Formar a Niños y Jóvenes en los Valores, Actitudes y Acciones Contra el Cambio Climático
Formar a Niños y Jóvenes en los Valores,
Actitudes y Acciones Contra el Cambio Climático
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Los niños, como siempre, llevan y llevarán la peor
parte con los desastrosos efectos del cambio climático.
El 24 de octubre se celebra cada
año «El Día Internacional contra el Cambio Climático» y en Glasgow
– Escocia se llevará a cabo el encuentro mundial 26 sobre ese cambio con los objetivos de: movilizar
y sensibilizar a millones de personas de todo el mundo acerca de los efectos
del cambio climático y del grave peligro que conlleva el calentamiento global;
asegurar cero emisión de gases de invernadero para mediados de este siglo;
mantener la meta de un incremento global de la temperatura no superior a 1.5
grados Celsius con respecto a la era preindustrial; realizar adaptaciones para
proteger a las comunidades y a los hábitats naturales; movilizar recursos
financieros contra ese cambio, y trabajar conjuntamente para alcanzar estos
logros. (https://ukcop26.org).
Es común escuchar el voquible «sostenibilidad».
El término tiene un solo alcance central bien definido: Sostener la vida
en el planeta en condiciones saludables para todos; esta connotación
significa supervivencia de la especie humana y de las demás que nos acompañan
en la naturaleza.
Si queremos sobrevivir como especie es
necesario salvar la vida en el planeta. Se precisa recordar que el planeta no
nos necesita, el mismo seguirá rotando alrededor de sol con o sin nosotros,
pero todos sí lo necesitamos a él, en especial los niños y jóvenes de hoy y
las futuras generaciones, razón por la
cual es necesaria nuestra responsabilidad consciente como adultos para asegurar
que les entregamos un planeta sano, lleno y pleno de recursos para la vida, la
creatividad y el florecimiento de las diversas culturas. Es una clara y tajante
responsabilidad ética y moral que tenemos los adultos hoy.
Parte esencial de nuestros compromisos éticos y
morales frente a los hechos y factores que amenazan nuestra supervivencia como
especie consiste en contribuir a diario y de manera solidaria con la
eliminación de todos aquellos factores que han creado, y siguen agudizando,
severos cambios climáticos.
Vivimos en una biosfera que, como se
puede inferir por su etimología, es el
espacio en donde habitamos todos los seres vivos; espacio que es, a la vez, tanto
físico como cultural, constituido por el conjunto interrelacionado de los distintos
ecosistemas en los que nos relacionamos con las demás especies. El planeta no nos
pertenece sólo a los humanos. La afectación de cualquiera de los ecosistemas crea riesgos inmensos como el agotamiento del
agua potable con sus efectos, entre muchísimos otros, en la producción de
alimentos, hambrunas, epidemias y exacerbación de la pobreza. (https://rb.gy/lcgokg).
El desarrollo de las distintas revoluciones
industriales y la emisión de gases de invernadero como consecuencia de la quema
de combustibles fósiles, entre otros elementos contaminantes y degradantes de
los ecosistemas, han producido efectos nocivos y perniciosos, alterando muchos
de los ecosistemas necesarios para nuestra supervivencia. Una de las
consecuencias bien visible ha sido el aumento de la temperatura, con las secuelas
que ello trae como la desertificación, el derretimiento de los glaciales,
tormentas tropicales cada vez más poderosas, incendios de bosques y selvas
incontrolables, fuertes inundaciones a lo largo y ancho del mundo, fauna y
flora en proceso de acelerada extinción, elevación del nivel del mar y el riesgo de desaparición de muchas ciudades
costeras, con los efectos que estos eventos tienen, y tendrán, en el comercio y
la economía mundiales, así como en el incremento de la pobreza y del hambre. (https://rb.gy/xlxq7e).
Ante el arrasamiento del planeta con sus
severos y perversos efectos sobre el cambio climático y la calidad de vida en
el mismo, como es usual, los más afectados son los niños y jóvenes. Veamos:
Los niños son más vulnerables a las olas de
calor y a la contaminación ambiental del aire y de las aguas con efectos crecientes en trastornos
respiratorios como el asma y variedad de
alergias. Sufren ellos de malnutrición y
más intensamente el estrés postraumático y las lesiones físicas. A estos sufrimientos se agregan enfermedades
inflamatorias y autoinmunes debido a la exposición a rayos ultravioleta, a la
humedad y a las altas temperaturas con el riesgo asociado de mayor número de
casos con cáncer de piel; por insanidad ambiental quedan expuestos a
enfermedades trasmitidas por vectores como piojos, ratas y mosquitos, entre
ellas zika, dengue chikunguña y malaria.
La contaminación del aire explica el 20% de las muertes de los recién nacidos. (https://rb.gy/ywb25o, https://rb.gy/9goeru).
Tienen además los niños interrupción y retrasos
agudos en sus procesos formativos escolares,
pérdida de sus viviendas, escuelas y centros infantiles por desastres
naturales. En la dimensión psicológica se presentan consecuencias graves como
ansiedad, fobias, trastornos del sueño, retraso cognitivo, lingüísticos y del
aprendizaje, condiciones que se agravan ante la ausencia de acceso a servicios
oportunos de salud. Aparte de desnutrición, sufren de diarreas, infestación por
parásitos, dolor y sufrimiento por las muertes de sus familiares o allegados. (https://rb.gy/ywb25o, https://rb.gy/qfbks9).
A todo lo anterior se suma la predisposición
que adquieren para el desarrollo de
otras enfermedades cuando sean adultos. De otra parte, el cambio climático ha llenado
de aprensión a muchas personas para engendrar y criar hijos temiendo que
llegarán a sufrir los efectos devastadores, venideros y previsibles, del
calentamiento global y de sus visibles efectos por los devastadores fenómenos
naturales. (https://rb.gy/yhzht1).
Ha reconocido la «Organización Mundial de la
Salud» que cerca del 80% de las enfermedades o muertes que ocurren entre los niños se deben
al cambio climático. Por su parte, el «Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia - UNICEF» ha
estimado que 1000 millones de niños afrontan impactos negativos por la crisis
climática, 240 millones están expuestos
a inundaciones costeras; 330 millones a
inundaciones de ríos, 400 millones a
ciclones, 600 millones a enfermedades transmisibles por plagas como los
mosquitos, 815 millones a contaminación
por plomo, 820 millones a olas de calor, 900 millones a escasez de agua y 1000 millones
de ellos a altos niveles de polución. Para que las cifras sumen bien, muchos están
expuestos a una combinación de entre cuatro y seis de estos factores, guarismos
que, se anticipa, empeorarán a medida que el cambio climático se acelera y se
siga violando de manera abierta y cruel al
derecho de los niños a una vida saludable y feliz. (https://rb.gy/numfng, https://rb.gy/sy6ryk).
La organización «Save the Children» ha
señalado con claridad que el cambio climático es una amenaza grave a la
supervivencia de los niños. Bien recuerda que las «Naciones Unidas» han
indicado que muchas familias tendrán que escoger entre la muerte por hambre y
la migración, que el 90% de las enfermedades que resultan de la crisis
climática afectarán a los niños de menos de 5 años y que para 2050 se prevé que
24 millones adicionales estarán desnutridos como resultado del cambio climático.
Resaltando más cifras, que nos concitan a trabajar contra el cambio climático,
para 2040 se estima que uno de cada cuatro niños estará viviendo en áreas con
insuficiente acceso a agua potable, cerca de 160 millones estarán expuestos a
sequías severas y prolongadas, a otros 38 millones se les interrumpirá el año
escolar, cuando hoy ya se cuentan por millones
los que están fuera de la escuela. Cerca de 710 millones de ellos viven en países
con los más altos riesgos de sufrir los impactos desastrosos del cambio
climático. Dada la crisis climática, para el año 2050 se espera que habrá 143
millones más de migrantes. (https://rb.gy/5jg4h5).
Estas cifras atormentadoras enumeradas obliga a
todos, en especial a los adultos, a considerar con seriedad y compromiso
profundo que el cambio climático es el reto central que tenemos los seres humanos para nuestra supervivencia
y para una vida digna. Nos corresponde asumir los compromisos para detener o
mitigar, desde ya, los efectos desastrosos de los gases de invernaderos, el uso
de combustible fósiles, la depredación de los recursos naturales no renovables
y la extinción de muchísimas
especies de flora y fauna.
Las escuelas y una sólida formación cívica y
ambiental de todos los adultos, de todas las edades, son esenciales para ofrecer
a los niños y jóvenes actuales, y de generaciones futuras, un planeta con
ecosistemas sanos que sean seguros, conducentes a una vida saludable para todas
las formas de vida. En las escuelas de todo el mundo, dada la gravedad de lo
que ocurre y de lo nublado del futuro, se imperativo adelantar, en todos y cada uno de los grados, formación contra el cambio climático mediante proyectos de aprendizaje transversales
a las diversas asignaturas o áreas de formativas.
Enfrentemos la crisis climática en tiempo
presente, asumamos con más plena conciencia ciudadana y humana lo que está
ocurriendo ahora, hoy, de tal manera que
podamos prever, mitigar o anular con precisión los daños futuros para todos
nosotros y en especial para las generaciones de niños y jóvenes de hoy y de las que nos
seguirán más adelante.
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