La Unión Americana en Desunión: A Recordar el Mensaje de Abraham Lincoln
La
Unión Americana en Desunión: A Recordar el Mensaje de Abraham Lincoln
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Estados Unidos de América es el país de la bandera estrellada que ondea sobre «la
tierra del hombre libre» y «el hogar del valiente», como dice
su himno patrio. El país del sueño
americano y, así mismo, de las personas que se hacen a sí mismas teniendo como
amparo y estandarte las conocidas frases del «do it yourself» y del «self
made man», acaba de completar, bajo fuertes tensiones internas su elección
cuatrienal para la presidencia de la «Unión».
La unión americana está hoy en desunión. Un único antecedente se remonta a
la guerra civil, o de la secesión (desunión), que se desarrolló entre 1861 y
1865. Guerra que se dio entre los Estados del sur que se separaron de los del
norte. Los Estados del sur defendían la esclavitud en oposición a los del Norte,
dirigidos por Abraham Lincoln, que defendían a la Constitución y favorecían la
manumisión de los esclavos. Fue una
guerra cruenta con más de 600.000 muertos, aunque algunas estimaciones
ponen la cifra por encima de los 800.000. El triunfo de las fuerzas del Norte,
denominados «Estados de la Unión» sobre los sureños, llamados «Estados
Confederados» o «La Confederación», marcó un momento en la historia en el que ese país se consolidó
como una sola “nación concebida sobre la base de la libertad y
obediente al principio de que todos los hombres nacen iguales», como bien señaló Abraham Lincoln.
Ha pasado la elección para la presidencia de
los Estados Unidos de América y también la recomposición de todos los miembros
de la Cámara de Representantes, un tercio del Senado, algunos gobernadores,
alcaldes, concejos municipales y asambleas estatales de ese país. Bien fueron calificadas
esas elecciones como las más difíciles en su historia y seguramente también las
más determinantes para el futuro de la «Unión», de su liderazgo mundial, de su democracia
y competitividad económica.
Inusitados hechos de violencia sirvieron de
preludio a esas elecciones y han puesto a prueba la solidez de las
instituciones democráticas, hechos que han llevado a que se considere que el
país enfrenta grandes riesgos por fracturas bastantes visibles hoy en su interior.
Esos hechos de violencia han estado
acompañados por la beligerancia verbal desde los espacios que ofrecen a la
democracia, a la sociedad, a los partidos políticos y a los gobernantes. Violencia
que no ha sido sólo verbal y que ha sido calificada por algunos como tóxica.
Acosados por la pandemia del coronavirus, la
pobreza y el desempleo, la xenofobia, la desigualdad y la exclusión social, se
ha vivido una situación social y política sin precedentes, que irá mucho más
allá de las elecciones de 2020. Escenario que no es de latencia sino de
presencia y de alta volatilidad. Son
cuestiones críticas de la Unión Americana que corresponderá al presidente
electo enfrentar, entre ellos la eliminación
de los focos infecciosos, no sólo los del virus de la pandemia actual, sino
aquellos virus de la intolerancia, la discriminación y la desigualdad que
afectan la convivencia e incentivan la violencia, en especial la violencia
xenofóbica y racial contra inmigrantes,
grupos étnicos minoritarios y otros grupos marginados o excluidos. Importa resaltar que el 98% de los habitantes de los
Estados Unidos de América son inmigrantes o descendientes de inmigrantes. La población no inmigrante, los aborígenes (los
indios nativos americanos), representan sólo el 2% de la población; con cerca
de siete millones cuando en 1492 eran 60 millones. Ellos aún claman diciendo: «Todavía
estamos aquí, en nuestra tierra».
Como ha ocurrido en muchos otros países, incentivados
desde altas esferas del gobierno, algunos sectores políticos se prepararon para
deslegitimar el proceso electoral y lanzar dudas sobre el triunfo del contrario
con la amenaza de determinadas respuestas si los resultados electorales no
satisfacían sus propias aspiraciones, cuestión que siempre se consideró extraña y ajena a la cultura democrática de los Estados Unidos de América.
En un país que tienen a la «Unión» (por
eso son «Estados Unidos») como un valor supremo hoy muestra una división,
una desunión y una fragmentación como la
que se vivió en la guerra de la secesión mencionada. La «Unión» está dividida.
Hay que volverla a reunificar, desafío que será de ardua labor y de amplia
extensión en el tiempo.
Pasadas las elecciones corresponde a todos sus
ciudadanos apoyar e impulsar los
programas para enmendar las fracturas de la «Unión» en riesgo, especialmente con acciones proactivas desde el
alto gobierno, tribunales de justicia en los Estados, la Corte Suprema, la Cámara
de Representantes y el Senado, y las
autoridades civiles y políticas en los 50 Estados y el Distrito de Columbia,
con la meta social y política de eliminar todas las formas de exclusión y de aislar
a las personas antidemocráticas y violentas que ponen en peligro estabilidad y
credibilidad de los Estados Unidos de América como un país democrático.
Es evidente que las elecciones captaron el interés y
también la tensión en cada lugar del mundo por el hecho claro, en el contexto
geopolítico universal, que todo lo que ocurra en los ámbitos políticos,
económico y social en ese país tiene incidencia inmediata en la vida de los
demás. El liderazgo mundial de ese país está en alto riesgo.
Esas elecciones mostraron la necesidad de
cambio en muchas de las facetas que han caracterizado a ese país. No podía ser
inmune a la necesidad de cambio que se experimenta a lo largo y ancho del
mundo. Necesidad que se hizo más evidente a raíz de hechos violentos contra
algunos miembros de comunidades étnicas, por un estilo personalista y
autocrático desde la alta dirección del Estado
y también porque el más poderoso país del mundo, como los Estados Unidos
de América, fue puesto de rodillas, no por un poderío atómico extranjero
sino por el ya bien conocido minúsculo y
mortífero virus.
Ese país, como se observa en el conteo diario
universal, tiene el mayor número de habitantes infectados y también el mayor
número de fatalidades. Hecho muy crítico frente al cual ha sido evidente la falta de liderazgo y de una
política central coherente para proteger la salud de los ciudadanos, controlar
la información falsa y la mal intencionada sobre el origen y posible cura de la enfermedad. Ha
sido reconocido como error e impropiedad
frente a una política pública de salud mezclar las campañas políticas con los
modos de prevenir y curar la enfermedad, desestimando su gravedad. Así mismo,
ha sido impropio ignorar, desechar y desvalorizar, con fines electorales, los
conceptos científicos fundados emitidos
por las autoridades de salud. Se ha puesto la política electoral por encima del
fundado conocimiento científico, a la
vez que se ha mostrado desidia, indolencia y abierto menosprecio frente a la salud y vida de los ciudadanos.
Los siguientes son asuntos de atención con
extremada urgencia en el período postelectoral y por varios años: inmigrantes,
minorías étnicas y de otra índole, sistema electoral, sistema nacional de
salud, medio ambiente, la pandemia del coronavirus, liderazgo y relaciones
internacionales, economía, empleo, pobreza y educación. Todas ellas con impacto
en la vida en los demás países del mundo.
De seguro que los ciudadanos
demócratas de Estados Unidos no
necesitarán lecciones desde fuera sobre
qué hacer, pero si deberán recordar y retomar el mensaje del presidente Abraham
Lincoln de hace 157 años en su afamado y bien reconocido discurso de Gettysburg, cuando afirmó, con clara visión de futuro,
que: «Hace ochenta y siete años nuestros padres dieron vida en este
continente a una joven nación concebida sobre la base de la libertad y
obediente al principio de que todos los hombres nacen iguales. Ahora nos
corresponde a nosotros dedicarnos por entero a la gran empresa que todavía está
inconclusa… para demostrar que nuestra nación, colocada bajo el amparo de
Dios, conocerá siempre la libertad tras este nuevo bautismo de sangre, y que el
gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo jamás desaparezca de la
Tierra».
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