Educación Ciudadana, Verdad y Postverdad: Una Aporía Insostenible
Enrique E. Batista J., Ph. D.
Una formación escolar para una ciudadanía
global y para conocer y promover los valores esenciales del Estado Social de
Derecho requiere que los alumnos sean formados en la megahabilidad del acceso y uso creativo de la información que
circula en la Web y en las redes sociales.
Compete al alumno aprender a hacer uso de su
inteligencia para moverse en el inmenso mar de información que hoy está
disponible en Internet, y en especial en las redes sociales. Esta es una habilidad
cercana a la que realizan los científicos denominada metaanálisis, que indaga sobre la consistencia de la información
que concurre sobre un problema o hipótesis particular.
Bien es sabido que dictar y copiar información
no significa que se aprende, ni que ha generado conocimiento. Contrario a
propósitos formativos escolares, se pueden aprender falsedades, reafirmar
viejos prejuicios o justificar conductas impropias como alumnos, persona o
ciudadano. Sin la megahabilidad para
validar información a la que tiene acceso el alumno puede acabar más atrás que
cuando entró aun curso.
El acceso a información veraz es un derecho
escolar y ciudadano inalienable. La información fidedigna contribuye a la
consolidación y profundización de los procesos democráticos. Con alguna facilidad muchas personas se han
convertido de manera deliberada o pasiva en basuriegos digitales, abusados en
su buena fe o apoyados en la falsa creencia, bastante generalizada, de que todo,
o casi todo, lo que circula en las redes sociales se puede recircular como si
fuera cierta.
Hoy
reconocemos todos que la Web y las redes sociales están llenas de basura, mucha
basura, y que hay el riesgo de ser malformados no en la buena ciudadanía sino como
basuriegos digitales. Se hace mucho daño a sí mismos y a otros esparciendo
basura digital.
Hay
un fenómeno, tanto político como social, llamado postverdad, el cual significa circular un error o falsedad con alta
intensidad hasta que se vuelva una creencia cierta y la gente actúe conforme a
ella. Ocurre a diario en las redes sociales, en el campo de la opinión pública,
de las elecciones y más allá. El Diccionario Oxford (https://en.oxforddictionaries.com/definition/post-truth) definió al voquible postverdad (post-truth)
como las circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos en la
modelación de la opinión pública que la apelación que se hace a la emoción o
creencia personal.
No importa la verdad, sino las emociones que en
la víctima despierta quien crea el engaño y quienes lo distribuyen. Importa no
el hecho cierto, la verdad, sino lo que hay más allá de ella; o sea, sesgar
emociones hacia algo o alguien para los efectos sociales, comerciales o
políticos que la mentira digital conlleva.
Abundan los casos en todo el mundo. Todavía algunos circulan la
supuesta ley Roy Barrera que castigaba con impuestos adicionales a las
pensiones, se creyó la noticia falsa de que en algún lugar del país había un
cultivo de enanos, lo mismo que un perro masacrado se circuló como si hubiese
ocurrido en una ciudad de la costa Caribe, unas personas haciendo tiros al aire
fueron presentados como miembros de la FARC en Ituango (Antioquia), las foto
multas por usar el celular en los bancos, o la muerte de 37 personas por sobredosis de marihuana en
Colorado.
Más notorios fueron los múltiples mensajes de postverdad
circulados con motivo del plebiscito alrededor de los acuerdos de paz, los miles
de mensajes falsos que circularon para excluir al Reino Unido de la Unión
Europea, y también las estrategias que usó la campaña de Trump para llegar a la
presidencia con la posible intervención de interese rusos; la falsa información
circuló de modo mucho más intenso en los seis Estados de la Unión Americana en
los que la diferencia para Trump era menor del 2% y que ganarlos aseguraría la
presidencia. En todos los casos, se circularon millones de mensajes de
postverdad, tomados como ciertos también por millones de incautos que sin
digerirlos lo recircularon en las redes sociales.
Quienes usan la estrategia de la postverdad
reconocen que la gente está ávida por el chisme, las noticias sensacionales,
los informes que validan una creencia u orientación ideológica, religiosa o una
determinada tendencia política. No se verifica la autenticidad de las fuentes,
se traga entero. En la era de la postverdad la gente consume noticias y se
vuelve parlante difusor gratuito de aquellos malintencionados que las crean.
Las noticias inventadas, fotos y videos se vuelven hechos; el
desencanto con los gobiernos y sus políticas vuelve presa fácil a las personas
de los mensajes recorridos por la postverdad. Los miedos temores, sentimientos
de inseguridad de diversa índole son campos propicios para el engaño y la
manipulación de mentes y corazones.
Los
medios de comunicación y los periodistas han mostrado alta preocupación por esta
insana tendencia, en la medida en que se afecta la credibilidad pública en
ellos y en la objetividad y ética que rige su trabajo. (https://www.uexternado.edu.co/comunicacion-social-periodismo/los-retos-del-periodismo-la-la-posverdad/).
También ha sido informado que el Papa Francisco
abordará el asunto de las falsa noticias en enero de 2018 en la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
Reflexionará sobre las noticias falsas que generan y alimentan la polarización
de las opiniones y afectan el comportamiento individual y colectivo. Su
pronunciamiento se titulará “La verdad os
hará libres (Jn 8, 32). Noticias falsas y periodismo de paz” (http://www.riial.org/la-verdad-os-hara-libres/).
En
el contexto de esas redes no hay autorregulación ni responsabilidad, en la
medida en que resulta difícil trazar el origen, en espacial cuando millones de
los mensajes que recibimos no son enviados por personas de carne y hueso sino
por bots (aféresis de robot).
Se
ha estimado que hoy cerca del 25% de los mensajes en Twitter son enviados por
esos bots, programas con los que es
posible, al automatizar el proceso, enviar miles de miles de mensajes a las
cuentas de millones de personas. Los ciudadanos debemos ser conscientes que con
frecuencia recibimos mensajes de no humanos y que una porción de nuestras
conversaciones es con robots. A algunos causará sorpresa, pero tienen que
contar con el hecho de que con inusitada frecuencia son los robots digitales
los que están en contacto con nosotros.
También
hay los chatbots, en donde tampoco se
sabe si se habla con un ser humano o un bot
que simula bastante bien una conversación entre humanos. Se estima que cerca
del 60% de los mensajes en las redes sociales proviene de ellos.
Tampoco
escapan del engaño los afligidos que buscan amores en la Web. En páginas donde
se consiguen parejas, conocer gente nueva o tener momentos placenteros hay bots
femeninos que comunican la sensación de estar con una mujer real. Se ha
afirmado que en algunas de esas páginas más el 99 % de las mujeres suscritas son falsas. (https://www.extremetech.com/internet/213019-new-analysis-shows-over-99-percent-of-the-women-on-ashley-madison-were-fake). Los desolados amantes sufrirán
despecho digital y una decepción amorosa adicional al enterarse que han
dedicado su entusiasmo y pulsión a un bot
que no tiene, como dice la canción, ni cuerpo ni corazón.
Se precisa ser cauto, verificar las fuentes,
ser consciente de que hay bots que se
comunican a diario con nosotros, que hay mentes malévolas y malintencionadas
dispuestas a aprovecharse de nuestra ingenuidad. Una regla de oro en las relaciones sociales y en la vida cotidiana
es la de revisar antes de creer, convalidar y volver a verificar antes de
reenviar mensajes. Como norma general no
acepte la invitación a circular mensajes en cadena, los que usualmente están
corroídos por alguna intención no tan sana de la persona o el bot que lo ha enviado.
En la era de la postverdad hay ya un nuevo Gran Hermano que busca el control de las
emociones de los ciudadanos, de nuestras emociones, controlando la información
a la que se tiene acceso como una manera dictatorial de dominación sobre
creencias sociales y políticas y para lograr sumisión ante determinadas
ideologías. La democracia está así en peligro y también los altos fines
formativos que se propone la escuela. Eso no es la formación moral que queremos
ni augura buen comportamiento ciudadano o armonía social ya que la
inteligencia y el razonamiento bien fundado no cuentan, se niega la
inteligencia y queda en todo el hálito de no saber en qué o quién confiar. Asunto de extrema
gravedad para la convivencia pacífica y el predominio del valor esencial de la
solidaridad humana.
Educación, verdad y postverdad son una aporía
insostenible como se titula este artículo, hay una inviabilidad de orden
racional, como define ese término la RAE, es un hecho inconcebible, insustentables,
impracticable y por los tanto superable con buena y adecuada formación
ciudadana.
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