El Camino Difícil de la Inserción Laboral de los Jóvenes
El Camino Difícil de la Inserción Laboral de los Jóvenes
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Sabemos que los jóvenes pasan mucho trabajo para encontrar trabajo. Y,
con lamentable infortunio, mucho más allá de sus deseos y esfuerzos seguirán,
con redundancia tolerable, pasando mucho trabajo.
Para marzo de 2022, el Departamento Administrativo Nacional de
Estadística de Colombia – DANE, reportó las estadísticas que se presentan en la
siguiente tabla. Obsérvese que 3.197.000.00
(¡!) de jóvenes entre 15 y 28 años no estudian ni trabajan, lo que corresponde
al 27.8% de ellos en el país. Se puede leer también, el hecho gravísimo, de que
en esa condición las mujeres jóvenes duplican a los hombres.
Fuente: DANE: https://rb.gy/uoztpn.
No puede seguir la tolerancia generalizada al hecho cruel de que los
jóvenes sigan siendo formados para el desempleo o para empleos débiles signados
por la inestabilidad laboral, sin la opción de un trabajo digno y estable en el
que puedan hacer uso de sus habilidades creativas, motivación vital, deseos de
éxito, de progreso y bienestar para sí mismos, sus familias, la sociedad y para
la organización donde puedan contribuir grandemente con su trabajo.
No puede ser que, después de tantos años de estudios, un egresado y
titulado de una universidad encuentre, a duras penas, tras una insoportable tormentosa
ordalía, trabajo con minúscula y ridícula remuneración equivalente a un salario
y medio legal mensual vigente. De otra parte, no puede caber en mentes y
corazones, que todos en la
sociedad sigamos tolerando el abandono escolar por muchos de ellos como si
fuese moralmente sustentable. No es una lógica decisión, no deseable y tampoco oportuna,
tomada por muchos jóvenes que, con aguda previsión, caen en la cuenta de la
falsedad que por años se les ha presentado de un futuro laboral sin
incertidumbres una vez finalicen sus estudios del bachillerato y puedan, en
consecuencia, entrar libremente y sin obstáculos a la educación superior en
instituciones que, con calidez, los esperan con las puertas abiertas.
Toda esa fantasía, bañada en deslucido oropel, deja de convencerlos,
ya que los estudios con la certificación de inservibles expedientes académicos
no avalarán, independiente de si finalizan sus estudios de educación secundaria
o no, la consecución de un empleo estable y con adecuada remuneración. Llegan
con prontitud a saber y convencerse, por la experiencia y frustración de muchos
otros, que el grado de bachiller los lleva a surcar en las aguas tormentosas
del mundo laboral de los adultos en enclenques barcazuelas proclives al pronto
naufragio frente a las talanqueras impenetrables, de cara a las puertas
cerradas para el progreso y consolidación de su carácter de ciudadano útil, productivo.
Son las puertas de la exclusión, en las que las llaves y las trancas del
sellamiento, las tienen los gobernantes, acompañados con la impropia y funesta delegación
hecha a obedientes administradores educativos en todos los niveles de la
educación.
Tampoco es tolerable que la perspectiva de los empleos a los que ellos
puedan acceder, se limite a contratos a término fijo donde cada joven, ante la magra remuneración, esté
desprotegido de los beneficios de la seguridad social y quede forzado a trabajar en un ambiente de inestabilidad,
sin la posibilidad de proyectar, siquiera en el mediano plazo, su capacidad creativa, de
producción laboral para hacer
posible y viable su contribución con el progreso de la sociedad y de las
organizaciones en las cuales puedan laborar.
Bien se puede reiterar que los jóvenes seguirán pasando mucho trabajo para
encontrar trabajo, hoy y en el futuro, si se continúa con las concepciones
educativas, avaladas por infundadas creencias sociales y pedagógicas.
Concepciones que los preparan y conducen por un acelerado e inhóspito túnel hacia
el desempleo y el abandono prematuro, por miles, de la escuela. Se les ofrece
una formación para los contextos ya idos de la primera y segunda revolución
industrial, la cual está lejos de educar para la vida, para el ejercicio productivo
laboral, con las habilidades requeridas en estos tiempos del siglo XXI. Se
desarrollan procesos educativos con ausencia de formación para la vida cívica y
la participación democrática ciudadana.
En fin, formación para una vida
con compromisos éticos y de armonía con el planeta, con los
conocimientos, habilidades, actitudes y
valores para la sociedad y el trabajo, siempre actualizados o reconstruidos de
manera permanente por mandato de la alta obsolescencia de los conocimientos resultantes de los
avances científicos y tecnológicos, lo
que implica que el conjunto de
habilidades personales, emocionales, sociales y tecnológicas para el desempeño
laboral exitoso se tenga que reconfigurar de modo permanente.
En una enumeración de las habilidades esenciales, que de aquí a 2025
(ya casi), ganan prominencia, según se ha dicho y reconocido tantas veces en
tiempos recientes, las cuales son requeridas
por la sociedad en general y, en particular, por los sectores productivos y han
sido agrupadas en orden de importancia
así: Pensamiento y razonamiento crítico, creatividad, solución de
problemas, aprendizaje activo, resiliencia, flexibilidad cognitiva y
adaptabilidad, comunicación en la lengua
propia y una extranjera (usualmente el inglés, como lingua franca que
es) y en variedad de formatos digitales. A las cuales se agregan: liderazgo y
trabajo colaborativo en equipo, solidaridad, adaptabilidad, responsabilidad
ambiental, conocimiento y defensa del Estado Social de Derecho, conciencia,
conocimiento, aceptación de la pluralidad étnica y cultural, responsabilidad
social y convivencia pacífica. (https://rb.gy/n3kmf9, https://rb.gy/s2itmd).
Por su parte, en un informe del McKinsey
Global Institute, se agruparon en tres el conjunto de las habilidades
humanas que tienen alta probabilidad de ser afectadas por la inteligencia
artificial y por la automatización. De aquí a 2030 (también, ya muy cerquita)
los trabajadores, en general, si no desean correr el riesgo de desempleo, deben
desarrollar y demostrar habilidades en las siguientes cinco categorías: 1.
Físicas y manuales. 2. Cognitivas básicas. 3. Cognitivas superiores. 4.
Socioemocionales y 5. Tecnológicas. O sea, no bastará ser ducho en el
conocimiento y manejo de las nuevas y avanzadas tecnologías; se precisan, a la
vez, habilidades físicas, mentales y sociales, tal como se destaca en otros
acápites en este artículo. (https://rb.gy/npq2fl).
También, para la vuelta de la esquina, en 2030, la firma internacional
de consultoría PwC pintó de colores
cuatro escenarios del mundo del trabajo para ese año tan próximo: 1. El mundo rojo, en donde la tecnología facilitará a las
pequeñas empresas aprovechar las vastas reservas de información, habilidades y
financiación, con fiera competencia por el talento especializado. 2. El mundo azul, en el que las corporaciones
globales crecerán en tamaño y tendrán mucha más influencia que antes. Los
talentos superiores serán muy disputados entre ellas. 3. El mundo verde, en el cual las compañías impulsarán
sólidas agendas éticas y ambientales como resultado de fuerte opinión pública,
escasez de recursos naturales y estrictas regulaciones internacionales. 4. El mundo amarillo, en el
que los trabajadores y empresas trabajarán para adquirir mayor significado y
relevancia en su interacción frente al trabajo; los trabajadores gozarán de
autonomía, flexibilidad y posibilidad de crecimiento personal, mientras las
organizaciones se asentarán sobre sólidos estándares éticos y sociales. Además,
predominará, en el futuro del trabajo, el concepto de remuneración justa. (https://www.simplilearn.com/future-of-work-article).
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