Escuelas Sostenibles Construidas con Huellas Verdes para el Bienestar y la Viabilidad de las Generaciones Futuras

 

Escuelas Sostenibles Construidas con Huellas Verdes para el Bienestar y la Viabilidad de las Generaciones Futuras


Enrique E. Batista J., Ph. D.

https://paideianueva.blogspot.com/

 

La sostenibilidad ambiental se define como: «La capacidad de mantener los sistemas para satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer el bienestar y la viabilidad de las generaciones futuras. Se reduce a un conjunto de estrategias, ideas y comportamientos enfocados a reducir los impactos negativos que nuestros hábitos están imponiendo a la biodiversidad en su conjunto». (https://rb.gy/oxxvj).

Una escuela sostenible es aquella donde los alumnos aprenden más sobre los conceptos de sostenibilidad, las formas de cambiar viejos hábitos perturbadores de los ecosistemas y los modos de promover la adquisición de una conciencia sobre el uso apropiado de los recursos naturales. En la escuela se puede vivir en armonía con la naturaleza. Y, nuevamente, la formación y ejercitación del  pensamiento  crítico es un logro escolar importante  y  básico para adelantar  proyectos de aprendizaje y emprender acciones para una educación sostenible.

Pero, no basta anticipar que debemos entregar a niños y jóvenes, a las «generaciones futuras», un mundo mejor, con una condición de habitabilidad en la que los humanos puedan vivir en armonía con la naturaleza y con sus congéneres. Formular ese propósito es insuficiente. Para poderlo sustentar y desarrollar, con maciza y consistente propiedad, se precisan acciones en cuatro sentidos: 1. Que ellos, niños y jóvenes, adquieran conciencia de lo que significa la crisis ambiental actual, los factores y acciones humanas  que han llevado a ella, la naturaleza del calentamiento global, del efecto de invernadero y  de las consecuencias de los mismos en la calidad de vida de todos en el planeta. 2. Que reconozcan los efectos adversos del calentamiento global que ya se dan en sus vidas, en su comunidad y en el medio ambiente más próximo. 3. Que se diseñen las  estrategias requeridas  para que ellos sean formados como parte activa en la preservación de la vida en el planeta y para que sean sujetos  esenciales para la creación de las condiciones  que los llevarán al mundo en que «les tocará vivir» en el futuro. 4. Que reconozcan que la escuela y el hogar han formado y forman partes, tanto activas como pasivas, de la crisis climáticas global.

 En el fondo, estas cuatro condiciones  significan llegar a ser sujetos activos, con  conciencia plena de que la vida en el planeta está en peligro y de que muchas de las soluciones están al alcance  con el esfuerzo colaborativo de todos.

Datos recientes de la UNESCO muestran que en la mayor parte de las escuelas del mundo existe desconexión entre lo que se enseña y las realidades del cambio climático. Si la escuela sigue con la ilusión de que puede preparar a  los niños y a los jóvenes de hoy  para una vida personal y socialmente productiva en el futuro, sin la formación para entender, ser conscientes y formar  parte activa de las soluciones frente a la crisis climática, ese futuro es oscuro y  nada promisorio para las  generaciones futuras. No pueden existir escuelas que ignoren la formación para entender la naturaleza de los atropellos que se cometen a la naturaleza y los detestables efectos en todas las comunidades de humanos. Ha señalado  la  ONU en su programa de transformación de la educación que en las escuelas se debe formar para que  los alumnos, y demás miembros de las comunidades educativas, adquieran  comprensiones y expresen acciones positivas frente a la emergencia climática y ambiental. Los niños y jóvenes precisan adquirir  «los conocimientos, habilidades, valores y actitudes para enfrentar el cambio climático y promover un desarrollo sostenible». El mismo ambiente físico de las escuelas necesita  ser   transformado para que sus diseños sean amistosos con el medio ambiente, y congruentes con la sostenibilidad en los ámbitos físico, social, cultura y  pedagógico. Así, las escuelas, entre muchas prioridades que variarán en intensidad y prioridad según condiciones particulares, tienen que ser eficientes en el uso de la energía, del agua y con adecuados procedimientos para la disposición de los diferentes tipos de desechos. (https://rb.gy/jrc1i, https://t.ly/3A55e).

El agua, como es bien sabido, es un elemento vital para la existencia de la vida en el planeta; por lo tanto, si tenemos una formación escolar sostenible, los educandos deben reconocer como un hecho Inevitable que hay escasez de agua en el mundo y que cada vez hay más de ella contaminada por todos nosotros. Así, en las escuelas debe ser  tarea cotidiana  el monitoreo a los modos de consumo y pérdida del agua. Del mismo modo, los ambientes para el aprendizaje requieren aire de calidad con adecuada circulación del mismo, luz natural en abundancia, empleo de energías limpias y control de temperaturas extremas. (https://shorturl.at/jkIOZ).

Se aprende más y mejor si los ambientes para el aprendizaje son cómodos y apropiados para las distintas estrategias y actividades que deben adelantar maestros y alumnos. Si se piensa mágicamente en el sentido de que basta mantener el ambiente tradicional escolar para alcanzar los propósitos formativos deseados, sabemos que, en general, por mucho, el mismo no responde a los criterios,  necesidades  y apremiantes acciones  que puedan ejemplificar el cuidado del medioambiente y los modos de contribuir a la  mitigación de los efectos que, también desde la escuela, se dan para contribuir a la crisis climáticas.  Las construcciones escolares deben ser una demostración ejemplarizante  de que los alumnos se están preparando para vivir en un mundo ecosostenible y que la escuela, en sí misma, representa ese valor. El  ambiente escolar no puede contradecir los propósitos formativos que se requieren hoy para preservar la vida en la naturaleza, con todos sus recursos renovables o no. Por ello, la UNESCO ha señalado,  que para que los alumnos sean agentes activos contra el cambio climático se requiere necesariamente  la transformación de los ambientes de aprendizaje en donde estudian. (https://shorturl.at/pxGS2, https://shorturl.at/vBHLM ).

Si se toma como análisis la grave afectación  que crea el uso de plásticos, desde las Naciones Unidas se anota que hacia mediados de este siglo habrá mucho más plástico que peces en los océanos, con lo cual se afecta el equilibrio ecológico mundial, la economía, el trabajo y la salud de millones de personas y de otros seres vivos. (https://shorturl.at/zCJMT).

Otras decisiones  para ser proactivos en la mitigación de los efectos del cambio climático en las escuelas están: Plantación de jardines o de vegetación tanto en espacios internos como externos, huerta escolar, empleo de paneles solares, consumo de productos naturales, prohibición de materiales no biodegradables de un solo uso, restricción del uso de plásticos, auditoría en el uso y consumo de energía y agua,  empleo de energías renovables, cierre de grifos,  apagado de equipos cuando no estén en uso, empleo de agua lluvia para efectos de regadío y similares acciones, empleo de materiales de enseñanza y de aprendizaje que sean amigables con el medio ambiente. Todas las acciones se apoyarán en la comprensión y aplicación de la regla de las  cinco erres: Reducir, Reparar, Recuperar, Reutilizar y Reciclar (https://t.ly/7LI8g). Es importante, así mismo, celebrar con fines formativos y alrededor de avances en la escuela, en el barrio o la municipalidad, los días del planeta, de la tierra y del medio ambiente y otros  que puedan concurrir  con los propósitos formativos. Es de crucial importancia formular en cada una de las áreas de formación, estrategias  de aprendizaje por  proyectos  con visón medioambiental. En esencia, la escuela en su proyecto educativo institucional debe formular y encaminar soluciones hacia un medio ambiente escolar con cero desechos y reducción sustancial de los comportamientos y consumos que contribuyen al efecto invernadero. (https://t.ly/KBMt).

La formación escolar, y la de la ciudadanía en general, implica que se entienda que la sostenibilidad  ambiental conlleva superar la concepción de que los recursos de la naturaleza son inagotables y de que  ellos estarán ahí por siempre. Esa formación enfatizará que la explotación  inmisericorde de los recursos naturales no es la promueve el desarrollo económico, el progreso de las comunidades y tampoco, el supuesto que se ha hecho creer, de que tal explotación lleva a un mejoramiento de la calidad de vida, superación de la pobreza y de las desigualdades. La meta es que todos entiendan y practiquen la sostenibilidad ambiental para que se alcance un crecimiento económico, social, cultural y, obviamente, educativo que genere bienestar con equidad, preservando el medio ambiente. Se precisa que todos entendamos que del cuidado del medio ambiente y la mitigación de los efectos del cambio climático, depende el bienestar general de todos en el planeta y de un crecimiento económico equitativo qué afecte positivamente sin exclusión la vida de todos.
(
https://t.ly/RRP-f).

Conviene a todos deshacernos de la «huella de carbono», esa que dejamos a cada instante con nuestros modos de consumo, la  que genera los perniciosos  gases de efecto de invernadero y agudiza la crisis climática. Las únicas tres huellas ecológicas que debemos dejar deben ser:  1. La plantar, al caminar por las playas, al borde de los ríos, parques y en los bosques.  2. La  de nuestras manos, para abrazar con alegría a un planeta saludable. 3. Las del corazón, para expresar nuestro amor por  una vida saludable de toda la especie humana en armonía con las demás formas de vida.

Son las huellas con las que preservaremos para las generaciones futuras  a la Tierra, nuestro único hogar en el universo.  Desde ya, dejemos sólo  huellas verdes para gozo y dicha por todos  de los  dones que nos entrega la naturaleza.

 

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