Transformación Educativa para las Nuevas Generaciones
Transformación Educativa para las Nuevas Generaciones
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Se vive en la sociedad y se respira en las escuelas, alrededor de los valores, metas y métodos de la educación, una confrontación entre generaciones.
Existen sectores de la población que desconocen los mensajes abiertos que, sin ninguna encriptación, envían mediante distintas manifestaciones las nuevas generaciones. Los estudiantes en las escuelas y fuera de ellas, de diversas maneras explícitas, comunican a todos que han surgido nuevos modos de enseñar y de aprender y que la persistencia de lo que fue probablemente efectivo en el pasado hoy no lo es, no les sirve. Algunos los tildarán de insolentes o descifrarán los incómodos mensajes como perturbadores fantasmas que dañan la tradición en la enseñanza. En eso se resume: tradición y confrontación de percepciones sobre la sociedad y la educación.
Subrayan las nuevas generaciones un principio pedagógico al que se quieren adherir: Ser capaces de participar activamente en su propio aprendizaje. No resulta productivo desconocer el mensaje de desafecto y de deseos de los grupos poblacionales jóvenes con la educación que se les ofrece. El mensaje es claro: Se precisa consolidar una escuela que funcione con afinidad y dé forma fructífera a los sentimientos y percepciones que sugieren las nuevas generaciones.
No tiene sentido un enfrentamiento de visiones sociales y educativas entre generaciones que, como toda acción de pugnacidad, crea una condición de hostilidad en donde todos pierden. Además, se extravían y desperdician las oportunidades de incurrir en procesos pedagógicos innovadores que son necesarios para construir una nueva escuela con reverdecidos roles de maestros y alumnos, y con el necesario trabajo armónico entre ellos.
Una nueva escuela renovada y vigorizada como proyecto con aval social; una escuela que reconozca nuevos senderos, sin confusos atajos, dejando atrás lo que no funciona, y todos aquellos factores que han impedido por décadas las necesarias transformaciones, esas que se han requerido y reclamado con pletórica y enérgica insistencia. Desde la perspectiva de los jóvenes, se trata de la apertura de un camino para cimentar una educación que, según sus propias aspiraciones y términos, permita dar cabida a sus intereses y habilidades, les facilite volver ciertas las posibilidades de participar en la construcción productiva de sociedades diferentes a las que hoy están expuestos y en las que sufren variedad de impactos negativos.
El temor expresado, sin adecuado conocimiento y con razonamientos infundados, frente a las tecnologías digitales, es expresado por algunas personas que ni siquiera llegaron a ser lo que se denominó como «inmigrantes digitales». Se ha llegado al extremo de desconocer la importancia de ellas en la formación de las nuevas generaciones. Algunos, alrededor de estas tecnologías, han pretendido establecer una brecha digital entre una y otra generación; la más antigua reclamando para sí la vigencia de modelos pedagógicos tradicionales, mientras que las más jóvenes y más afines al empleo de los recursos de la sociedad, economía y cultura digitalizadas insisten y persisten en su uso como derecho inalienable y fundamental.
Los estudiantes siempre han
dado lecciones a sus maestros indicándoles, por diversos medios, qué aspectos
de su trabajo funcionan y cuáles no. Este siglo ya va camino al envejecimiento.
No habrá que esperar al siglo XXII para que al fin brille una renovada escuela,
visible y esperanzadora. Este deseo ha sido resistido a pesar de que los
ambientes y condiciones de aprendizaje escolar han cambiado. Pero, muchos en
los gobiernos, en la sociedad y en las mismas escuelas parecen no haberse
percatado.
Mucho sobre cómo se aprende
pueden los alumnos enseñárselos a los gobernantes, a la sociedad en general y a
sus maestros. Pero los alumnos también educan, aunque con frecuencia no se les
haga caso, por prepotencia o etnocentrismo de las generaciones de los mayores.
Es preciso que todos reconozcan que los estudiantes de las actuales
generaciones tienen características poblacionales y actitudinales distintas.
Bien se sabe que ellos desean estar en control de las situaciones, contextos y
ambientes en los que deben aprender.
El
profesor Sugata Mitra, de la Newcastle University, reconoce que, aunque los
maestros no se han vuelto obsoletos, su rol está en la ruta del cambio en la
medida, entre otros factores, que los estudiantes encuentran, cada vez con
mayor frecuencia, novedosas formas y modos de aprender por sí solos,
independiente de la escuela y de los maestros.
Siempre ha sido así, aunque la escuela represora de la libertad para
aprender no reconozca ni valide este hecho.
El profesor Mitra formuló, con base en un
estudio en comunidades diferentes en el mundo, las siguientes preguntas:
¿Qué pasaría si todo lo que pensabas que sabías sobre educación estuviera
equivocado? ¿Qué pasa si los estudiantes aprenden más rápido por sí mismos,
trabajando en equipo, que en un aula con un maestro? ¿Qué pasa si las pruebas y
la disciplina se interponen en el proceso de aprendizaje en lugar de
acelerarlo? Y agregó que la educación tradicional, al enfatizar exámenes y
castigos, lleva a la consecuencia de que el cerebro del alumno anule sus
procesos racionales y sucumba ante el miedo. (https://shorturl.at/7Yq5n). Se ha
llegado a afirmar por algunos otros que mucha enseñanza tradicional, está
dejando a los estudiantes sin muchas opciones «estropeando el espíritu de
aprendizaje de los estudiantes con aprendizaje demasiado dirigido». (https://shorturl.at/dBWgW).
Las generaciones nuevas de
estudiantes piensan de manera diferente a las anteriores, como es apenas
lógico, aunque no se les acepte tal condición.
Diferencia que se hace visible especialmente en el concerniente a la
naturaleza y valía de la educación. Poseen ellos actitudes negativas sobre los
métodos de enseñanza tradicionales; abundan en evidencia sobre los modos
alternativos de alcanzar ganancias monetarias más allá de la que proveerían
grados y títulos; un número considerable de ellos no aspira a seguir estudios
universitarios; tienen, a diferencia de generaciones pasadas, metas distintas
de la vida y de los caminos para la prosperidad. Sienten la ausencia de
recursos generales para aprender, lo que consideran como una violación a sus
derechos para ser informados y de aprender más y mejor. Desean una enseñanza más focalizada en las
realidades en las que viven, rechazan el sobreénfasis que se pone en las
calificaciones y la valía que los gobiernos, la sociedad y los maestros ponen a
los exámenes como un modo de clasificación y promoción. El conocimiento diario que tienen de actos
generalizados de corrupción y el impropio manejo de los recursos públicos, la
violencia generalizada, y los funcionarios y magistrados lábiles y proclives
los llevan al convencimiento de que mucho de lo que de boca se predica en la
escuela tiene poca significación. (https://shorturl.at/lYkUi).
Las nuevas generaciones de estudiantes son más conscientes de sus derechos constitucionales y legales, los cuales reclaman para que se les dé estricto cumplimiento; reconocen también las limitaciones y defectos que presentan diversas formas de gobierno, entre ellos los democráticos. La escuela no promueve las nuevas y muy requeridas habilidades, muchas de las cuales ellos adquieren por caminos de aprendizaje personal o incidental. «Ya no se limitan a la recepción pasiva de información; buscan experiencias de aprendizaje activas y personalizadas. No esperan simplemente ir a clases, memorizar y presentar un examen, sino que quieren formar parte de su proceso de aprendizaje». (https://education.apple.com/story/250014532).
Así, se ha afirmado que: «Los alumnos del siglo XXI son muy diferentes
a los del siglo pasado y en muchos sentidos ha sido para bien, ya que hemos
pasado de alumnos pasivos a alumnos llenos de una enorme curiosidad, con acceso
a la información inmediata». (https://shorturl.at/uKCtv). Acceso
que también es, en términos generales, logrado por esfuerzos personales o por
la vía incidental como se mencionó.
Los deseos y necesidades de experimentación y creación en ciencias,
artes y tecnologías no son realidades abiertas a la inmensa mayoría de ellos.
Así, predomina un servicio educativo para ellos que cojea y que, por lo tanto,
no avanza en su transformación a la velocidad que es requerido y que, entre
otros factores, implica su creciente y abierta desmotivación frente a los
procesos escolares y, con ello, a la deserción o abandono temprano de la
escuela, o la muy improductiva repetición de grados.
En el contexto indicado arriba, cabe la
redefinición de los procesos de formación en las escuelas; formación flexible y
personalizada como tantas veces, por décadas, se ha insistido, y apoyada en las
tecnologías informáticas. Será una meta expresa con la que debe formar a los
alumnos en el aprendizaje autónomo y en las habilidades que ellos requerirán
para aprender hoy y para el futuro laboral y como ciudadano. Es fundamental que
se formen con conciencia ética, global y en la valía de la sostenibilidad ambiental.
(https://shorturl.at/H0r06).
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