Los Días Muy Especiales y Propósitos de Enmienda para el Año Nuevo

Los Días Muy Especiales y Propósitos de Enmienda para el Año Nuevo

           

Iniciar un año nuevo siempre se acompaña de buenas intenciones y de los deseos de una nueva vida próspera y llena de felicidad. Son momentos breves, colmados de propósitos de enmienda y también de contrición de corazón, pero que, con altísima frecuencia, se carece de la firme decisión para no repetir comportamientos u omisiones que afectan la vida propia, la de los demás y también, sin olvidar, al medio ambiente. No sólo reconocemos errores, sino que hemos consentido caer en ellos a sabiendas o a pesar de reiteradas prevenciones que nos muestran riesgos y peligros.

Un nuevo año debe construirse como un espacio de conciencia, de cambio, de arrepentimiento frente a los impactos que nuestra conducta personal o colectiva haya podido tener en el pasado. Se puede recordar que, desde las religiones, la contrición es el reconocimiento intenso de haber cometido una falta que ha afectado a sí mismo o a otros. La contrición de corazón nos lleva a la rectificación o a la reparación.

No es suficiente la manifestación, solamente como una rutina, de los deseos de felicidad y prosperidad para el nuevo año. Aparte de cumplir con la etiqueta social, debemos desear y contribuir de corazón para que sean felices nuestros seres queridos y las demás personas, ese y todos los años venideros. La felicidad es un sentimiento y un logro colectivo y no se transmite o se alcanza con ocasionales y livianos deseos recorridos de acartonamiento social. No basta la frase suelta de deseo de «felicidad y prosperidad», sin el compromiso afectivo, personal y solidario con los demás.

Si anhelamos años venideros felices, será necesario modificar muchos de nuestros comportamientos y reorientar nuestras acciones hacia la consolidación del mejorestar colectivo. O sea, en lugar de «Feliz Año Nuevo» para ti, el genuino deseo debe ser «Seamos Felices Juntos» con comprometida unión en el año nuevos y en los siguientes años.

Las celebraciones a lo largo del año de cientos de días especiales, referidos a acontecimientos conmemorativo de algún evento, de festividad patria o religiosa, o de convocatoria a acciones de cuidado y reparación, ofrecen oportunidades para el trabajo colectivo, hacia la prosperidad y felicidad deseadas. Esos días son de recuerdo para que pasen desapercibidos, sin conciencia de ellos y de las acciones o comportamientos que, como seres sociales, debemos adelantar de modo permanente. Constituyen, por lo tanto, la invitación necesaria y obligante para que quienes deseamos «felicidad y prosperidad» las acojamos y vivamos con entusiasmo y firmeza de corazón e invitemos a muchos más a que conozcan y participen de las conmemoraciones o acciones que se definen, se proclaman o se defienden en cada uno de esos días especiales.   

Con seguridad, algunos de los días que se definen a lo largo del año están llenos de sutilezas; unos podrían lindar en lo ridículo, que seguramente invitarán a alguna sonrisa o sonrojo. Algunos otros, por su naturaleza extraña, reflejan, de todos modos, asuntos esenciales en la vida de muchas personas y comunidades. En los el siguiente enlace, mes por mes, el lector encontrará una lista de días especiales: festivos, nacionales, religiosos, cívicos y de otra índole: https://shorturl.at/aIYZ4, https://shorturl.at/gnvHS, https://shorturl.at/nqvLM, https://shorturl.at/mpH13).  

Entre aquellos eventos con algún contenido exótico o esotérico están los días «mundiales» (así llamados) de: el Introvertido, el Perezoso, los Arganes, el Mazapán, el Chicle, el Orgullo Zombi, el Número Pi, el Ron, el Inodoro, el Backup, los Sándwiches Armados, la Gelatina, el Bikini, la Barba Azul, el Pelo, los Pelirrojos y los Calvos. A estos, se agregan otros como los días Internacionales de: la Espinaca, Sin Dietas, la Papa Frita, la Zurdera, la Camisa Arrugada, los Amores Imposibles, el Beso Robado, el Infiel o el Amante, de las Personas de Talla Baja, del Pene o la fertilidad, de Brindar por la Soledad, del Hijo del Medio, de Quedarse en Casa y…  existen muchísimos más. 

Aparte de la posible nimiedad o de celebraciones insólitas, debe ser propósito de enmienda de cada uno comprometer las acciones individuales y colectivas para asegurar, más allá del ritual deseo de «Próspero Año Nuevo», caminos para efectivamente construir opciones para la prosperidad personal, familiar y colectiva, en época muy delicada cuando estamos en medio de una creciente crisis climática, guerras, desastres naturales, desplazamientos masivos, crecimiento de la pobreza y muchos otros males, con cuyas presencias nuestros deseos de prosperidad en el año nuevo pierden su fuerza afectiva; deseos que caerán al suelo directamente de la boca de que quien lo pronuncia (o escribe) o se los llevarán los vientos huracanados productos de la intervención humana que hace mal uso y sobreexplota los recursos de la naturaleza. Ese humano y bello deseo de prosperidad en el año nuevo tiene que ser para los muchos años siguientes, basado en el compromiso colectivo de mejorar nuestra única casa, La Tierra, la que estamos destruyendo e incendiando. De seguir el camino actual, no habrá prosperidad, sino desastres colectivos y hasta la extinción de las especies vivas, incluidos nosotros los humanos. 

En el contexto universal hay unos días de congregación colectiva; días que invitan a la unión y a la solidaridad entre todos los humanos alrededor del mundo: Dos de ellos son: «El Día de la Madre» (en fecha que varía según los países) y «El Día Internacional de la Madre Tierra» (22 de abril), de esa  madre Tierra que nos invita a recordar que el planeta es madre nutricia, acogedora y abrigadora nuestra, que ella alberga un conjunto inmenso de ecosistemas que a través de eones, y mediante diversos y creativos procesos evolutivos, ha creado para nuestro bienestar una variedad amplia y rica de ecosistemas de los cuales los humanos hemos derivado los recursos para alcanzar el bienestar general y construir modo saludables de vida. Se espera que ese día asumamos y reiteremos por siempre, como lo ha señalado la UNESCO, «la responsabilidad colectiva de fomentar esta armonía con la naturaleza porque de la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y sus habitantes». (https://shorturl.at/mnpBU). Es una convocatoria, de obligatorio cumplimiento para que todo el año, y todos los años, cuidemos la vida en el planeta, combatamos el cambio climático, la pobreza y, como tantas veces se ha señalado, trabajemos para prevenir que ocurra la sexta extinción masiva de ser vivos, de los cuales nosotros seríamos parte.

Está demostrado por nuestros ancestros que es posible vivir en armonía con la naturaleza y que de ella podemos obtener los recursos necesarios para el buen vivir mediante estrategias sostenibles. Así, se asegura un futuro boyante y floreciente, lleno de prosperidad para las generaciones futuras.  Por eso, acompañado de ese día existe también «El Día Mundial del Futuro» (2 de diciembre). 

En el futuro es donde cada uno de nosotros y nuestros descendientes viviremos; esta celebración nos indica y nos compromete a que no vivamos de la ilusión, de la buena fe, o como simple rutina o etiqueta social, de seguir deseando prosperidad sólo en los determinados momentos pasajeros como cuando se anticipa o se inicia un nuevo año. Si no adelantamos las acciones de cuidado de la Madre Tierra, entonces bien podríamos anticipar que, como especie humana, carecemos de futuro y que el que preparamos y ofrecemos a niños y jóvenes actuales, y a las próximas generaciones, será uno lleno de pena y dolor, por culpa de la sobreexplotación que hacemos de los recursos nutricios que nos provee la Madre Tierra y del consumo de combustibles fósiles que aceleran el calentamiento global, con todas sus penosas consecuencias, de las  que de la que somos testigos, sufrimos y vivimos a diario. Como todos sabemos, de no tomarse las medidas necesarias, nos inmolaremos todos en medio de una crisis global y humanitaria, gravísima y adolorida, lejos de la «felicidad y prosperidad» tantas veces deseadas, pero sin efectivos compromisos de enmienda, reparación y constricción de corazón. 

Un muy distinguido médico, lector de mis artículos, me sugirió que recordáramos todos no olvidar en los días decembrinos el autocuidado de la salud, ya que es un período en el que se aumentan las hospitalizaciones y las muertes.

Preparemos para construir con cuerpo y espíritu enriquecidos y solidarios años nuevos, muy prósperos para construir la felicidad de todos, en especial de niños y jóvenes, no sólo con palabras sueltas, sino con acciones adosadas a la humana solidaridad.  Que no sean frases de momento, sino guiadas de deseos genuinos y de compromisos y acciones que puedan realizarse. No, no nos bastan los deseos con frases equívocas, recorridas de anfibología. Precisamos construir la prosperidad futura.


¡Años de Paz y Prosperidad para las nuevas generaciones!


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