Cónyuge y Ocupación hasta que la Muerte los Separe
Cónyuge y Ocupación hasta que la Muerte los Separe
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Las dos decisiones de mayor
impacto en la vida personal de cada persona son las de escogencia de cónyuge y la
de ocupación o carrera. Ninguna
de las dos ha sido, ni será, una decisión fácil, con frecuencia tomada a la ligera, forzada por determinados
tipos de presiones o por insuficiente conocimiento de causas y consecuencias.
Aunque la primera se fundamenta socialmente en un compromiso “hasta que la
muerte los separe”, no es menos cierto que en cuanto a ocupación o profesión,
desde siempre, se pensó como una escogencia para toda la vida y, en muchos
casos, como una herencia familiar que se continúa en la vida de muchos por varias y sucesivas generaciones. Es decir, era
la ocupación o el oficio el que abandonaba a la persona, lo seguía a lo largo
de la vida como si fuese parte de su propio genoma, heredado y transmitido.
Todavía, por la onomástica antropológica, algunos de mis lectores lo observarán
en sus apellidos como Carpintero,
Zapatero, Guerrero, Hidalgo, Escudero, Ballestero, Caballero, Herrero, Jurado,
Sastre, Vaquero y Berdugo.
Como sabemos esas dos decisiones tan
trascendentales y arraigadas en las distintas culturas han cambiado de modo
fundamental en su naturaleza.
Nos centraremos aquí en las decisiones
ocupacionales que debido a los avances en los campos de las ciencias y las
tecnologías con sus impactos en los campos sociales, económicos, geopolíticos y
culturales ya no son eternas, para toda la vida, sino transitorias. Hay una rápida
transformación y surgimiento de nuevos campos ocupacionales o profesionales.
Muchos de los actuales se tornan irreconocibles.
De ahí, resulta aún cada vez más difícil para
los los jóvenes tomar decisiones acertadas frente a sus estudios para un
desempeño laboral estable y satisfactorio en lo personal. Situación que
complica los roles de orientación vocacional que deben desempeñar los padres de
familia y maestros quienes, por igual, son afectados por la misma incertidumbre
que crea el cambiante mundo laboral. Encuentran todos ellos dificultad para proveer una adecuada orientación académica,
vocacional o profesional que pueda tener alguna solidez en el tiempo y que
pueda conducir a los jóvenes a
decisiones acertadas en el mundo del trabajo tanto incierto como cambiante. Para
los maestros se configura un caso especial dado que ellos viven a diario la
presión de los avances en muy distintos campos que los obliga a mantenerse actualizados. Algo similar se da con aquellos padres de familia que por
la misma situación cambiante llegan al justificable
pánico del desempleo, en especial aquellos que trabajan en labores de bajo nivel
de cualificación que pueden ser, y lo son a diario, reemplazados por la
automatización.
La concepción inicial de una
carrera profesional, a diferencia de los oficios artesanales, se ha apoyado históricamente
en tres supuestos: 1. La carrera representa para una persona su conocimiento,
su experiencia e identidad, lo que se es y lo que se es capaz de hacer ahora y
por mucho tiempo, con frecuencia durante toda la vida laboral activa. La
consecuencia de esta identidad, respaldada por pergaminos académicos, es que un
cambio de trabajo significaría adquirir otra identidad y correr el riesgo de
ser reconocido como un fracasado. 2. La carrera se construye y perdura a lo
largo de muchos años, llena de satisfacción y de orgullo al profesional. La
consecuencia de un cambio lleva a serios dilemas sobre la valía propia, a
angustias sobre lo incierto de nuevos emprendimientos, a una indagación con incertidumbre sobre qué
hacer con lo sabido o cómo incorporarlo a los nuevos caminos. 3. La carrera
produce retribuciones monetarias, psicológicas y sociales, permite dar sentido
y propósito a la vida. Hay consecuencias que llevan a considerar acciones
inciertas y a enfrentar la intensa incertidumbre si la carrera u ocupación pierde valor social o
económico y su correspondiente prestigio. (https://rb.gy/u9vb7o).
Hay consecuencias discernibles
que se aprecian ya: Vigencia cada vez mayor de vinculación laboral por
contratos a término fijo, dificultad de planeación personal por la ausencia de un
horizonte amplio en el tiempo, desaparición del “dividendo de la longevidad”,
incertidumbre sobre beneficios futuros pensionales y de seguridad social, surgimiento
cada vez más frecuente de trabajos
híbridos; o sea, de esos que requieren conocimientos o experticia en varios campos o disciplinas que antes eran
separados. Se reconoce en algunos contextos laborales, por parte de los
empresarios, que los nuevos trabajadores no estarán en la empresa más de 10
años y también que la inmensa mayoría de los puestos actuales de trabajo están en procesos de reingeniería. Se pregona
que hay que subirse, dominar y no ser arrastrado por la ola en este mundo del siglo XXI. Antes un nuevo
profesional era vinculado y
progresaba con los años hasta jubilarse,
pero esas carreras estables han terminado; los conocimientos se vuelven
obsoletos con rapidez, tienen una vida útil
muy corta y la vinculación laboral también, a menos que se incurra en
actualización o reentrenamiento
constante especialmente en el uso de herramientas informáticas y con fundamentación
en las bien llamadas habilidades socioemocionales.(https://rb.gy/u9vb7o).
Hoy se da una reducción
sustancial en el número de estudiantes que acceden a programas de educación superior,
seguramente en parte debido a la baja en la tasa de crecimiento de la
población, pero también por otros factores que la sociedad informatizada, en
especial por los requerimientos laborales que la cuarta revolución industrial
impone a los jóvenes y a los ciudadanos en general. A lo que se agrega el hecho de que un
profesional después de varios años de estudios universitarios su retribución
económica es baja, a la vez que muchos entran al mundo de los desempleados con
serias dificultades para encontrar empleo.
Es así como en este contexto se precisa ofrecer
opciones reales a los jóvenes para su
futuro personal y social como ciudadanos y como
trabajador. Y también a los trabajadores actuales que como resultado de las
transformaciones del campo laboral y por acontecimientos extraordinarios, como
el de la pandemia del coronavirus, han perdido su empleo. Entre las
opciones están los nuevos medios para
formarse en las habilidades y conocimientos del mundo informatizado o para la
recualificación laboral en el trabajo. Una y otra combinando la formación
académica con la laboral para incrementar la pertinencia y fundamentar mejor
los conocimientos y habilidades requeridas. Se trata de las ya bien conocidas
opciones de micro credenciales, insignias digitales y micro títulos.
Una actitud importante que requiere ser
cambiada, frente a la realidad tozuda de los hechos, es aquella imperante de la
acumulación de títulos como un medio de
tener vigencia laboral. Más bien, se pueden
actualizar conocimientos y habilidades por medios alternativos con validez cada
vez más reconocida en muy distintos ambientes laborales. Ante la pérdida
creciente de la valía de los títulos académicos dichas credenciales han venido
adquiriendo mayor valor para la vinculación
laboral, para mantener un empleo o para desarrollar emprendimientos exitosos.
Así, bajo este nuevo ambiente, se hace más
evidente y necesario que cada uno puede
programar su propia carrera por caminos diferentes en lugar de responder a un
plan formativo único que lleve a rutas
iguales y parecidas a todos, pero no necesariamente oportunas y pertinentes
para cada uno según sus propias condiciones personales, laborales y de conocimientos y habilidades.
Hay, por lo tanto, más allá de la certificación
con un título universitario, modos y medios educativos claros y precisos para
ofrecer a los jóvenes. Son modos alternativos
para acceder a una sólida formación
para los trabajos y emprendimientos de
la cuarta revolución industrial, formación por distintos mecanismos a los
actuales que pueden representarles una formación precisa que los lleve a
ingresos laborales mucho más allá de lo
que se obtienen con un título universitario que habilita a una vinculación usualmente
mal pagada o que resulta en el nada orgulloso desempleo ilustrado, con pomposa titulación.
En el mundo de los avances en ciencias y tecnologías y los conexos en los campos
sociales y de la cultura los títulos universitarios de pregrado o postgrado,
como se ha reiterado, perderán, a la vez, valía frente a otros modos
alternativos de formación con énfasis en la pertinencia social y laboral y con
solidez en las habilidades socioemocionales. Desaparecerán los criterios de
admisión excluyentes y el énfasis en el uso de pruebas estandarizadas para
medir la calidad de la educación; más bien se promoverán políticas de acceso a
las distintas formas y niveles de educación, enfatizando, a la vez, el
acceso de las mujeres y de los grupos minoritarios excluidos o
marginados.
Las dos decisiones vitales, la de
pareja conyugal y la de ocupación, profesión u oficio, son tomadas para
construir felicidad y alcanzar una vida plena llena de satisfacciones para sí
mismo y para lograr y mantener una armonía gratificante con los demás. Son
metas humanas altamente difíciles por los múltiples obstáculos e interferencias
que en un mundo de cambios acelerados afectan la vida diaria de cada persona.
Por ello, se requieren, entre otras, las habilidades emocionales para habilitar
la opción de ajustes de las metas personales y laborales frente a cambios sucesivos que
pueden resultar amenazantes y abrumadores.
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