¡A Leer, a Leer, Todos con Alegría!
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
¡A Leer,
a Leer, Todos con Alegría!
Hay niños y
jóvenes, y también millones de adultos, que no saben leer para comprender. Esto
llena de tristeza, niega derechos fundamentales, niega la democracia, la
igualdad y el progreso colectivo, a la vez que cimienta la discriminación en el
acceso a los bienes materiales, culturales y espirituales creados por la
humanidad para el gozo por todos.
Hace unos meses
visité una librería anticuaria en las que siempre es posible encontrar algunas
joyas bibliográficas descartadas por algunos y que son de alta valía emocional
para otros. Es posible, incluso, llegar a encontrar algunos incunables. En
efecto, tras revisar varios textos recorridos ya por el amarillento paso de los
años sobre el papel testigo y heraldo portador de tantos y tantos mensajes de
lúcidas mentes humanas, me topé con un ejemplar de 1948 del libro de texto para
primer año de primaria titulado “La Alegría de Leer”, el mismo texto con
el que aprendí la dicha de la lectura, apoyado por maestras insuperables y por
mi madre y hermanas que ya podían leer
bien y disfrutar de la fortuna que significaba leer.
En la carátula
del libro niños y niñas, en uniforme escolar, marchan, al son de la música que ellos
tocan, portando la bandera patria y
otras dos con las frases: “Enseñar Deleitando” y “Escuela
Activa”, las que recuerdan el valor esencial para una buena enseñanza:
Crear y mantener la motivación para que
el alumno aprenda a leer con deleite.
También hacen evidente el muchas veces olvidado principio fundamental de la
pedagogía que dictamina que la dicha por aprender se fundamenta en que el
alumno sea activo en el aprendizaje, el cual debe ser situado en torno a
realidades concretas y acorde con los intereses y ritmos del propio alumno.
La “Alegría de
Leer” fue una colección de textos
para los diversos grados de la
escuela primaria que tuvo amplia vigencia por más de tres décadas hasta mediados de los
años 60 del siglo pasado. Se ha dicho que, como colección, fue el libro más
vendido en Colombia, hasta que apareció
la cimera obra de “Cien años de
Soledad”, la que representó otro hito mundial que fue y es una invitación a
seguir leyendo con alegría. Como autor de la colección aparece Evangelista
Quintana R. con la colaboración de Susana de Quintana, su esposa.
El historiador Jorge
Orlando Melo al analizar la “Alegría
de Leer” destacó que “aunque los colombianos no disfrutaron de un sistema
escolar muy bueno en este siglo (el XX), al menos fueron afortunados con su
primera cartilla. Visto a casi 70 años de su aparición, resulta sorprendente
por su calidad, que a veces contrasta con la torpeza de muchos textos y métodos
posteriores”. (https://rb.gy/sbpcrp).
La concepción
clara de la pedagogía activa la expresa
el autor en una guía dentro del mismo texto al proveer más de 10 páginas para los maestros. Guía que es acompañada de
notas didácticas al pie de varias de las
páginas a medida que se avanza en el libro. En esas notas se leen
sugerencias para ellos como: “Indíquese
a los niños que la combinación ge y gi suenan como je y ji”, “Dígase
a los niños que la h carece de sonido, bien sea
antes o después de la vocal”, “Si aún no se hubiese indicado al niño el
oficio de la tilde sobre la palabra generadora demuéstrele la diferencia entre papa y papá, por
ejemplo.” El ejemplar que adquirí
con letras algo garabateadas de la inicial caligrafía de un niño de siete años
dice: “PERTENEZCO A Julián Torres C”. A
él, donde esté, mis agradecimientos por permitirme encontrar tantos años
después esta obra clásica de alegre pedagogía.
El escenario inicial de la lectura es muy común cuando llega
la fortuna de semejante logro
humanizante: leer, leer con alegría. Los padres, bien temprano en la vida, se
alegran y con orgullo celebran que el hijo ya sabe leer. El mismo orgullo, ante
tan crucial hecho, muestra el siempre aventajado hijo. Con la lectura se le abren las puertas al
desarrollo de sus funciones cognitivas más complejas y las actitudes y valores asociados al
proceso de conocer, de investigar, de aplicar, de explicar y de poder preguntar
y dar respuestas frente a una variedad de acontecimientos. Es el buen comienzo
para desarrollar el carácter y entender el complejo mundo de los deberes y derechos, entre estos el muy importante de la
libertad para aprender, para indagar y llegar a ser un ciudadano pleno. Por eso,
se reconoce que sin la alegría de leer, con sus muy importantes consecuencias,
no se puede ejercer a plenitud la ciudadanía.
De la alegría de leer
depende la consolidación de las formas de gobierno democráticas y la activa participación
de los ciudadanos en su consolidación y defensa. Sin la alegría de leer hay marginación
social, exclusión y crueles señalamientos discriminatorios. La alegría de leer
es la vida misma. Quien aprendió a leer y olvidó, por una u otra razón, la
alegría de hacerlo entra al mundo de la oscuridad y al reino de la tiranía de la ignorancia.
Con la alegría de
leer se abre el mundo para el goce de la producción literaria, científica, tecnológica
y otras en los más diversos campos de la cultura local o mundial. Es un camino
para empezar a explicar los misterios del mundo, usualmente expresados desde la muy temprana niñez en la pregunta frecuente de “¿y por qué mamá?,
reflejo de ese deseo de descubrir y de saber tan innato en los niños.
Mantener la alegría
de leer es un valor y una actitud imprescindible en un mundo complejo; permite ser
capaz de entender leyes y normas, reconocer a gobiernos y normas injustas,
poder manifestarse como ciudadano para cambiarlas con el objeto de garantizar la vigencia de los
derechos. La alegría de leer fundamenta el éxito escolar para no llegar a ser como ordena el viejo adagio: “El juguete vulgar de las pasiones ni el esclavo servil de los
tiranos”, refrán que
encierra poderosa lección de formación ética y política.
El adulto,
profesional o no, que ha dejado de lado la alegría de leer, perderá cada día la dicha de vivir y de conocer, será poco exitoso y un ciudadano con minimizada
capacidad para disfrutar de la amplia producción que en escritos de la más variada índole produce la muy
creativa mente humana.
La alegría de
leer equivale a un libro abierto de todos los géneros literarios, de todos los
autores en los distintos campos del saber humano. Para muchos la alegría de
leer es también el camino de la oración para comunicación con el Supremo
Creador y la lectura de sus sacros mandatos presentes en los libros sagrados de
todas las culturas y religiones. Leer con alegría es un camino para adorar a Dios
por encima de todas las cosas. Es el camino para amar. Leer es parte de
realización plena del ser humano, que llena de
orgullo a cada uno y de alegría a todos.
Más de 600 millones
de niños y adolescentes en el mundo no saben leer para comprender. A ellos se
suman los muchísimos millones más de adultos, incluidos, muchos con educación superior,
que han perdido la alegría de leer y,
por ello, ante tantos cambios sociales y culturales han entrado a una zona nada
agradable de confusión llena de un oscuro y sombrío horizonte para comprender
el mundo y ser un ciudadano activo con una vida interior enriquecida. O sea, no
basta asistir a la escuela, al colegio o a la universidad si no se adquiere el esencial
hábito de leer con alegría para iluminar mentes y espíritus. Sabemos que muchos
finalizan la educación secundaria e incluso la universitaria sin que sean capaces de leer para comprender y comunicarse con
precisión tanto oral como por escrito. Algunos pasan por escuelas, colegios y
universidades que no promueven la necesidad de la lectura permanente y enriquecedora y tampoco la dicha de la alegría de leer.
Podemos tener
como guía orientadora y recuerdo de la importancia de la lectura enriquecedora,
esa que nos llena de alegría, siguiendo las sentencias de los siguientes
autores, tomados de la Web (https://rb.gy/nazyjt):
“No hay
ninguna lectura peligrosa. El mal no entra nunca por la inteligencia cuando el
corazón está sano”. - J. Benavente.
“El hombre que
no lee buenos libros no tiene ninguna ventaja sobre el hombre que no sabe
leerlos.” - M. Twain.
“En algún
lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la
existencia”. - Cervantes.
“El tiempo
para leer, al igual que el tiempo para amar, dilata el tiempo de vivir”. - D. Pennac.
“Uno nunca
termina de leer, aunque los libros se acaben”. – R. Bolaño.,
“Vivir sin
leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida.” -M.
Houellebecq.
“Leer no es matar
el tiempo, sino fecundarlo”. - H. Brumana.
“La lectura
adelanta el tiempo de la vida y, paradójicamente, aleja el de la muerte. Leer
es buscar otras realidades para comprender mejor esta realidad”. - F.
Caivano.
“Porque un
libro que no abres es condenarlo a una especie de purgatorio esperando que
alguien le dé vida”. - A. Manguel.
Y recordemos también: La alegría de leer
empieza y continúa en el hogar.
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