Educación
Superior: Entre la Ilusión y el Espejismo para el Futuro Laboral de los Jóvenes
en el Mundo
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Los
servicios educativos en todo el mundo forman hoy a los jóvenes para el desempleo.
Así, aquellos que serán un tercio se la fuerza laboral a finales de esta década
no podrán ser ciudadanos plenos, ni participar activamente en la construcción
de sociedades pletóricas de prosperidad, alegría y de sana convivencia.
Miles de
estudiantes en Japón sufren del mal denominado
«hikikimori» (= aislado), el cual consiste en un aislamiento social, encerramiento
en la casa, con pocos o ningún amigo y adicción a los videojuegos y otras
plataformas digitales. En otros lugares del mundo están los jóvenes que demoran
en abandonar el hogar de los padres e independizarse, los desertores escolares
y los que no ven en la educación que se les ofrece una opción creíble para una vida
con un futuro tranquilo y próspero. Multitud de jóvenes en todas partes muestran
desencanto con los modos de organización política, las estructuras sociales y
económicas vigentes y, en especial, con
la educación y la dificultad creciente
de vinculación laboral con ofrecimientos de salarios de supervivencia que llenan
de insultos el sentido de valía que tienen los jóvenes.
Una mirada
a las estadísticas de desempleo en el mundo permite observar que en 2022 había 73 millones
de jóvenes sin trabajo, la más importante fuerza productiva, desempleados. Una
cuarta parte de los jóvenes ni estudiaban ni trabajaban (la llamada generación nini).
Se anticipaba que el 40% de los jóvenes conseguiría trabajo, sólo el 27% de las
mujeres lo lograrían. (https://rb.gy/zqchd). En ese
mismo año, el desempleo de jóvenes en Latinoamérica fue del 21,6%; mientras que
en África fue del 12,7%, debido a que
muchísimos han desistido de buscar trabajo. Según la Organización Mundial del trabajo, la recuperación del empleo juvenil
sigue produciéndose a un ritmo lento. (https://rb.gy/bauiz).
Las
estadísticas de desempleo juvenil (15 a 24 años) muestran, entre los países de
la OCDE, lo siguiente: España, 38.3%; Italia, 29.1%; Suecia, 23.8%; Portugal y Luxemburgo, 22%;
Francia y Canadá, con 20%; Chile, 24.8%
y Colombia, 27.5%. Respaldan estas cifras, lo afirmado, en el sentido de que en todo el mundo el
servicio educativo está formando a los jóvenes para el desempleo, incluidos los
de países ricos y de los cuales se exalta, posiblemente sin todos los méritos,
sus servicios educativos, como Suecia y Luxemburgo, y en Latinoamérica a Chile.
(https://rb.gy/r30cz).
El
profesor Iván Jaramillo ha resaltado que este desempleo juvenil es una problemática mundial, resultante de la
redefinición del estándar de cualificaciones y de reposicionamiento de
habilidades; a lo cual agregó que: «uno de los principales factores
que ha profundizado la brecha laboral entre los más jóvenes es la desconexión
existente entre el sistema educativo y el mundo laboral». (https://rb.gy/76mve).
Existe,
como ya se ha afirmado tantas veces, una tendencia mundial de las
organizaciones de los sectores
productivos a prescindir del requisito del título universitario en muchos de
sus ofrecimientos laborales. Además, como ha destacado el Observatorio de la Universidad Colombiana,
es creciente el número de estudiantes que temen ingresar a la universidad por
el hecho cierto de que incurrirán en alto endeudamiento «y con un título que
no los ha preparado para un buen trabajo en un mercado laboral que cambia
rápidamente»; títulos que han sido inflados en su valía y que se han vuelto escabroso su acceso a ellos por
los altos costos en los que se precisa
incurrir para legrarlos. (https://rb.gy/w8w1o). Aparte
de que su valía está inflada, en muchos campos no solo existe, en muchos
campos, exceso de oferta sobre la demanda, sino que las universidades no forman
en las habilidades necesarias que requieren los nuevos frentes de trabajo. Cerca
de una cuarta parte de los graduados no trabajan en el campo de su formación,
otros están desempleados o laborando en la economía del rebusque. Las políticas educativas, siempre desactualizadas, de los
gobiernos contribuyen al mantenimiento de esta crisis. (https://rb.gy/ay2ex).
Así, los
títulos universitarios ya no garantizan el éxito profesional. En los contextos
sociales, familiares, y educativos, desde niños se les hace creer a estos que el título universitario garantizará
empleabilidad y una vida próspera
y exitosa; la realidad muestra que no y que se pueden alcanzar esas
expectativas sin el título, en especial hoy cuando se enfatiza las habilidades
(entre ellas las digitales y las socioemocionales) por encima del título. (https://rb.gy/qpk0h).
Se han
logrado tasas de cobertura mayores en la educación, apoyadas en la gratuidad o
en las políticas denominadas matrículas cero; pero, tal incremento no se
ha correspondido con la creciente calidad y pertinencia requerida para el mundo
laboral de la sociedad digitalizada y de automatización creciente. Surge una
paradoja cruel: «Muchos graduados salen del claustro universitario a recibir
dos golpes dolorosos y simultáneos: las deudas acumuladas y el desempleo
profesional». (https://rb.gy/gdo3n).
Han
clamado otros que: «La universidad es una pérdida de dinero y de tiempo…, no
forman en las habilidades necesarias para el mundo del trabajo». (https://rb.gy/6jr7t). Asunto en el que los crecientes y exagerados costos
de matrículas, préstamos universitarios, equipos, materiales de estudios y
manutención, crecen de modo constante, con salida al desempleo, a puestos de trabajo
mal remunerado y a deudas acumuladas, entre ellas las de los préstamos para
matrícula y los demás en los que incurren los padres de familia para apoyar la consecución
del título universitario de uno o más hijos. La tasa de retorno de la inversión
(ROI) es baja o muy baja; por años, cargan los titulados universitarios
con una pesada deuda que afecta su
calidad de vida y que, con frecuencia, tienen que enfrentar demandas de cobro
forzoso que comprometen el magro o inexistente patrimonio de la familia.
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