Nuevos Modelos Educativos, Innovadores y Transformadores: La Formación de los Maestros (Parte 3)

 

Nuevos Modelos Educativos, Innovadores y Transformadores: La Formación de los Maestros (Parte 3)

Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

La formulación, puesta en marcha y evaluación de modelos educativos transformadores, innovadores y disruptivos requiere de maestros. De nuevos maestros en los que el modelo mismo libere su inteligencia y su creatividad. Maestros capaces de liderar la ruptura con las estructuras antiguas y burocráticas que lo limitan en su ejercicio profesional. Maestros partícipes esenciales en la implementación de esos modelos que los liberen de las ataduras a la tradición que le impiden expresar su condición esencial: Ser Maestro. Debe ser obvio, aun a mentes desprevenidas, que la labor del maestro es esencial para el presente y futuro de las sociedades. No puede existir política educativa y mucho menos modelos educativos hechos a espalda de los maestros, o en donde no hayan participado de manera activa.

Los modelos educativos transformadores requerirán la consolidación de generaciones nuevas de maestros con alta motivación y compromiso con la profesión y con el futuro de los niños y jóvenes, cuyo progreso depende de maestros bien formados y libres para innovar. Pero, como bien se ha difundido, existe en el mundo escasez de maestros, abandono de la profesión por otros y carencia de adecuada formación en muchos.

Importa recordar que la UNESCO ha señalado que en los próximos cinco años se requerirían en el mundo 44 millones de nuevos maestros. El déficit se debe a la disminuida valoración que tiene hoy la profesión, a la jubilación de parte de ellos, pero también a una tendencia global de abandono de la profesión que, en primaria en 2022, llegó, al 9%, cifra que se duplicó con respecto al 2015. La evidencia, en todo el mundo, muestra que casi la mitad de los maestros manifiestan pérdida de motivación, que han contemplado la posibilidad de abandonar la profesión, y que poseen síntomas como ansiedad, depresión, desgaste laboral o burnout. En Canadá, Estados Unidos y Reino Unido, cerca del 40% de los maestros deserta de la profesión en los primeros cinco años. (https://shorturl.at/1i8DH, https://shorturl.at/EnMxX, https://shorturl.at/Y0WQd). 

En el «Informe Mundial sobre el Personal Docente», publicado en 2023, centrado en una Educación para 2030, se resaltó que el déficit de maestro es costoso y que, en sí mismo, es un factor que lleva a que muchos jóvenes se disuadan de llegar a ser maestros.  Se destacó, además, que hacen falta más maestros cualificados, con formación pedagógica adecuada y sólida en los contenidos de las áreas que las que les compete formar a sus alumnos. (https://shorturl.at/suVDm).

Asociadas al déficit de maestros, se encuentran las amplias limitaciones y fallas, también deficitarias, en la formación de ellos en Normales y Facultades de Educación. Formación que ocurre con estructuras y modelos que no se compaginan con los avances importantes en las ciencias, las tecnologías, los cambios en la geopolítica, en la sociedad, y también en las ciencias del aprendizaje.

En ese contexto, se hacen evidentes las dificultades para la creación de nuevos modelos educativos transformadores, debido a que, en todos los países, existen instituciones formadoras de maestros envejecidas, caracterizadas por promover los modos tradicionales de aprendizaje pasivo, lejos de aprendizajes situados en contextos apropiados. Aunque sean de fina estirpe pasada, están alejadas de la misión social de formar maestros con alta sensibilidad afectiva, sólida identificación con su profesión,  innovadores,  creativos, y validadores de contenidos, con habilidad y motivación para el trabajo por áreas integradas, capaces de formar en asuntos cruciales como el cuidado ambiental, el enriquecimiento del lenguaje, la solución pacífica de desavenencias y conflictos, el uso correcto del idioma y el desaprendizaje de  formas ya habituales de comunicaciones tóxicas y vulgares.

Así, se menoscaban las posibilidades para la inserción de nuevos modelos educativos. Las estrategias y modos de formación de maestros tampoco preparan, para la paz, la democracia, el civismo, la urbanidad, las habilidades de pensamiento crítico, la autonomía cognitiva, en los fundados juicios para el comportamiento moral y en el fomento amplio de la diversidad de expresiones culturales.

Los actuales y generalizados procesos de formación de maestros, aunque puedan ser bien intencionados, están alejados de la formación integral; o sea, de los componentes emocional, ético, social, ciudadano, cultural, espiritual, ecológico, de creación científica y apreciación del arte y de la literatura. Se observa, y se vive en ellas, ausencia de análisis y conocimiento de las realidades del futuro del mundo del trabajo. Están claramente ausentes los modelos y modos para formar nuevos maestros acordes con otras realidades, entre las que sobresalen la pérdida del antiguo valor que se le asignaba a la educación y a la obtención de grados académicos; además de la deplorable realidad de que se ha producido una grave erosión de la autoridad del maestro y de su valía social.

Por lo tanto, resulta preciso reiterar que el déficit de maestros no es sólo un asunto cuantitativo, sino también de calidad y de actualización de la formación con innovación transformadora.  Las instituciones que forman educadores están insertas, a la vez, en la denominada crisis mundial de los modelos de educación superior, modelos que también han hecho agua

Bien se ha dicho en el pasado que en los contextos universitarios es más fácil cambiar el curso de la historia que un curso de historia, rigidez que se asocia a la  denominada curricularización de los procesos formativos, aplicada por igual a una inmensa variedad de los programas universitarios, concepción generalizada que afecta las posibilidades de la innovación en la transformación de los modos de formar nuevos maestros, con nuevas orientaciones, con nuevas habilidades, imbuido de pensamiento crítico, innovador y transformador. De ese modo, se titulan maestros sin los conocimientos, valores y habilidades necesarias para enfrentar el complejo mundo de las escuelas de hoy y de su trabajo en ellas en estos nuevos tiempos en instituciones signadas por clima laboral con frecuencia violento y tóxico, y carente de recursos necesarios para la enseñanza y el aprendizaje, frente a la ya mencionada desvalorización de la autoridad del maestro.

Pero, también han estado sometidas las Normales y Facultades de Educación a la imposición asistemática y desordenada de normas y procedimientos que pretenden homogeneizar los procesos formativos para cumplir determinados requisitos, también burocráticamente fraguados, con pleno desconocimiento de los inmensos desafíos que enfrenta un maestro hoy en una escuela diferente de la que existió en el pasado y, también muy diferente, de la que la sociedad le exige con persistente presión. 

En los procesos de actualización o recualificación laboral de los maestros, con frecuencia priman más los criterios de ascenso en el escalafón según certificaciones particulares de cada maestro sin que tal recualificación se refleje de modo productivo en mejores logros educativos, ya que ese proceso, para los efectos  de mejor remuneración, es individualizado, con frecuencia por iniciativa personal del educador, desprovisto de un sustrato común fundamentado en la necesidad de abierta transformación a partir de nuevos conocimientos y habilidades que, con razón y por derecho, tienen todos los educadores.

Ante la abundancia de inteligencia y de compromiso profesional y personal de tantos y tantos maestros, cabe el optimismo sobre la posibilidad que con su activa participación se puedan formular modelos educativos alternativos, innovadores y disruptivos para que con su propio liderazgo se formen las nuevas generaciones sobre claras metas que les aseguren una vida próspera, pacífica y en armonía social colectiva y, también, con la naturaleza.

Cabe resaltar que es posible instaurar los modelos educativos transformadores apoyados en la capacidad y motivación que se les puede reconocer a muchos maestros. Modelos en los que cabe una reinstauración de la valía de ellos y de su profesión con el debido reconocimiento de gobernantes, legisladores y de la sociedad en general.

A Normales y Facultades de Educación les corresponde rehacer su rumbo para tener nuevos modelos educativos, con nuevos maestros y con la recualificación permanente de quienes hoy fungen como tales.

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