LA CIENCIA NO ES UN CARNAVAL
LA CIENCIA NO ES UN CARNAVAL
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Los seres humanos usamos y
aceptamos distintos métodos para llegar a conocer. Entre ellos los de las
ciencias. En las redes sociales se circuló el texto titulado «Sistema
Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) para el Buen Vivir, el
Vivir Sabroso y el Ejercicio Efectivo de una Democracia Multicolor».
Elaborado por “Integrantes del Grupo Gestor en SNCTI del Pacto Histórico”.
Parece escrito por diversas manos, sin unidad de estilo, sin coherencia ni
rigurosidad conceptual.
Este documento que fue circulado
con algún viso de legitimidad como «Grupo Gestor» fue, ante incesantes
críticas bien fundamentadas y reconocido temor y alarma en los medios
académicos y en la comunidad de científicos del país, negado como posición
oficial del nuevo gobierno nacional de Colombia, por uno de los autores y
miembro de la Comisión de Empalme del Ministerio de Ciencia Tecnología e
Innovación, alegando que se hizo público sin
autorización; pero, a la vez, invitó
«a pensar en las oportunidades que, desde las ciencias, las disciplinas y las
profesiones tenemos para contribuir al cambio y garantizar que Ciencia,
Tecnología e Innovación se constituyan en pilares de la agenda del gobierno»
(https://rb.gy/n6v7va). En consecuencia, me
manifiesto sobre las profundas imprecisiones y confusión que dicho grupo
escribió sobre la naturaleza, usos y efectos de un logro superior de la
humanidad, como lo es el saber científico y su impacto en el desarrollo y
bienestar de las comunidades.
En el documento, con ligereza y
sin fundamento, se cuestiona el modelo vigente de las ciencias, el cual es
caracterizado como uno de dominación acompañado de desarrollos tecnológicos
hegemónicos que han dañado mucho a la naturaleza y a las sociedades. Así, se
propone construir uno nuevo, un modelo distinto de la investigación científica
que cuestione la lógica del actual. Con semejante razonamiento, los gestores
buscan enfrentar «las demandas de las mayorías 'postergadas' en los
territorios subordinados al centralismo y al despojo» y cambiar las políticas
públicas de ciencia y tecnología para que al recentrarla en la «reconstitución,
sanación y protección de la red de relaciones de la vida, el buen vivir y el
vivir sabroso» (sic). Se agrega, sin ninguna precisión conceptual, ni
fundamentación teórica alguna, que con la sustitución del modelo científico
actual: «Se trata de superar la ciencia logocéntrica, monológica,
antropocéntrica, tecnocéntrica y patriarcal, para construir transiciones pluriversales
y ecocéntricas en las que prime la vida». Frase tirada a la tiña, y con
severa encriptación, para quien desee recoger y entender el galimatías.
Reconocemos todos lo obvio: No
todas las soluciones a problemas han tenido su origen en las ciencias. Así
mismo, se acepta y se lucha para que haya apropiación social del conocimiento
científico, asuntos que desde tiempo atrás es impulsado por amplios sectores de
las comunidades académicas y científicas, manifestado en Internet por el ya
viejo movimiento de «Open Access» para software, aplicativos,
herramientas digitales, artículos y textos científico que, con fundamento en la
«Declaración de Budapest» de 2002, promueve el acceso libre a la información y al uso sin
limitaciones a los recursos digitales por parte de todas las personas en el
mundo (https://rb.gy/5za7bi). En paralelo,
está la iniciativa de las licencias
de «Creative Commons» (https://rb.gy/xjs3hd) que permiten «a
cualquier usuario descargar, copiar, distribuir, traducir, reutilizar, adaptar
y desarrollar su contenido sin costo alguno», pero preservando siempre los
derechos morales del autor.
También es obvio, que las comunidades
científicas en Colombia sigan exigiendo la necesidad de fortalecer y
debidamente financiar los programas de investigación a través de convocatorias.
A lo que más recientemente han agregado garantizar el fortalecimiento del
Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, de reciente creación, de manos
de un legislador con clara visión de la importancia social de las ciencias y de
los procesos, hoy esenciales, de innovación tecnológica e innovación social.
Todos debemos comprender, como
bien lo señalado la UNESCO, que la ciencia es el emprendimiento colectivo más
grande que contribuye a mejorar la vida, a vivir a más tiempo para obtener más
y mejores alimentos. La ciencia genera conocimiento fidedigno que contribuye a
nutrir nuestros espíritus y ofrecer oportunidades para comprender las
complejidades de los mundos natural y social; contribuye ella a mejorar la
calidad de vida y a brindar oportunidades para mejorar los procesos formativos
escolares y a tomar decisiones mejor fundadas como ciudadanos. La ciencia se
fundamenta en el espíritu inquisidor, altruista e inteligente del ser humano y
permite satisfacer necesidades sociales y fundamentar las exigencias para una
sociedad justa y equilibrada. También permite cimentar y organizar las acciones
para explicar la necesidad de oponerse a los usos indebidos de los avances
científicos y tecnológicos. No pueden los gobiernos, destaca la UNESCO, tomar
decisiones sobre el agro, la educación, la salud, el medio ambiente, las aguas,
la energía, el transporte y la preservación de la biodiversidad, sin fundamento
en probados conocimientos científicos. Por lo mismo, tienen los gobiernos la
obligatoria tarea de promover el desarrollo de las ciencias, de facilitar el
acceso a ellas a todos y de promover el empleo de sus resultados para el bien
común y la vida digna de todos, como valores humanos supremos. (https://rb.gy/puxbpn).
En las escuelas las ciencias
proveen conocimiento, inspiración y apertura de mentes para la creación, la
innovación, el desarrollo de la inteligencia y para entender, entre muchas
otras, las opciones en el muy complejo y cambiante mundo laboral. Tienen ellas
importancia en cada uno de los campos del saber humano, desde el ABC (artes,
bioética y cultura) hasta la Z (zoología), para un entendimiento del complejo
mundo natural y también del social con sus lógicas y sus sistemas. Con base en
ella, los alumnos aprenden la importancia de los conceptos, así como también la
naturaleza y valía de otros diversos modos de conocer y de validar los
conocimientos. Comprenden, a la vez, que han sido y son necesarias los diversos
métodos y las teorías científicas alternativas, que toda teoría tiene carácter
provisional y que cada una es superada, no por la acumulación simple de
conocimientos, sino por rigurosos procesos de verificación de evidencias y
también por rupturas con ellas. Entienden los estudiantes la importancia de tales
rupturas sobre vigentes explicaciones del mundo natural, social, mental o
psicológico. Desde el mismo campo científico, o desde otros externos, todo
conocimiento está sometido a análisis o cuestionamientos. (https://rb.gy/bw9uwe, https://rb.gy/f6dzn4).
La formación escolar y ciudadana
implica, así mismo, aprender que no es la ciencia per se la que lleva a usos
impropios de los avances científicos y de las aplicaciones tecnológicas
derivadas de sus hallazgos y explicaciones; tampoco es ella culpable de los
abusos que cometen gobiernos y diversidad de grupos con intereses, entre otros,
económicos, ideológicos, de dominación, raciales o políticos. Tampoco es una
derivación natural de los hallazgos científicos, la apropiación privada de
conocimientos que deben ser de acceso libre. No es atribuible al modelo de las
ciencias el uso impropio de sus resultados que agravan o justifican las
desigualdades sociales, la exclusión y la discriminación étnica y de otra
índole, los que violentan la privacidad, justifican la violación de los
derechos humanos o dañan ecosistemas con la riqueza de biodiversidad necesaria
para la salud e integridad del planeta. Por el contrario, el conocimiento
científico es una herramienta poderosa de los ciudadanos para controvertir u
oponerse a semejantes prácticas, creencias, acciones o comportamientos.(https://rb.gy/ykq83q).
El denominado «Grupo Gestor»
señala lo que autodenominan «Principios Rectores»: Ciencia, Tecnología e
Innovación para vivir sabroso…con la valoración de las sabidurías y
epistemologías locales, la transición para vivir sabroso...recuperar esas
formas de saber de comunidades étnicas excluidas para generar las
transformaciones para el buen vivir y el vivir sabroso…acompañada de una
transición epistemológica».
Todo ciudadano o grupo de ellos
puede formular propuestas por los conductos legalmente establecidos. No puede,
cada uno, asumir que lo propuesto será ley. A la vez, no puede un grupo de
ciudadanos, por cercano que sea al grupo del nuevo gobierno, sustituir al
presidente democráticamente elegido por la vicepresidente; en dos apartes del
documento se lee: «Todo con base en los postulados del programa de gobierno
de Francia Márquez y Gustavo Petro».
Sin pretensión de epistemólogo,
el gran ciclista Rigoberto Urán, desde su condición de ciudadano, trabajador y
empresario, con mucha precisión, sin la rimbombancia y esfuerzos para «construir
transiciones pluriversales y ecocéntricas», formuló una reflexión sobre la
importancia del trabajo duro y constante.
Ha dicho: «No hay que ‘comer cuento’ de vivir sabroso. No se pueden
comer ese cuento de vivir sabroso. Hay que trabajar duro, parce, porque aquí
nadie le regala nada a uno. La vida es como el ciclismo: todos los días hay que
batallarla y las expectativas de las metas permite resultados». (https://rb.gy/gfuj5r).
No es mala idea pasar bueno,
vivir sabroso. La búsqueda de la felicidad es un don preciado, pero
sustituir la ciencia actual por otro modelo epistemológico, como condición
y principio para poder «vivir sabroso», resulta, aun con el hedonismo más
primitivo, es un exabrupto.
Con la gran Celia Cruz
reconocemos que en la vida y en la ciencia hay momentos malos; que la vida hay
que vivirla. Pero, la ciencia no es un carnaval.
Comentarios
Publicar un comentario