Los Resultados de las Pruebas Académicas de Estado para Bachilleres son Fake News
Los
Resultados de las Pruebas Académicas de Estado para Bachilleres son Fake
News
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
“Entre más se use un indicador social cuantitativo
para la toma de decisiones sociales se estará más sujeto a presiones de la
corrupción, y será más propicio para distorsionar y corromper los procesos
sociales que intentan monitorear. Cuando los puntajes en los tests se convierten
en la meta del proceso de enseñanza ambos pierden su valor como indicadores
del estatus de la educación y distorsionan los procesos educativos en modos no
deseados” -Donald T. Campbell
Debido a
la coyuntura mundial actual el gobierno nacional ha suspendido provisionalmente
la aplicación de la prueba de Estado para bachilleres y ha señalado que
mediante decreto flexibilizará el proceso de admisión a la educación superior,
asunto que siempre debió ser del fuero de la autonomía universitaria. La
suspensión ha llevado a que las instituciones de educación superior varíen en
algo, y de emergencia, sus criterios de admisión. Algunas han recurrido a
entrevistas, al ranking de los colegios en años anteriores en esas pruebas y a
calificaciones en el bachillerato. O sea, esas pruebas, cuyos resultados desde
sus orígenes se han convertido en fake news que muchos devoran como
ciertas, no serán requisitos, por ahora, para ingreso a la educación superior.
Tuvo que llegar una pandemia para que
al fin se reconociera que esa pruebas no han cumplido ni cumplen un fin pedagógico o social útil y valedero. La
sociedad y las instituciones educativas pueden existir y ser más exitosas
e innovadoras sin esos exámenes, los
cuales por sí mismo y de por sí han tratado, con mirada obtusa y añeja desde
1968, definir qué es una educación de calidad. Ellas mismas se han constituido
en un obstáculo para la actualización pedagógica y la innovación educativa que
pueden liderar maestros y directivos escolares hoy acosados por el fantasma de
los rankings que se generan con sus inválidos resultados. A la vez, se han
constituido en uno de los factores que afectan la calidad de la educación y la
consecución de sus metas sociales para la vida social, productiva y democrática
de este siglo XXI. Las altas metas sociales y personales de la educación no se
centran, ni están articuladas, a la obtención de una determinada puntuación en
exámenes de Estado para bachilleres y tampoco en las pruebas estandarizadas
internacionales como PISA.
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Son fake news
porque de tanto repetir su no probada importancia y eficacia para mejorar los
procesos formativos se han convertido en cierta la falsedad y el engaño
colectivo.
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Fake news porque se ha hecho creer, sin fundamento, que
tienen un fin legítimo.
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Fake news porque configuran una visión particular y
excluyente del mundo.
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Fake news por qué de los resultados en ellas se
apropian determinados sectores o instituciones para posicionar su propia imagen
ante la sociedad, los padres de familia y los subyugados estudiantes que
sienten y viven a diario la inutilidad de ellas para su vida presente y futura.
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Son fake news
porque no valoran, excluyen y estigmatizan a los estudiantes más talentosos,
creativos y con pensamiento divergente.
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También son fake news porque los alumnos saben que en el
corto y largo plazos el puntaje obtenido pasará al olvido, nadie ni ninguna
organización indagará por esos resultados.
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Fake news porque sus resultados se usan para denigrar
de las escuelas públicas y de sus muy valiosos maestros.
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Fake news porque engañan a muchos y los enceguecen para ver ilusiones
y ocultar el muy evidente modelo educativo desgastado e ineficiente con sus
prácticas curriculares fenecidas y embalsamadas por algunos.
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Fake news que no deja que muchos puedan reconocer la
necesidad de enfrentar la severa y muy necesaria tarea de innovación
transformadora del muy añejo y desactualizado modelo educativo.
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Fake news porque para muchos ocultan realidades del mundo actual con
todas las transformaciones y afectaciones sociales y culturales que se nos
vienen encima.
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Son fake news
porque promueven la obtención de más altos puntajes por fuera de los esfuerzos
para promover mejores, más altos, significativos y pertinentes aprendizajes.
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Son fake news porque no se asocian a la formación
para la vida ciudadana, la democracia, la protección del planeta y su
biodiversidad.
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Son
fake news porque llevan a que
se gaste mucho dinero y tiempo de muchos
padres preparando a los estudiantes para
las pruebas consideradas con falsedad consentida como los criterios para el
éxito futuro en la vida.
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Son fake news
porque dejan por fuera intereses y habilidades de los alumnos, así como metas
formativas importantes en los campos sociales, humanísticos, el arte, la
cultura, la educación física y la salud.
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Son fake news porque no promueven la
formación en las habilidades socioemocionales esenciales y propias de
una educación signada de humanismo.
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Son fake
news por que se asocian a la trampa y a la corrupción como bien se ha
demostrado en varios casos.
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Son fake news porque
castigan a los maestros y escuelas que innovan en sus prácticas pedagógicas.
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Son fake
news porque no han servido para promover una educación de calidad al
alcance de todos los colombianos y han privilegiado a sectores sociales con
discriminación de otros, usualmente los marginados, los de zonas no
metropolitanas, las minorías y poblaciones alejadas del centro del país.
- ·
Fake news por qué de ellas y de sus resultados se
apropian determinados sectores o instituciones de la sociedad, unos para
posicionar su propia imagen ante la sociedad, padres de familia y estudiantes,
y para denigrar de las escuelas públicas y de sus muy valiosos maestros.
Los resultados que se entregan y se
divulgan de las pruebas estandarizadas
de Estado para bachilleres son, además, fake news porque:
- · Son claro ejemplo
de la “Ley de Campbell” presente en el epígrafe de este artículo la cual
dice que: “Entre más se use un indicador social
cuantitativo para la toma de decisiones sociales se estará más sujeto a
presiones de la corrupción, y será más propicio para distorsionar y corromper
los procesos sociales que intentan monitorear. Cuando los puntajes en los tests
se convierten en la meta del proceso de enseñanza ambos pierden su valor como
indicadores del estatus de la educación y distorsionan los procesos educativos
en modos no deseados”.
- · Ellas vuelven hoy obsoleta la razón fundamental de una
educación innovadora, humanista y transformadora como “la aldea de la
educación” que ha propuesto Su Santidad Francisco para tener nuevo humanismo educativo, una
humanidad más fraterna y otros modos de entender la economía, la
política, el crecimiento y el progreso. (https://rb.gy/o9hafu).
Hoy a lo largo y ancho de todo el
mundo las universidades han sido forzadas a variar sus criterios de admisión. En
Estados Unidos tampoco han tenido muchas otra opción que prescindir de las
pruebas estandarizadas para bachilleres SAT (Scholastic Assessment Test) y ACT
(American College Testing) para admitir a nuevos estudiantes. Bien se ha
destacado que han tenido que recurrir a “lo impensable”: prescindir de esas dos
pruebas. Ha surgido en ese
país un fuerte movimiento para que la presentación de esos exámenes sea
opcional, lo cual tiene posibilidades y camino ya recorrido porque más de 100O
de ellas ya lo habían hecho antes de la pandemia del COVID – 19. Entre las que
consideran prescindir deseos tests está la muy reconocida Universidad de
California.
Una organización dirigida por
estudiantes (https://www.stuvoice.org/)
lidera programas para la formación de los alumnos como agentes de los cambios políticos
y sociales. Con el fin de avanzar en la idea de procesos de admisión inclusivos
más allá de los basados en pruebas estandarizadas realizaron a mediados de
abril de 2020 un encuentro de estudiantes y representantes de muchas
universidades. Muchas de éstas (algunas desde 2005)
ya
han anticipado que prescindirán de ellas. Están las universidades frente a un futuro
menos cierto en medio del decreciente número de alumnos año por año, de la
inseguridad de cuántos regresarán después del cierre por la pandemia, de
recortes presupuestales estatales, de los impagables costos de matrícula y
manutención, del incremento en sus pasivos y disminución de ingresos
financieros, de la restricción de la inmigración y de su dependencia financiera
de un alto número de alumnos extranjeros, especialmente de China y otros países
de Asia.
Se ha dicho con respecto a las
universidades británicas que: “Cientos de millones de libras esterlinas
se perderán por la cancelación de aspirantes a admisión por parte de
estudiantes extranjeros”, las que dependen en sus ingresos de los 120.00
estudiantes que tienen de China y otra cantidad grande de otros países
asiáticos. (https://rb.gy/qyawgr).
En países de Europa se ha
cancelado la aplicación de tests de lenguas extranjeras y académicos como
IELTS y TOEFL (tests de inglés),
GRE y GMAT (tests para
postgrados) usados como criterios de admisión. En otros países como Australia se ha seguido un camino
similar.
El Centro Nacional para Exámenes Justos y Abiertos (“FairTest.
The National Center for Fair and Open
Testing”. https://rb.gy/luqbsk)
focaliza su trabajo en el avance
de la calidad de la educación y de la igualdad de oportunidades
promoviendo evaluaciones de estudiantes que sean abiertas, válidas y de
beneficio para los estudiantes, los profesores y las instituciones educativas.
Impulsa esa organización, a la vez, finalizar con el mal a uso y las limitaciones
de los tests estandarizados que impiden el alcance de esas metas. Pone ese
Centro énfasis en la eliminación de las barreras raciales, de clases, de género
y culturales presentes en los tests estandarizados, barreras que dañan la
calidad de la educación. En la página de esa Organización se encuentran ensayos
que muestran cómo son inconvenientes y cómo ellos dañan la calidad de la
educación. Se listan ahí las más de 1130 instituciones de educación superior
que, a abril de 2020, han optado por una variedad de criterios flexibles para
admisión a la educación superior.
En “The Economist” varios autores han indagado sobre la
validez de esos exámenes y si sus
puntajes son la espina dorsal de la meritocracia o el eje central de los
privilegios. Se advierte que los dueños de las empresas privadas que los venden
ejercen presión alegando las fortalezas que tienen, pero como se señala uno de
los artículos: “Todas las medidas de preparación para la universidad están
afectadas por la inequidad social y no es ninguna sorpresa, pero si infortunio,
que los estudiantes de los sectores más pobres sean los de peor desempeño”. (https://rb.gy/vtv8pp).
El muy reconocido
internacionalmente periódico “Christian Science Monitor” indaga si la
opción que han tenido muchas universidades de alejarse de los tests
estandarizados como criterio de admisión se trata de un pensamiento
revolucionario y si dicha opción está contribuyendo a un cambio profundo en la
sociedad sobre la manera cómo las universidades valoran los méritos y refuerzan
la importancia de los talentos, valores y el carácter de los estudiantes. (https://rb.gy/fn3zir).
Un
estudiante ha afirmado de manera lapidaria que alguien que se desempeña bien en
un examen estandarizado sólo indica que es bueno para tomar un test
estandarizado. Nada más que eso.
Es
en serio, hay que acabar con el juego de la exclusión en la educación mediante
exámenes y trabajar por procesos sólidos de construcción de un orden social que
sea más justo y equitativo.
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