afectivo. Ella está, a diario, en el camino del aprendizaje de significados y
de la formulación de explicaciones
inéditas; ella es parte del aprendizaje
cotidiano, representa la alegría del descubrimiento y la clarificación de dudas existenciales,
mientras que en los distintos campos
disciplinarios abre el camino a nuevos o renovados sentimientos y a
explicaciones de fenómenos naturales y sociales.
El reconocimiento del poder de la
epifanía recorre el pleno desarrollo de la especie humana y de la
potencialización de su capacidad de aprender, de solucionar problemas y de
adaptación frente al cambiante mundo. Ese es un hecho que siempre reconocieron
los humanos; por lo que ha estado en el
lenguaje escrito desde las primeras civilizaciones, en la literatura, en el
teatro, en las ciencias y en la religión. Así, el voquible «epifanía» se
encuentra en el léxico de la antigua civilización griega con la palabra «epiphaneia», concebida como: «Una manifestación, aparición o revelación. La palabra viene
del griego epipháneia, la cual se conforma del prefijo ‘epi’ que quiere decir
por encima y el verbo ‘phaínein’, traducido como ‘mostrarse’ o ‘aparecer’… Se
emplea con sentido filosófico para referirse a una profunda sensación de realización
al comprender la esencia o naturaleza de las cosas». (https://rb.gy/g7hllg). Es así un fenómeno que
en la forma de manifestación, de
revelación, de aparición súbita permite
clarificar la mente y también al alma en cuestiones vitales y trascendentales importantes.
El vocablo epifanía no es de
amplio uso en español, donde tiende a restringirse a una fiesta religiosa cristiana. Sin embargo,
como lenguaje culto es de empleo más frecuente en otros idiomas, sin la
connotación sagrada.
Entre las comunidades cristianas
se ha asociado epifanía con la festividad de los sabios de oriente (los Reyes Magos),
pero se retrotrae a los tres momentos de epifanía en la vida de Jesucristo: la del bautismo del Señor (manifestación a los
judíos), la de las bodas de Caná y la de los sabios de oriente.
El bautismo por San Juan el Bautista es conocido como la manifestación
de ser hijo del Dios Padre. Jesús en actitud humilde dijo: «Soy yo el que
necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?» (Mt 3,14). Se conoce
como la manifestación a los judíos. En
las bodas de Caná, Jesús reveló su
gloria y sus discípulos, los apóstoles, creyeron en Él: «Todos sirven
primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has
guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo
a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos».
(Juan 2, 10 -11).
La tercera epifanía fue la de los
sabios de oriente, la cual se conoce como la manifestación de los paganos o «Epifanía
de El Señor». La celebración religiosa rememora la llegada a Belén de quienes
son mencionados en el Evangelio de San Mateo como: «Unos Magos que venían de Oriente llegaron
a Jerusalén». No eran tres, ni eran reyes, tampoco se conocieron sus
nombres, el color de la piel o los modos de locomoción. La designación de «magos»
en lenguaje de esos tiempos hacía referencia a
sacerdotes, a personas sabias, no a los magos que conocemos hoy con sus
ardides para entretener a los públicos. (https://rb.gy/epxxhv,
https://rb.gy/mgnhgd).
En la celebración de la fiesta
religiosa de la epifanía de los «Magos
que venían de Oriente» se recuerda
que Jesús se manifestó al mundo; tiene
un significado especial en el sentido de que los seres sabios, los hombres de
ciencias, llegan a reconocer a Jesús como Hijo de Dios; una manera de comunicar
la unión de las ciencias con la fe y la superación de las diferencias entre
ellas; fue ese un reconocimiento que se
hizo frente al recién nacido Mesías Salvador. Representa esta epifanía la revelación
de la presencia del Dios encarnado; es decir, de Jesús hecho hombre frente a la
humanidad. Dios hecho hombre se revela a toda la humanidad por conducto de los
seres sabios que, con sus conocimientos de astronomía, buscaban la iluminación
y manifestación del supremo Dios.
La «Epifanía del Señor» como
celebración de una fiesta litúrgica el 6
de enero data del siglo III de nuestra era, con una diferencia entre la Iglesia
Católica y la Iglesia Ortodoxa; para la primera se conmemora la vista de los
reyes magos o sabios de oriente, mientras que para la segunda la epifanía en
esa fecha se refiere a cuando: «Dios
revela la procedencia divina de Jesús a través del Espíritu Santo durante el
bautismo… cuando Dios se manifiesta ante los hombres como Santísima Trinidad:
Padre, Hijo y Espíritu Santo». (https://rb.gy/qafp0t).
En la fecha del 6 de enero se
celebraban en la antigua Grecia cultos paganos en honor a Dionisio, deidad del
vino y de las festividades; mientras que en Egipto, para esa misma fecha, se
celebraba el nacimiento de Aión, dios del tiempo y de la eternidad. (https://rb.gy/phr7co).
Se sabe que San Agustín (siglos cuarto y quinto) señaló que la visita de los «Sabios de
Oriente» tuvo lugar 13 días después del nacimiento del Niño Jesús, o sea el
6 de enero en nuestro calendario; pero otros
santos, como Eusebio de Cesárea y San Jerónimo (en el siglo IV) y San Epifanio (en el siglo VI), indicaron que los reyes magos alcanzaron a ver
a Jesús antes de cumplir los dos años. (https://rb.gy/aay94q)
Esta última versión es más creíble por
el hecho de que Herodes, según el Evangelio de San Mateo (2:16): «Cuando se
vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños
menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al
tiempo que había inquirido de los magos». Si el Niño Jesús hubiese tenido
sólo 13 días de nacido, carece de sentido una sentencia a muerte de todos los
menores de dos años.
¡Oremos para que nuestro Dios
divino nos llene de cotidianas y santas epifanías en 2022 y para que nos
conduzca a un mundo donde viva y reine la paz!
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