¿La Vieja Universidad y sus Títulos Para Qué?
¿La Vieja Universidad y sus Títulos Para
Qué?
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Sí. Es una pregunta sobre la universidad,
la vieja universidad, vieja pero tan presente. La misma que se ha resistido al
cambio y a su transformación esencial frente a cambiantes circunstancias en los
ámbitos social, cultural, político, científico y tecnológico.
Se ha hecho cada vez más evidente en
todo el mundo la pérdida de importancia y valía de un título universitario y de
la universidad misma como institución. Se ha sostenido con reiterada amplitud que la manera como funcionan hoy hace que las universidades no sean
sustentables ni defendibles. Sus estructuras burocratizadas de poder dificultan
la introducción de los cambios necesarios que desde hace tiempo ha requerido la educación superior. También existe,
como un factor perturbador, la estructura y acciones burocráticas del Ministerio de
Educación, con sus normas a destajos, dispersas
e incoherentes, que llevan a que para innovar y transformar sea necesario el
concepto, permiso y aprobación por parte de su burocracia encerrada en legislar para coartar tanto la
autonomía universitaria como las libertades de enseñanza, de aprendizaje y de
innovación.
Ya desde antes de la pandemia de la COVID
-19 se habían señalado con insistencia, reiteración y con suficiente claridad, los
riesgos que tenía la institución universitaria de sobrevivir a estos tiempos si
no cambiaba su orientación y si no desconcentraba sus esfuerzos en los fallidos
auto reconocimientos. Como en un círculo
vicioso continuaron concentradas en alcanzar rankings en los que operan
criterios dispares, con desconocimiento
de la buena enseñanza obscurecida por un supuesto énfasis en publicaciones en
revistas esotéricas lejos de la difusión y apropiación social de los
conocimientos, lejos de la formulación de programas y proyectos de innovación
social donde las comunidades validen, alrededor de sus propias experiencias
vitales, los conocimientos, incluidos
los que tanto se demeritan en las ciencias sociales, humanidades y artes.
Se preguntan los jóvenes hoy: ¿Para
qué un título universitario? Si la educación es un derecho humano fundamental,
¿por qué es oneroso y prohibitivo el valor de la matrícula?, ¿vale la pena el
esfuerzo y el costo frente a la remuneración que se obtiene a sabiendas de que lo aprendido perderá
vigencia en muy corto tiempo?, ¿para qué ingresar si con la deserción cercana al 50% hay una probabilidad muy alta
de ser excluido?, ¿por qué un título
universitario no asegura un empleo o trabajo digno y estable? y ¿por qué con
otras formas de trabajo se pueden obtener ingresos superiores?. Están ellos frente a la paradoja de que los
títulos universitarios son cada vez más costosos y a la vez menos importantes ya
que no aseguran un futuro laboral que hoy se puede obtener por vías de
cualificación más pertinentes y de menos costos. Saben muchos de ellos que con menos esfuerzos y menor tiempo pueden lograr
ingresos mayores.
Reconocen con claridad los
estudiantes, y también la sociedad en general, que uno de los problemas principales de la universidad
anquilosada y tradicional es el costo de un título qué ha ido en alto
incremento mientras que su valor social, laboral y económico ha entrado en un
decrecimiento acelerado. El Rector de
la Universidad de los Andes en Colombia ha manifestado recientemente que los
costos universitarios son muy altos, los cuales se han llegado a doblar o
triplicar en muy poco tiempo, asunto que él mismo observa como insostenible
frente a las circunstancias que experimenta la población en general y en
particular por la situación de desempleo agravada por la pandemia. (https://rb.gy/qwqnvy).
El valor central de la
universidad ha sido el aprendizaje, pero éste ahora está disponible por
distintas fuentes y es gratis, o mediante cursos en línea que cuestan muy poco,
situación que ha creado una competencia por ese aprendizaje. Se vive una
situación de democratización del conocimiento en donde la universidad es apenas
una de las opciones para el desarrollo personal. La universidad que empaca su
producto llamado “título” bajo condiciones a las que el estudiante tiene que adaptarse resulta hoy menos
entendible y posible. Como el mundo no funciona de ese modo, las universidades
no son sustentables. El aprendizaje hoy es de 24/7/365, según los tiempos y modos del alumno. A menos que las
universidades busquen formar a los alumnos para las condiciones de hoy y para
el cambiante mundo del trabajo la
credibilidad de un título universitario no durará mucho, en especial porque los
ambientes laborales, empresariales e industriales cambian más rápido que la
educación, mientras que las transformaciones en los fenecidos y momificados
currículos se producen a ritmos muchos más lentos. (https://rb.gy/0vw5to).
La proclama de porqué llega a su
fin la universidad como la conocemos hoy es sustentada por Kevin Carey (https://rb.gy/azwekt) anunciando que en
el horizonte está el surgimiento del aprendizaje y la «Universidad de
Cualquier Lugar». Los nuevos ambientes de aprendizaje serán portales y
también lugares de encuentro conectados a esta universidad
en los cuales se incorporará la inteligencia artificial para diagnosticar
fortalezas y debilidades de los alumnos, ajustar los procesos formativos de
cada uno y reducir el fracaso y la frustración. En esta «Universidad de
Cualquier Lugar» un conjunto boyante de organizaciones, con o sin ánimo de
lucro, configuradas como ecosistemas, serán proveedores de servicios educativos.
Apoyadas por empresas de los sectores tecnológicos ofrecerán a los estudiantes
un grupo amplio de servicios de apoyo
para facilitar sus procesos formativos. Serán organizaciones como las
actuales edX, Coursera, Udacity, la Saylor Academy (que impulsa la «Free Education Initiative») y OLI («Online Learning Initiative») que
de manera continua crearán y mantendrán un catálogo extenso de cursos que
cualquier persona en el mundo con una conexión a Internet puede tomar de manera gratuita o a un muy bajo costo. Un
porcentaje cada vez más creciente de la
educación que ha estado en universidades caras estará disponible a todos en
cualquier lugar, con compañeros de estudio de cualquier parte del mundo, edades
o credos.
Nuevos sistemas de certificación
como las micro credenciales (insignias
digitales, micro títulos, micro master y similares) surgirán otorgando evidencias
de qué ha aprendido cada uno, reemplazando los expedientes académicos,
calificaciones y diplomas. Esa evidencia será organizada en un nuevo sistema seguro
de credenciales, a manera de una identidad educativa, controlada por el alumno
y no por las instituciones. No incumbirá a ellas entregar grados en diplomas
con letras de estilo. No será requisito
para el empleo tener un Ph. D., un máster o un título profesional. El precio de
la educación superior caerá al costo marginal. El costo total de la
educación superior para un alumno será
una pequeña fracción de lo que paga actualmente. Las buenas universidades no
serán escasas y tampoco caras. Ellas serán abundantes en números. Si las
tecnologías de la información han
permitido la creación de startups tecnológicas, será exponencialmente más
fácil crear universidades startups en cualquier lugar. (https://rb.gy/azwekt).
En el contexto de opciones y
desarrollo para reinventar la educación superior para el siglo XXI que permitan llegar a la generación llamada «postmilenial»,
se han presentado (https://rb.gy/67dhzw)
estas cuatro opciones:
1. Facilitadora de plataforma:
Los alumnos de esa generación han personalizado sus preferencias y consumos y
lo mismo harán con su formación educativa. Algunas universidades ofrecerán
cursos con el modelo de Netflix, otras serán proveedoras de contenidos para
esas plataformas, licenciarán contenidos, experiencias, certificados y una
variedad de otros servicios.
2. Curadora experiencial:
Bajo este enfoque las universidades harán uso de herramientas avanzadas de analítica de datos y de
videoconferencias para extender su cobertura más allá de las aulas.
3. Certificadoras de
aprendizaje: Con este modelo,
cercano a la gamificación, las universidades usarán las tecnologías móviles en
asocio con «paneles de datos»
(aplicativos con analítica de datos para presentación de logros en áreas
importantes) donde los alumnos pueden acrecentar sus micro credenciales con
detalles de experiencias fuera del aula, extracurriculares, internados y
pasantías.
4. Integradora de fuerza
laboral. Aquí las instituciones de educación superior establecerán alianzas
corporativas para elaborar «proyectos formativos» flexibles (expresión que
reemplazará a los fenecidos currículos) y ofrecer experiencias extracurriculares.
Por su parte, la Unidad de
Inteligencia de The Economist
reconociendo que no habrá un modelo que
convenga o satisfaga las necesidades de
todos, presenta cinco modelos para superar a la universidad actual: 1. Universidades
Online. 2. Clúster de universidades. 3.
Universidades experienciales. 4. Universidades
de artes liberales, usualmente más pequeñas en tamaño, y 5. asociación de universidades, con cursos
centrados en upskilling (formación continua y cualificación en el trabajo) o reskilling
(reentrenamiento, recualificación laboral). (https://rb.gy/f7w4oz).
Entonces, ¿qué podemos ofrecerles a los
jóvenes? Le hemos brindado un mundo de guerras, de violencia, de destrucción
ambiental, de desempleo, de educación impropia y muy cara, y hasta una pandemia con más
desempleo e incertidumbre frente a un futuro más incierto. Llegó el momento para
que por la vía de la educación les ofrezcamos alternativas, entre las muchas
que se han propuesto, que les permitan a ellos vivir en un mundo en paz y
armonía consigo mismos, con los demás y con el planeta. Un mundo de ellos
y para ellos fundamentado en sólidas bases éticas y en la solidaridad entre
todos en la tierra.
Comentarios
Publicar un comentario