Proyectos Formativos Educativos Contra el Cambio Climático y los Depredadores del Planeta
Enrique E. Batista J., Ph. D.
El clima es un
bien común, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo
relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. - Papa Francisco en Carta Encíclica Laudato Si’
La “Cumbre
sobre la Acción Climática” de septiembre de 2019 abordó
consideraciones sobre los siguientes
seis temas: Uso de la tierra, océanos y zonas costeras, agua,
asentamientos humanos, trasnportes, energía e industria (https://bit.ly/2pWw52s). Se destacó en
la convocatoria de la ONU para esa Cumbre que: Las emisiones han alcanzado nivel sin
precedente las que todavía no han llegado a su máximo nivel, las economías
nacionales han sido afectadas de manera seria por el cambio climático con un
costo que resultará cada vez más grande, existen ya soluciones asequibles y escalables que permitirán tener
economías más limpias y resilientes que podrían permitir un incremento en la
temperatura global tan bajo como 1.5°C, tomando como referencia los niveles
preindustriales si en los próximo 12 años
se reducen las emisiones de carbono. Para ello se requiere una transformación
completa de las economías que se apeguen a los 17 Objetivos de Desarrollo
Sostenible y se lleven a cabo acciones tales como acabar con las subvenciones a los combustibles fósiles
y a la agricultura alta en emisiones, promoción y cambio hacia energía
renovable y a la agricultura inteligente, fijación de un precio del carbono acorde con sus costos por las emisiones,
reducción de los riesgos climáticos y de los daños a la salud por la
contaminación del aire (https://bit.ly/2Iiy09r).
El secretario General de la ONU propuso trabajar en
seis “Carteras de Acción”: 1. Financiación climática y fijación del
precio del carbono (movilización de fuentes de financiación públicas y
privadas para impulsar la descarbonización y promover la resiliencia). 2. Transición
energética (aceleramiento de paso de combustibles fósiles hacia energía
renovable y eficiencia energética). 3. Transición industrial
(transformación de industrias como la petrolera, siderúrgica, química,
cementera, del gas o de las tecnologías de la información). 4. Soluciones
basadas en la naturaleza (incremento de la capacidad de absorción y mejora
de la resiliencia en silvicultura, agricultura, océanos y sistemas
alimentarios, conservación de la biodiversidad, impulso de cadenas de
suministros y tecnología). 5. Actuación local y municipal (especial
atención a nuevos compromisos sobre edificios de bajas emisiones, transporte
público e infraestructura urbana, y resiliencia para las personas pobres y
vulnerables). 6. Resiliencia y adaptación (abordar y gestionar los
impactos y riesgos del cambio climático, particularmente en las comunidades y
naciones más vulnerables).
Y se agregó:
1. Estrategia de mitigación a corto y largo plazo para alcanzar metas
del Acuerdo de París. 2. Compromiso de los jóvenes y movilización de
todas las personas para que actúen contra el cambio climático, y 3. Impulsores
sociales para avanzar en las áreas que afectan al bienestar de la población
(contaminación del aire, creación de puestos de trabajo dignos, refuerzo de las
estrategias de adaptación climática, y la protección de los trabajadores y de
los grupos vulnerables).
A estos tres componentes hay que agregar la intensa
formación de niños y jóvenes en las instituciones educativas sobre la
naturaleza y amenaza real del cambio climático y formulación de trabajo en
proyectos colaborativos para que comprendan el fenómeno y trabajen para ser
agentes activos en sus comunidades para la mitigación del cambio climático.
Esta Cumbre fue precedida
por la bien sonora “Cumbre de la Juventud sobre el Clima” (https://bit.ly/2kTzVHj), en la cual miles de
jóvenes activistas, innovadores, emprendedores y promotores de todo el mundo
comprometidos con la lucha contra el cambio climático se reunieron en la sede
de las Naciones Unidas en Nueva York para presionar a los jefes de Estado,
diplomáticos mundiales, empresarios, industriales y a las grandes empresas
transnacionales para que concreten e impulsen acciones efectivas para prevenir
el cambio climático. Los jóvenes pudieron mostrar las acciones que ellos mismos
están liderando para detener ese cambio. Clamaron que ya es suficiente y que no
desean, entre otras reclamaciones, más combustibles fósiles.
Sus demandas, proyectos y
realizaciones son prevenir el cambio climático y detener sus nocivos efectos. Siguiendo
ese liderazgo internacional los estudiantes, desde preescolar hasta universidad,
necesitan formarse con una conciencia ética frente a la sociedad universal que
sufre los males del cambio climático. Esa conciencia es también para que se
formen como consumidores inteligentes y dejar de ser presa fácil del
consumismo, de la promoción que los seduce a comprar y gastar en las novedades de
cada día independiente de la manera cómo en su fabricación dañan el medio
ambiente, la calidad de vida en el planeta y contribuyen de manera inclemente a
acumular desperdicios que afectan a todos, incluida la basura tecnológica.
Así, llegar a ser consumidores
inteligentes conlleva a la formación para indagar de manera crítica por los
modo de producción ambientalmente sanos de los productos que se ofrecen. Es
renunciar al posicionamiento comercial de marcas que inducen a consumo impropio
para estar con la moda del momento, es abstenerse de usar y ser capaces de
boicotear productos de uso diario que dañan el medio ambiente y que contribuyen
al cambio climático con sus devastadores y ruinosos efectos. Serán acciones
inteligentes para adquirir los productos estrictamente necesarios y que
respondan a la sostenibilidad ambiental.
Compete a todas las instituciones
educativas impulsar proyectos educativos, no como una asignatura, sino como
procesos de formación ética y moral sobre el valor de la vida en el planeta. El
asunto no se reduce a consumir para reciclar; más bien se busca que todos
conozcan, cuiden, protejan y exijan acciones que garanticen el derecho a la
vida, a la salud plena, al medio ambiente sano. Compete a todos los ciudadanos adquirir
la conciencia y el compromiso de hacer uso de energías limpias, quitar el
énfasis a la energía basada en recursos fósiles, exigir que las oficinas
públicas y de las distintas organizaciones y fábricas sean eficientes en el uso
de los recursos de energía, asegurar agua potable para los humanos y saludable
y limpia para todos los animales y plantas del planeta.
La lucha y acciones contra el cambio
climático es un asunto de ciudadanía local, pero en especial de ciudadanía
planetaria ahora que la podemos ejercer muy bien por conducto de muchas y
muchas redes sociales. Pasó el tiempo de las declaraciones, los acuerdos y
demás convenios que poco efecto han tenido en detener el deterioro ambiental.
El presidente Bolsonaro del Brasil debe reconocer que la selva amazónica es un
patrimonio universal, de toda la humanidad, y no de su país; debe reconocer
también que la selva amazónica es un ecosistema, o sea una integración armónica
de partes vitales y que cualquier perturbación que por su indolencia se produzca
en el Brasil afectará la calidad de vida no sólo en los nueve naciones
(incluida la Guayana Francesa) que hacen parte de la cuenca amazónica sino de
todo el mundo. Su proyecto de construir una carretera de 600 kilómetros en
nuestra selva es atropello contra todas las formas de vida en el planeta, de
los derechos ancestrales de los aborígenes que en ella habitan. Nos corresponde
a todos oponernos a semejante despropósito de irremediable daño ambiental.
Otras manifestaciones que lleven a compromisos ciertos consisten en buscar lograr que las construcciones escolares sean ecoeficientes, suprimir en ellas los plásticos de un solo uso, estar dotadas de energía generada por medios ambientalmente sanos (solar y eólica, por ejemplo), entender el valor y los procedimientos para generar compostaje y también modos de usar las basuras para producir energía, tomar con apadrinamiento quebradas, humedales, playas y ríos para su conservación así como de las especies animales que viven en ella o alrededor de ellas, mantener los bosques de galería como medio indispensable para la supervivencia de los ríos y de muchas especies animales que en ellos habitan.
Las escuelas también pueden adelantar
proyectos de ciencias (naturales y sociales) integradas para conocer procesos productivos,
aplicar tecnologías adecuadas, fertilizantes naturales, control biológico de plagas
y otro conjunto de conocimientos y estrategias como parte de procesos
formativos ya en huertas escolares o en campos o granjas más amplias donde
puedan poner en práctica y validar sus conocimientos. Experiencias hay
abundantes en el país, entre ellas las que ha liderado el profesor emérito de
la Universidad de Antioquia Tito Machado en la cual los alumnos, maestros y los
miembros de la comunidad, consolidan una experiencia de innovación social,
construyendo huertas agrofamiliares sostenibles para mejorar la seguridad
alimentaria y nutricional, conocer el componente social y científico de los
procesos de cultivo, usar abonos orgánicos y modos de proteger las fuentes de
agua y la preservación de flora, fauna y suelos. La experiencia innovadora
demuestra que se logra mediante prácticas agroecológicas cultivar alimentos sin
afectar de manera negativa el ambiente, a la vez que se preserva la
agrobiodiversidad.
Movilizar y sensibilizar es tarea de los jóvenes que ha respaldado bien Su Santidad el Papa Francisco al condenar los atropellos que se cometen con la destrucción de la selva amazónica. Anotó, a raíz de los incendios en la Amazonia, a los obispos de los países que forman parte de esa selva que: “El fuego devorador, en cambio, avanza cuando se quieren llevar adelante las propias ideas, quemar la diversidad para homologar todo y todos.”
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