Infodemia, Pandemia y Salud Informacional


Infodemia, Pandemia y Salud Informacional
Enrique E. Batista J., Ph. D.

Estamos enfermos, nos están enfermando y nos estamos auto enfermando con el veneno súper tóxico de esta era de la postverdad. El Diccionario Oxford al voquible “postverdad” lo declaró en 2016 la palabra del año  y definió como “relativo a las circunstancias en las cuales la gente responde más a los sentimientos y creencias que a los hechos. (https://rb.gy/2zqatk).

El impacto de un virus (pandemia) y el ocultamiento a los ciudadanos de la información precisa, oportuna, confiable y necesaria, así como la difusión ultra acelerada de falsas noticias (infodemia) son hechos graves que afectan la salud física y mental de los que nadie se escapa. Por eso la infodemia es tan peligrosa como la pandemia.

Podemos recordar que Parménides, un filósofo presocrático, hace 2500 años dijo que frente a la verdad, oculta en medio de tantas apariencias, el primer velo que hay que quitar es el de la mentira.  La aletheia; o sea, aquello que es verdadero empieza a ser percibido al correr ese primer velo, al quitar a la mentira del camino.

Para las escuelas, y para cada uno en este mundo, consiste la “aletheia” en quitar el manto oscuro que permite llegar al aprendizaje fidedigno, a fomentar el pensamiento crítico y a llegar al conocimiento cierto de los hechos y fenómenos sociales y naturales por fuera de cualquier manipulación extraña.

Así como un invisible virus ha creado una pandemia que ha enfermado y matado a muchos está bullendo la infodemia que por igual enferma, mata y matará a muchos. En la infodemia los  hechos objetivos y reales tienen poco peso en muchas actuaciones humanas por engaño de los manipuladores que, con la intención perversa de influir sobre pensamientos y acciones  de otros, hacen sentir a las personas de una determinada manera y a percibir al mundo bajo  las dimensiones que ellos crean. Algo llega a ser cierto porque se siente y se cree cierto, no importa si lo es o no, importan más la actitud, el pensamiento y las acciones que comprometen y facilitan la trama del manipulador para su beneficio ideológico, político, comercial o económico. Con caballos de Troya se apoderan ya no de nuestros sistemas y herramientas informáticas sino de nuestras mentes y actuaciones.

Todos en el mundo hemos sido víctimas y también cultores de la infodemia. No ha importado la edad, el nivel educativo o el rango que se ocupe en la sociedad. Todos, cómo peces en gigantescos cardúmenes caemos masivamente en las atarrayas de voraces pescadores que secuestran y enferman  convicciones y matan la capacidad de pensar y actuar de manera critica frente a hechos y acontecimientos.

Si se trabaja por una necesaria vacuna contra el COVID – 19, se requiere que todos nos vacunemos también  contra la infodemia mediante salud informacional. Todos tenemos que saber que la infodemia es tan dañina como la pandemia, ella  afecta la salud física mental, la confianza en las relaciones sociales que emprendemos y también a la fiabilidad que damos a personas y gobernantes. Así como nos lavamos las manos con agua y jabón y mantenemos distancia social, tenemos también, por la vía de la salud informacional, que enjuagar debidamente y desinfectar, con alcohol mental concentrado al 100%, la información descuidada y malintencionada de orígenes tanto inciertos  como conocidos que circula por las redes sociales, medios de comunicación y en las comunicaciones personales.

La desinformación o información falsa es una estrategia cada vez más refinadas  usada por personas con alta visibilidad o por hackers bien ocultos, pero igualmente perniciosos. La BBC de Londres (https://rb.gy/nqdklw) tras analizar cientos de mensajes falsos en estos días de la pandemia catalogó a los siete tipos de personas detrás de la desinformación y la motivación que los podía mover: Estos siete fueron:

1. Los graciosos y tomadores de pelo, que crean como real una situación ficticia o que a una real le agregan comentarios no ciertos. 2. Los  estafadores, que usan la situación de caos y desespero en la agobiante pandemia para hacer dinero fácil  con los millones de incautos que hay en el mundo.
 3. Políticos, y con ellos los jefes de Estado. Esos que ocultaron el origen y difusión del virus, los que han dicho que no es cierta la pandemia, que el virus es una simple “gripita”, que se podía tener la cura metiendo desinfectante en el cuerpo, o el presidente de un país de África que ya embotelló y distribuyó “Covid Organics” una bebida con base en una yerba tradicional. Twitter ha intervenido con amonestación a los tweets del presidente Trump, mientras que Facebook no lo ha hecho a pesar de las protestas de sus empleados para que también lo hiciera. En todo el mundo las campañas presidenciales y otras de elección popular han sido y están siendo intervenidas y manipuladas con falsa información. También, como se ha observado en estos días, se ha dado el intento deliberado de disminuir o desconocer las protestas sociales auténticas.

4. Teóricos de la conspiración, quienes han difundido la información de que el virus es un arma biológica inventada para reducir el tamaño de la población, o creado por una potencia militar para aniquilar a otra, o que lo que busca un conocido filántropo, ahora calificado como miembro del partido comunista de China, es implantar un chip debajo de la piel de cada ser humano, y muchas otras más. Se han circulado y creado las amenazas imaginarias que llevaron a los vecinos en muchas localidades de Estados Unidos a tomar las armas en previsión de las acciones violentas que realizarían supuestos agitadores de extrema izquierda llamados “ANTIFA” (antifascitas).

 5. El infiltrado, que es quien dice que ha tenido acceso a información reservada, la cual demostraría que hay muy cerca, o muy lejos, una solución a la pandemia; que las primeras pruebas de la vacuna han causado la muerte de  aquellos a los que se les aplicó, o que se ha producido la muerte por el coronavirus de muchos niños. 6. Un familiar, que con alarmada preocupación imagina, piensa o difunde lo que de oídas o por un mensaje entendió sobre el COVID- 19 o sobre tratamientos milagrosos o  fatales. 7. Celebridades, que por su amplia capacidad de penetración en los medios periodísticos y redes sociales ayudan a ser altavoces digitales para replicar y difundir ideas e información falsa.

A estos siete es preciso agregar otros siete: 8. Las empresas farmacéuticas, que detrás del muy jugoso botín que les representará la producción súper masiva de la vacuna adelantan información y expectativas sobre bases todavía no probadas. 9. Los académicos, que presumen tener información precisa sobre cómo intervenir el virus sin mayor sustento que su propio entusiasmo y la  visibilidad que tienen en su campo profesional. 10. Los científicos que, por igual, adelantan información no precisa sobre la naturaleza del virus, la enfermedad que produce y sus tratamientos. 11. Los líderes religiosos, quienes amparados en visiones divinas y en su influencia sobre los feligreses expresan  y diseminan información sin mayor sustento en la realidad, pero que llegan a almas angustiadas con necesidad de amparo y alivio tanto físico como espiritual. 12. Altos funcionarios públicos y de organizaciones internacionales como el ministro de salud de Francia sobre los no comprobados efectos adversos del ibuprofeno en el tratamiento del COVID - 19 o como el funcionario de la Organización Mundial de la Salud que dijo que son muy raros los contagios por los infectados asintomáticos; ambas aseveraciones fueron rápidamente desvirtuadas. 13. Los medios de comunicación que de manera irresponsable publican y reproducen información sin verificar la consistencia científica y real de lo que publican. 14. Usted y yo, que de manera ágil, sin  validarla y sin medir consecuencias reenviamos información falsa generada por alguno de los once anteriores divulgadores de fake news.

En las escuelas se precisan proyectos colaborativos de formación en salud informacional, como parte del cuidado de la salud física y mental, así como para la creación de vínculos sociales basados en la fiabilidad de los mensajes que recibimos de los demás sustento, a la vez, de la sana convivencia basada en la confianza mutua. La meta es formar ciudadanos con capacidad sólida en el pensamiento crítico y la independencia cognitiva, afectiva, política y moral.

Hay herramientas disponibles gratuitas en las tiendas de Apple IOS y de Google y también en múltiples páginas en la Web para detectar noticias falsas que permiten  que todos, alumnos, maestros y ciudadanos en general, aprendan a ser consumidores inteligentes, activos de información y participantes comprometidos con una vida cívica sana. (Un ejemplo puede verse en el proyecto de “checkología” para la educación aplicable a todos los grupos de edad: (https://get.checkology.org/).  Algunos apps en español en las tiendas mencionadas son: Newscop y News rating. También se encuentran en ellas aplicativos para verificar la autenticidad de imágenes y fotografías. 

En la web de la UNESCO está claro el  temor frente a los efectos de la infodemia cuando se anota que: “el fenómeno de la desinformación está poniendo en riesgo vidas …. El gran riesgo es que cualquier falsedad que gane fuerza puede anular la importancia de un conjunto de hechos verdaderos”. (https://rb.gy/lxh7tf). 

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