Que Desaparezca el Analfabetismo y no Nuestra Lengua, Cultura e Identidad
Que
Desaparezca el Analfabetismo y no Nuestra Lengua, Cultura e Identidad
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
Septiembre 8 Día Internacional de la Alfabetización – UNESCO.
Remotos están aquellos años en los que con sólo saber leer y
escribir y tener un mínimo de comprensión de las cuatro operaciones aritméticas
básicas era suficiente para considerarse alfabetizado, poder salir del estado
de “iletrado” y deshacerse del rótulo de “ignorante”, condición que
lleva a abierta discriminación, marginación, estigma social, exclusión laboral
y a ser considerado ciudadano de baja condición. De hecho, por años en el país
y en el resto del mundo era condición para ejercer el derecho al sufragio saber
leer, escribir y firmar. Con frecuencia ante variedad de trámites
personales o legales el marginado analfabeto firma con su huella
digital.
A mediados del siglo pasado se definía como alfabetizada a la
persona que era “capaz de leer con discernimiento y escribir una frase breve
y sencilla sobre su vida cotidiana”. Muy poco después, en 1962, se adoptó
la definición de persona alfabetizada como aquella que poseía un dominio
suficiente de la lectura, la escritura y la aritmética y era capaz de
usar sus conocimientos para su propio desarrollo y el de su comunidad. (https://rb.gy/dkvkbo).
Hay una distinción importante entre el analfabetismo
absoluto y el analfabetismo funcional. El analfabeto
absoluto es la persona mayor de 15 o más años que no ha aprendido a
leer, a escribir y a usar la aritmética básica.
El analfabetismo funcional se da por desuso ante la carencia de
oportunidades para enriquecer el vocabulario, poder seguir leyendo, acceder y
entender textos más elaborados, hacer uso de sinónimos y antónimos, expresar
una misma idea con precisión usando palabras distintas. Se da este desuso en
ambientes sociales marginados, urbanos y rurales, con bajo niveles de
escolarización en donde las personas quedan impedidas
para hacer uso de esas habilidades intelectuales y sociales tan
básicas. En Colombia el analfabetismo funcional se refiere, según el
Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, a las personas que con
menos de tres años de educación formal
que, aunque manifiestan saber leer y escribir, tienen dificultades para
entender las ideas de los demás y expresar de manera clara las propias (https://n9.cl/t59z).
En estos tiempos informatizados el analfabetismo funcional se
aplica a personas, incluidas aun las que tienen alto nivel de formación
educativa, que carecen de las habilidades para hacer uso de una variedad
de recursos y medios digitales que se han vuelto no un lujo sino una
necesidad para el desempeño social y laboral exitoso. A esta
situación se agregan el creciente imperativo de la habilidad para entender
textos y comunicarse en una segunda lengua y el descuido que se da desde tiempo
atrás en la enseñanza del español desde preescolar hasta la universidad.
La UNESCO declaró el 8 de septiembre de cada año como el “Día
Internacional de la Alfabetización” para recordar a todos la
importancia de ella y de la necesidad de intensificar los esfuerzos para
superar el analfabetismo. Señala esa organización que: “Más allá de su
concepto convencional como conjunto de habilidades de lectura, escritura y
cálculo, la alfabetización se entiende hoy día como un medio de identificación,
comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más
digitalizado, basado en textos, rico en información y en rápida mutación”. (https://rb.gy/xwtf9w).
La alfabetización está ligada al desarrollo humano, al bienestar,
al progreso de las personas, a mejores oportunidades laborales, al
desarrollo sostenible, la salud, la alimentación sana, el pleno ejercicio de
derechos y deberes ciudadanos, al fortalecimiento de las culturas y a la competitividad
de las economías.
La presencia de personas analfabetas es una indicación de la
existencia perturbadora de la exclusión social, económica y laboral. No extraña
afirmar que el analfabetismo está asociado intensamente a las distintas
clases de pobreza, tanto a la monetaria (ingresos necesarios para acceder
a una canasta de bienes para cubrir las necesidades básicas) como a la
multidimensional (los hogares con privaciones en dimensiones básicas necesarias
para el desarrollo de cada persona: condiciones educativas del hogar,
condiciones de la niñez y juventud, trabajo, salud, y servicios públicos
domiciliarios y vivienda). (https://rb.gy/yo0lag).
Se estima que en 2020 hay 670 millones de analfabetas en el mundo.
Para darnos cuenta de la magnitud del problema esa cifra equivale a tener la
totalidad de la población de América Latina y el Caribe como analfabetas. En esta
región son 36 millones de personas analfabetas, lo que equivale a algo más de
la población total del Perú. (https://rb.gy/pwgtyh). En Nicaragua y
Guatemala la tasa de analfabetismo alcanza el 18% y en Haití el 28%.
Por su parte, Argentina, Colombia, Cuba y Uruguay tienen el 98% o más de su
población alfabetizada sin diferencia perceptible entre hombres y mujeres. (https://rb.gy/uuibqp). Se ha dicho
que América Latina es un continente de analfabetos funcionales ya que se
estima que el 60% de sus adultos lo son, lo cual indica que si bien
saben leer no entienden lo que leen y tampoco lo que escuchan. (https://rb.gy/mbax8o). No pueden leer medios y entender
la complejidad de las noticias diarias en televisión y en otros medios impresos
o digitales.
Este crucial asunto no es sólo propio de nuestros países. Se ha
destacado que al menos el 70% de los italianos son analfabetas funcionales con
un nivel mínimo de comprensión en la lectura o en la escucha de un texto
de mediana dificultad. Un 55% de la población es analfabeta estructural con la
incapacidad de descifrar letras o cifras, situación que se agrava allá, y en
todas partes, con los requerimientos de
la economía del siglo XXI y con la dificultad de enfrentar el feroz desarrollo tecnológico. Estas
cifras han permitido llegar a la afirmación de que el italiano como idioma está
en riesgo de desaparecer. (https://rb.gy/c20o6o). En España se afirma de los
alumnos que finalizan la educación secundaria obligatoria
son analfabetos funcionales por la incapacidad de realizar cálculos
matemáticos básicos y de entender anuncios y carteles informativos (https://rb.gy/p02ttf).
La plena alfabetización se refiere a recursos
yoicos para poder mantener una formación continua a lo largo de la vida, poder
recrearse, participar en la vida social, expresar y recibir afecto, escribir o
disfrutar obras literarias, desarrollar la inteligencia, el pensamiento
crítico, entender problemas e intervenir para la formulación individual
o colectiva de posibles soluciones. Leer y escribir en la propia lengua
también habilita para solidificar la identidad cultural y la riqueza que
da la diversidad de lenguas en el planeta. En la
sociedad informatizada la plena alfabetización permite a las personas ser
productores y diseminadores de contenidos, participar con eficacia
en foros virtuales y videoconferencias, hacer uso de la ciudadanía en
línea, ejercer una variedad de derechos, acrecentar la solidaridad global y
poseer juicio crítico frente a la información que circula en las redes sociales
y por la amplia variedad de medios disponibles hoy.
Compete a todos contribuir a la
eliminación de cualquier forma de analfabetismo para construir una sociedad
igualitaria y democrática, para que no desaparezca nuestra lengua, nuestra cultura y nuestra identidad.
Es preciso fomentar el aprendizaje del español, no como una
asignatura más, sino articulado a procesos creativos mediante el desarrollo de
habilidades comunicativas en proyectos que integren distintas áreas de
formación. Leer obras literarias, ensayos de diversa índole, libros
impresos o digitales de artes, tecnologías, ciencias naturales y sociales,
manuales, páginas web, así como la participación en foros o debates
presenciales o virtuales son, entre otras opciones, maneras de
enriquecer el vocabulario, fomentar la apreciación de la valía de nuestra
lengua, leer y aplicar en diversos contextos el conocimiento, ganar
en la solidez de la comprensión y, a la vez, escribir con fluidez para una
comunicación precisa, asertiva y efectiva.
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