Salvemos a los Niños de la Generación Postcovid
Salvemos
a los Niños de la Generación Postcovid
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Salvemos a los niños, a ellos los que formarán la «generación postcovid». Todos somos hoy sobrevivientes, pero la educación y
el futuro de ellos naufraga.
Los que formarán la «generación postcovid» son las
más grandes víctimas de la presente pandemia, no sólo por la inasistencia a la
escuela sino por la variedad de efectos biológicos, psicológicos y
sociales que afectan sus vidas hoy y por
mucho tiempo en el futuro. Para un sinnúmero de ellos la pandemia es algo que
no entienden; tampoco comprenden bien las medidas de bioseguridad, cuestión que
se agrava con el mal ejemplo de muchos
adultos que contrarían las ya muy conocidas medidas de prevención de la
infección. Con ese impropio modelo de conducta se les ha creado confusión con respecto
a lo que deben hacer, lo que deben
evitar y sobre cómo deben actuar.
Así mismo, han sido víctimas de la infodemia, que se refiere a esa abundante
información, con frecuencia imprecisa y confusa, que circula en los medios de
comunicación, en las conversaciones cotidianas y también en las redes sociales
en las que la desorientadora información, como el mismo virus y los bostezos,
se contagia y se transmite de boca en boca. Sabemos que la infodemia produce
tanto daño en la conducta y seguridad individual y colectiva que el virus por sí solo. Un factor agravante es que no hay vacuna
contra la infodemia.
En esta pandemia el sufrimiento ha sido más
intenso en los niños, quienes hoy encuentran difícil explicar cómo su vida
cotidiana en años tan tiernos y valiosos
para ellos ha sido afectada de manera inesperada y severa. Aparte del
sufrimiento y angustia personal que les causa, se observan ya los efectos a corto y largo plazo que sufrirán en sus
procesos de maduración social, cognitiva, psíquica y física.
Los periodos de receso escolar, como bien se sabe y se ha reiterado, generan
severos retrasos en el progreso de los alumnos. Bill Gates ha dicho que la
pandemia se superará a finales de 2022.
O sea, que el efecto perturbador sobre el funcionamiento y progreso escolar
podrá ser de al menos tres años. Ya se perdió un año escolar y no se sabe
cuántos más perderán. La necesidad de que los niños regresen a las escuelas es
innegable, altamente necesaria y una prioridad. Por ello, es necesario
controlar el virus con la aplicación por
todos de los protocolos de bioseguridad y, en la fase actual, lograr en el más
corto tiempo posible la vacunación de todas las personas, según las prioridades
que ya están definidas para la vacunación.
Los niños que
formarán la «generación postcovid»
están enfermos. La natural vitalidad que
tienen no se les ve. Podemos observar casos crecientes de suicidio o de
ideación suicida, afectación negativa por la violencia intrafamiliar, acoso
sexual, abuso infantil, abandono físico y psicológico, angustia y temor de
perder a un familiar o amigo especial, temor a quedar huérfano y
desamparado, miedo a que padre o madre pierdan el empleo y los medios con que
alimentarse y satisfacer necesidades básicas. Algunos no han podido elaborar el
duelo por la pérdida de algún ser querido. A todo esto se agregan los efectos
de la exclusión digital, la ausencia o restricción de los programas de apoyo
nutricional, la carencia de actividades recreativas, y la falta de
tratamiento médico para enfermedades
previas o nuevas y la falta de acceso a los
medicamentos correspondientes.
Se ha reconocido que sufrimos todos,
niños y adultos, una epidemia paralela en el campo de la salud mental. En el
autoaislamiento, las cuarentenas y confinamientos forzosos han aumentado los síntomas de ansiedad, la
depresión, los trastornos obsesos – compulsivos, la fatiga y problemas afines a
la depresión posterior a un accidente cerebrovascular. No se puede asumir que
estos efectos pasarán pronto. (https://rb.gy/hyinla).
La UNICEF resume el impacto negativo
de la pandemia del coronavirus en los niños en tres: secuelas directas de ella,
interrupción de servicios esenciales, y aumento de la pobreza y la desigualdad.
Como consecuencia, propone un plan de seis puntos para evitar una generación perdida:
1 Velar porque todos los niños puedan aprender, incluyendo la reducción de la
brecha digital. 2. Garantizar el acceso a servicios de salud y nutrición y
lograr vacunas asequibles y disponibles para todos los niños. 3. Apoyar y
proteger la salud mental de los niños y los jóvenes y poner fin al abuso, la
violencia de género y el abandono. 4. Ampliar el acceso al agua potable, el
saneamiento y la higiene, y luchar contra la degradación del medio ambiente y
el cambio climático. 5. Impedir el aumento de la pobreza infantil y promover
una recuperación inclusiva. 6. Redoblar
los esfuerzos dirigidos a proteger y apoyar a los niños y a las familias que
viven en situaciones de conflicto, desastre y desplazamiento. (https://rb.gy/412qov).
Mediante un esfuerzo extraordinario
han sido validadas algunas vacunas por los organismos y autoridades
internacionales y nacionales de salud. Marcan ellas un camino o salida
posible ante esta crisis dolorosa y desastrosa.
Se cuentan todavía las personas con
nivel alto de reticencia ante las vacunas. Siguen muchos creyendo y
avalando falsas versiones sobre la enfermedad; sostienen la creencia en una
fantasiosa conspiración malévola para controlar la mente de muchos o
instalar un chip para volver comunista a la gente; alegan algunos que la de Pfizer contiene moléculas de
sildenafil para crear adicción a su producto estrella el viagra; también están
aquellos que se atreven a afirmar que el virus no existe a pesar de la
dolorosa evidencia de que en estos 15 meses en el mundo han fallecido más
de 3.2 millones de personas, entre ellos algunos familiares o amigos cercanos,
que ha infectado a la fecha, sin contar los casos asintomáticos, a más de
154 millones (equivalente al total de la población conjunta de Argentina,
Colombia, Chile, Perú y República Dominicana).
Recordemos que los derechos de los
niños están por encima de todos los demás y que, por lo tanto, nuestra
preocupación central está en salvaguardar su salud física y mental y
asegurar que pronto regresen a la escuela y podamos nuevamente tener escuelas
abiertas para todos, con maestros, directivos escolares y personal de
servicio debidamente vacunados y con la aplicación debida de las normas de
bioseguridad ya bien conocidas por todos y no practicadas por un número
apreciable de personas.
Se precisa salvar a los niños que formarán la «generación postcovid»
y a toda la humanidad. Los escépticos y renuentes frente a las vacunas pueden confiar y seguir el ejemplo del Santo
Padre Francisco quien ya ha recibido las dos dosis y dicho: «la humanidad se
salva y el virus se neutraliza con las vacunas, y medicación para todas las
personas». (https://rb.gy/v6wnbm).
La «generación postcovid», por
algunos llamada «pandemial», podrá tener algunas fortalezas: mayor capacidad
de resiliencia, mejor conocimiento de los recursos
informáticos sobre las redes sociales, elevada inteligencia emocional, mejor
capacidad empática y aumento de la creatividad y la capacidad de emprender.
Esta generación podrá tener las características negativas asociadas al estrés
postraumático, del cual se reconocen cuatro tipos de síntomas: 1. Reviviscencia del hecho, lo cual
perturba las actividades diarias. 2.
Evasión o insensibilidad. 3. Sobreexcitación
e incapacidad de concentración. 4. Pensamientos y estados de ánimo
negativos y pérdida del interés por actividades o por otras personas. (https://rb.gy/9nwsju, https://rb.gy/bdg7og).
Síntomas como estos los sentiremos todos; con mayor razón estamos convocados a prestar atención
especial para cuidar a los niños durante la pandemia y después de ella.
Nos corresponde aceptar que las
víctimas principales de esta pandemia han sido y seguirán siendo los niños.
Aceptar, así mismo, que es un deber moral de todos los adultos ayudar con
denuedo, sin excusa y sin pausa, a detener el daño inmenso que en las diversas
facetas de su desarrollo ya les ha producido esta peste a cuyos efectos
desastrosos, como se ha indicado, se han sumado muchos adultos, que con
deliberado descuido, han insistido en aliarse con el virus para que siga
vigente la enfermedad, mate a muchos, y destruya el derecho de los niños a un
presente saludable y a un futuro
próspero. Para esos adultos mitigar al máximo los efectos de la pandemia
no ha sido prioridad: han olvidado a los niños y los están sacrificando.
El adecuado manejo de los efectos
de la pandemia debe llevarnos a todos a ser mejores seres humanos, con niños y
jóvenes formados en escuelas de calidad, dotadas de infraestructuras físicas
adecuadas para enseñar y aprender, con
recursos humanos altamente cualificados
que cuiden su progreso escolar
continuo, y su salud mental y física. Escuelas con disponibilidad de medios
tecnológicos y didácticos apropiados para que la «generación postcovid», sea una generación ganada y no
pérdida, y así puedan todos superar con creces los efectos negativos de esta
crisis horrenda de salubridad.
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