Niños y Jóvenes Bien Formados Aseguran los Frutos y Privilegios de la Democracia

 

Niños y Jóvenes Bien Formados Aseguran los Frutos y Privilegios de la Democracia

Enrique E. Batista J., Ph. D.

https://paideianueva.blogspot.com/


Hoy es preciso recordar que, como bien se sabe y se ha resaltado tantas veces, por el mero hecho de nacer, los niños están imbuidos de derechos, los cuales son universales, interdependientes, indivisibles, inviolables, inalienables, irrenunciables y progresivos. (https://shorturl.at/bkyW9).

Se garantiza su cumplimiento a plenitud mejor en los Estados genuinamente democráticos. Así, no se puede escapar a la conciencia de los adultos que los pequeños deben sentir y vivir el actuar democrático desde la más tierna edad; es una labor que corresponde a padres de familia, a la sociedad en general y a los maestros en las escuelas. Sociedades, hogares y escuelas regidas por los principios de la democracia como  camino para asegurar el cumplimiento pleno de los derechos que consagran las constituciones de los Estados democráticos y una variedad amplia de declaraciones universales firmadas por la inmensa mayoría de los países de todo el mundo, como es el caso de la Convención Americana de Derechos Humanos que en  el artículo 23, referido a los derechos políticos estipula: «Todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y oportunidades: a) De participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes libremente elegidos; b) De votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores, y c) De tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de su país». (https://shorturl.at/gkF02).

En este mundo en el que niños y joven aprenderán desde muy pequeños a entender la democracia, las ventajas de vivir en ella, a defender la vigencia plena de la misma, se formarán con la buena educación, y con el ejemplo, que en una sociedad democrática todos tienen derecho a la organización y la participación para llegar a ser buenos ciudadanos y a consolidar la plena vigencia de los derechos, con primacía, entre otros, los derechos de libre expresión, de reunión y de asociación y, también, la libertad de prensa. La democracia es el fundamento de la libertad, resaltable hoy en medio del hecho de que más de un tercio de la población mundial vive bajo regímenes autoritarios, lejos de los principios y valores de las democracias y de la vigencia plena de los derechos ciudadanos.

Desde el hogar, y desde la escuela, compete la formación de hombres libres, porque la libertad es connatural a una sociedad democrática, y a la meta de formar ciudadanos con capacidad para tomar decisiones con autonomía en los campos de la política, las ideologías y la moral, decisiones claves que se requieran para el bienestar colectivo y el progreso público, porque lo público se construye y se defiende con el conocimiento y con en el ejercicio de la democracia.

Formar desde la niñez y la juventud para la participación efectiva y libre como ciudadanos es uno de los elementos esenciales y vitales para la existencia de sociedades con Estados democráticos. Asunto importante en la medida en que, a pesar de la antigüedad que tiene la democracia como modo de organización política de los Estados, ésta es imperfecta, se mantiene en continuo cambio y construcción. Los niños y jóvenes se formarán y aceptarán que la democracia y sus frutos pertenecen a todos los ciudadanos como seres libres que trabajan por la dignidad, el progreso colectivo y la búsqueda permanente de la felicidad.

Desde diversas orillas ideológicas se ha abusado del término democracia y se han apropiado, con impropiedad destacable, de esa denominación cuando la concepción de Estado y los modos especiales de conducir al mismo están lejos de la voluntad popular y muy cercanos a la represión y a la dictadura. Por eso, conviene enfatizar en los procesos formativos familiares, sociales y escolares que la democracia es un bien supremo, pero recociendo que siempre está en construcción, también en peligro y, con frecuencia en el mundo actual, cada vez más escasa y con creciente desapego a ella por amplios sectores de la población, incluidos los jóvenes, como se ha señalado en distintas oportunidades.

Hoy alrededor del mundo se celebran cada año más centenares de eventos electorales en donde los ciudadanos son convocados a la elección de funcionarios públicos y miembros de los diversos cuerpos legislativos que contemplan las distintas constituciones de los países. Esos eventos electorales se centran alrededor de campañas dirigidas a convencer a los ciudadanos a votar por una determinada corriente ideológica, partidistas o por propuestas de reformas en referéndums o plebiscitos sobre proyectos o cambios que requiere la sociedad, y para los cuales se prevé éxito si se obtiene un consenso ciudadano expresado en la votación mayoritaria. Es la invitación al derecho al voto secreto, al sufragio.

Sufragar en unas elecciones es ejercer el derecho irrenunciable al voto en una democracia. El origen del voquible «sufragio» se remonta 2500 años atrás, cuando en la antigua Grecia el voto se emitía en fragmentos de cerámica.  En castellano se tomó del latín llegó «suffragare», con la misma raíz que tienen los voquibles fragmento y frágil. (https://shorturl.at/jkP12).  Muchos podrán reconocer que aún hoy, 25 centurias después, las votaciones electorales son procesos bastante frágiles, aunque no sufraguemos con los ya quebrados pedazos de cerámica. En la urna, con el sufragio, no empieza la democracia, y tampoco finaliza en ella. La democracia se construye, se vive y ejerce a diario.

El sufragio ha sido un mandato que nos impone a todos la democracia, precepto que es de necesario cumplimiento si es que se va a vivir en un régimen que lo sea. Ese mandato obliga, como se señaló, a la libre organización y participación ciudadana. Uno de los modos de organización y participación ocurre por medio de los partidos políticos, organizaciones y asociaciones de la sociedad civil, sindicatos y otros. Un partido político es genuinamente democrático si tiene fuerte apoyo en la ciudadanía y fija criterios ideológicos claros para adelantar las acciones de gobierno que beneficien a los ciudadanos; es decir, una democracia para todos, para el pueblo, como bien se infiere por la etimología del mismo término. La ausencia de partidos o su degeneración sectaria o burocrática, ávidos de la contratación estatal, en lugar de avanzar con propuestas para consolidar al Estado como una posesión esencial que pertenece a todos los ciudadanos. Tal degeneración es una forma de pervertir la democracia.

Como se indicó, dicha participación se refiere al empoderamiento que tienen los ciudadanos para elegir libremente a quienes los van a gobernar, con la vigencia del derecho a elegir y ser elegido por sufragio universal e igualitario mediante el voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores. La organización y participación incluye acciones populares para controvertir u oponerse a leyes injustas, asegurar que ellas sean expedidas para el mejorestar y el progreso colectivo, para  sostener la independencia de los poderes públicos, respaldar la aplicación recta y oportuna de la justicia,  apoyar los procesos de control de las acciones de los gobernantes, la rendición abierta de cuentas y para propugnar  por la continua consolidación de programas y estrategias estatales que aseguren la igualdad de oportunidades, la equidad y la superación de las exclusiones.  

La participación electoral es uno de los requisitos de la democracia, un derecho de los ciudadanos al cual no le cabe restricciones, aparte de las que consagran las mismas normas legales expedidas en un Estado Democrático. En los procesos formativos de las nuevas generaciones se enfatizará que la convocatoria a elecciones, en sí misma, no constituyen un acto de democracia; en muchos Estados no se admite la pluralidad de partidos, ni procesos libres y transparentes de elección y auditoría social a la acción de los gobernantes. El procedimiento genuino de elección de estos, «se fundamentan en el reconocimiento del sufragio universal, sufragio igual, sufragio directo y sufragio secreto. En el voto libre y secreto se fundamenta la esencia de la democracia».  (https://shorturl.at/qtxH8).

Empoderar a las próximas generaciones para que sean los guardianes, actuales y futuros, de la democracia es una tarea ineludible. Esas generaciones deben estar formadas para reconocer las amenazas que recaen sobre ella y de la conveniencia de ser parte de organizaciones de la sociedad civil para promoverla y defenderla.  

 

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