Un Papa Robot
Un Papa Robot
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
En 2020 se preguntaba el periodista y blogger
Vicente Quintero qué tan cerca estamos de que en el Vaticano tengamos una Papa
robot. Aturdidora y perturbadora inquietud. Dados los avances de la robótica y
de la inteligencia artificial - IA, es muy posible que semejante evento pueda
tener algún grado de probabilidad, si los avances cotidianos en robótica e
inteligencia artificial se desmadran alejados de los derechos de las personas,
del uso de los mismos para el bienestar colectivo, se acaparan por algunos con
voracidad comercial o para el dominio y subyugación personal, ideológica y
política, alejados de una sólida y renovada dimensión de eticidad. La mera idea
de un Papa robot escandaliza a muchos; los cristianos, de todas las
denominaciones, exprimimos y sacudimos nuestra conciencia para negar esa
posibilidad. ¡Dios nos libre!, decimos y rogamos los cristianos creyentes.
Sostiene el autor de esa pregunta (https://rb.gy/62tr90), que dado el camino a la «gran singularidad
tecnológica», cuando hombres y máquinas lleguen a un estado de
indiferenciación, saldrá a consideración una serie de cuestiones de profunda
significación no sólo teológica, sino antropológica, social y ética.
Si semejantes avances de la robótica se dan, sin
estricto control legal, social y bien formulada, aplicada y obedecida eticidad,
entonces todo humano podrá llegar a ser androide, un autómata y desposeído de
voluntad propia, sujeto pasivo, sumiso y obediente, bajo el permanente control
por otros o por máquinas autónomas superinteligentes. Indaga el mencionado
periodista por la significación que tienen los permanentes avances tecnológicos
para la religión, la fe y las creencias, dado que ellos promueven profundas
variaciones sobre los conceptos mismos de humanidad y de nuestra naturaleza
ontológica. ¿Se llegará, en el futuro, a establecer «derechos humanos» a los
robots? Y se agrega la pregunta de si la feligresía, humanos ya robotizados,
requerirán un Papa robot para estar en consonancia con ellos, y evitar la
desconexión con los creyentes. (https://rb.gy/cqgtb1)
Los desarrollos tecnológicos siempre han sido para
el progreso y mejoramiento de todos. En el camino han aparecido los que han
dañado tan humano propósito. Así está ocurriendo con algunos avances digitales,
en la robótica y su compañera, la automatización, caben las ya probadas
ventajas y beneficios de la inteligencia artificial (IA), bien descritos en la
Web. Pero, es necesario evitar, antes que sea tarde, que sus beneficios acaben
controlados por muy pocos. Corresponde a los gobiernos, los legisladores,
empresas, el mundo académico, ingenieros e investigadores, las organizaciones
internacionales, las ONG de diversos tipos, los maestros y los ciudadanos del
común tomar las medidas, promover y forzar los compromisos para que la IA sea
un bien común no dominado por nadie. En la UNESCO, a modo de ilustración,
los países afiliados adoptaron, en noviembre de 2021, el primer acuerdo mundial
sobre la ética de la IA con el conjunto de valores y principios que ayudarán a
fijar la infraestructura jurídica necesaria para asegurar que el
desarrollo y las aplicaciones de tecnología tengan siempre desarrollo
beneficioso y de conveniencia universal y no un campo sin ley. (https://rb.gy/cqgtb1).
Ha destacado la UNESCO, en ese acuerdo mundial
sobre IA y ética, que: «La inteligencia artificial ya está en nuestras
vidas, dirigiendo nuestras elecciones.... La IA es mundial, por lo que
necesitamos un instrumento mundial para regularla». Esta regulación se
precisa porque estas «tecnologías son muy invasivas, vulneran los derechos
humanos y las libertades fundamentales…. La IA debe respetar el estado de
derecho, evitar los daños y garantizar que, cuando estos se produzcan, los
afectados tengan a su alcance mecanismos de responsabilidad y reparación... puede
llegar a provocar discriminación, desigualdad, brechas digitales y exclusión y
suponer una amenaza para la diversidad cultural, social y biológica». (https://rb.gy/pf9l5i, https://rb.gy/854ilj).
La empresa Paradigma Digital ha
definido cinco principios éticos para sus desarrollos en la implementación de
los algoritmos de la IA: Desarrollo de IA justo y libre de prejuicios,
cumplir y ayudar a cumplir, conocer los algoritmos, hacerlos transparentes y
seguros, privacidad y una orientación hacia el propósito y el impacto
positivo. (https://rb.gy/ps1lk4). Por otra parte, la empresa Deloitte ha decidido
abordar el imperativo ético en la IA como un asunto «de responsabilidad de
todos frente a los desarrollos del aprendizaje automático, aprendizaje
profundo, procesamiento del lenguaje natural (PNL) y visión por computadora».
Consideración que involucra una renovada frontera en la ética empresarial, lo
cual implica compromiso y liderazgo ético y la alfabetización técnica y ética.
(https://rb.gy/nhx404).
Existen los que sostienen que la IA nunca será
ética. En la Universidad de Oxford se organizó un debate sobre la ética de la
IA; nutrieron al computador Megatro con todo el contenido de
Wikipedia en inglés, 63 millones de artículos, 38 GB de publicaciones de Reddit
y otras fuentes adicionales. Con semejante cantidad de información el computador
respondió: «La inteligencia artificial nunca será ética. Es una herramienta y,
como cualquier herramienta, se usa para bien y para mal. No existe una buena
IA, solo buenos y malos humanos. Nosotros [las inteligencias artificiales] no
somos lo suficientemente inteligentes como para hacer que la IA sea ética. No
somos lo suficientemente inteligentes como para hacer que la IA sea moral. Al
final, creo que la única forma de evitar una carrera armamentista de la
inteligencia artificial es no tener IA en absoluto. Esta será la mejor defensa
contra la IA». (https://rb.gy/uct0zf).
Se convocó desde El Vaticano, en 2020, una
invitación por una «algor-ética» con el objetivo expreso de asegurar que
los avances digitales e informáticos garanticen «un futuro al servicio del
genio y de la creatividad humana y no su gradual sustitución». (https://rb.gy/kxgvxa, https://rb.gy/04rtnj). El Vaticano, Microsoft, IBM, la FAO y el
gobierno italiano firmaron el manifiesto «Llamado de Roma por una IA
ética» («Rome Call for AI Ethic») como un
compromiso para resaltar que esa tecnología debe ser ética, regulada y
basada en los intereses y valores humanos. El Papa no ha sido, entonces,
ajeno a las consideraciones de una IA, pero con ética. (https://rb.gy/xbfv7l).
De modo expreso, el Papa Francisco, en su visión de
una IA con ética, señaló
que si bien la AI es un don, se precisa de un algoritmo ético capaz
de dilucidar «la contribución verdaderamente humana y el cálculo automático».
El «algoritmo ético» se refiere, según el texto, al uso ético de la
IA de acuerdo con los principios de transparencia, inclusión, responsabilidad,
imparcialidad, confiabilidad, seguridad y privacidad. El gigante tecnológico
IBM, en su campo, ha fijado como política que la IA debe ayudar a muchos, mas
no solo a unos pocos privilegiados. El propósito de la IA debe ser
aumentar la inteligencia humana. (https://rb.gy/zdhvyy).
El llamado de Roma para la ética de la IA promueve
que el avance tecnológico debe cumplir con tres requisitos: 1. Incluir a
todo ser humano, sin discriminar a nadie. 2. Tener en su corazón el bien
de la humanidad y el bien de todo ser humano. 3. Debe ser consciente de la
compleja realidad de nuestro ecosistema y caracterizarse por la forma en
que cuida y protege el planeta, nuestra «casa común». (https://rb.gy/atdxc7).
En cuanto a la educación, se sostiene en el «Llamado
de Roma por una IA ética», que la innovación de la IA y el
reconocimiento de sus muchos aportes positivos obliga a su empleo para
favorecer un futuro para las generaciones más jóvenes, con formación
integrada de las humanidades, las ciencias y diversas tecnologías; a lo que se
agrega un sólido compromiso para mejorar la calidad de la educación con
métodos que no discriminen y que puedan ofrecer igualdad de oportunidades con
garantizado acceso universal a ella, fundada en los principios de
solidaridad, equidad e inclusión para las personas mayores y otros con varias
clases con discapacidad; en efecto, la meta, principio, valor y derecho
consisten en volver real y efectivo el lema educativo que promulga que “nadie
se queda atrás”.
Los impactos sociales y éticos de la IA (y otras
tecnologías digitales) forman parte insustituible de las trasformaciones
innovadoras de la educación, con foco en los beneficios y los muy conocidos
serios problemas e impactos en las más variadas facetas de la vida
de los humanos, en la biodiversidad y daños críticos a todas las formas de vida
en el planeta. Ha reconocido el Papa que con algunas tecnologías se pueden
borrar los «límites entre materia inorgánica y orgánica, entre real y
virtual», pero que «estos peligros no deben ocultar el gran potencial
que nos ofrecen las nuevas tecnologías». (https://rb.gy/atdxc7).
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