Con calendario en mano se cobran y se pagan las deudas
Con calendario en mano se cobran y se pagan las deudas
Empecemos con la idea de qué es un calendario.
Los romanos antiguos llamaban calendario a su libro de contabilidad. Se origina en la palabra «Kalendae» (= calenda). La calenda era el primer día del mes lunar y la fecha en las que se cobraban y se pagan las deudas. Como bien se podía esperar, la llegada de ese día primero, o sea la calenda, se asociaba a terror entre muchos, porque aparecía el persistente y obstinado cobrador con su librito llamado calendario. Nada nuevo, porque es el mismo grito clamoroso de ayuda y de espanto de cada uno de los ciudadanos cuando le llegan las cuentas de los impuestos que deben pagar al Estado que, por definición, son alcabaleros.
Es curioso también el origen de la palabra, porque calenda procede del verbo latino calare que significa gritar o llamar. De calare surgen las palabras declarar (de ahí, la siempre difícil declaración anual de rentas), proclamar, reclamar, llamar, gritar, exclamar, proclamar y muchas más. (https://shorturl.at/CF4aq). Los recaudadores de impuestos todavía nos hacen gritar y reclamar; una herencia que parece imperecedera dejada por los romanos antiguos.
Se observa, por sus orígenes, que el calendario no se refería a medición del tiempo; importaba la calenda, el primer día del mes lunar, para cobrar o pagar deudas. Pero, desde ese origen se observa que era un astro, la luna, en el primigenio caso, el que marcaba la fecha crítica. Desde las antiguas civilizaciones, se crearon lo que después, por voluntad de los romanos, se denominó calendario, una manera de contar el tiempo mediante observación de los astros, en el que el ciclo de cada luna nueva se llamó un mes, del latín mensis, (palabra asociada a luna). Todos los calendarios están ligados a fenómenos astronómicos como la sucesión inevitable de las estaciones, las fases lunares o la salida y puesta del sol. (https://shorturl.at/jcOlA).
Mientras realizaban excavaciones en un antiguo castillo en Aberdeenshire (Escocia), arqueólogos británicos hallaron unos hoyos que tenían 12 piedras sobre los que reposaban sendos postes de madera, que fueron considerados como representación de las fases de la Luna. Estimaron que, como calendario lunar, fue construido hace cerca de 10000 años (en el período llamado mesolítico). Los hoyos se alineaban con el solsticio de invierno con el fin de calcular mejor el paso del tiempo y la llegada de las estaciones. Se ha asumido que fue el primer esbozo de un calendario. (https://shorturl.at/tRXlV).
Los primeros calendarios fueron lunares, seguidos después por los lunisolares, con meses que duraban un ciclo lunar y los años contados según el ciclo del sol; en uno y otro caso, se intercalaban meses o días adicionales para ganar precisión en los ciclos. El primero de ellos, de hace cerca de 5000 años, fue el de los sumerios (donde hoy están Irak y Kuwait), el cual dividía el año en doce ciclos lunares; para que correspondiera con el año solar, cada cuatro años se agregaba un mes adicional. De modo parecido, unos 3000 años atrás, en el Egipto de los Faraones se creó el calendario solar, con una división del año en 12 meses de 30 días; para coincidir con el ciclo solar, agregaron cinco días de fiesta al finalizar cada año. En la antigua Babilonia, hace 4000 años (donde hoy está Irak) dividieron el día en 24 horas y la hora en 60 minutos. Los Mayas, por su parte, hace unos 2000 años, crearon un calendario con ciclos de 52 años. (https://shorturl.at/jcOlA).
Entre los romanos, en su primer calendario el año era de diez meses; iba desde marzo, mes 1 hasta diciembre, mes 10 (del latín decem = diez), con sólo 304 días. A partir del siglo VII a. C. adoptaron el calendario solar de 12 meses y 355 días. Julio César, en el 46 a. C. agregó 10 días al año y adoptó el que, en su nombre, se llamaría calendario juliano; en los años que se denominaron bisiestos (= bix sextus dies, que significaba la repetición del sexto día antes del primero de marzo) se agregó un día más a febrero. Como se mantuvo algún desfase con el ciclo lunar, en 1582 el Papa Gregorio XIIIadoptó el que lleva su nombre, y es el empleado hoy universalmente; tiene un error de 26 segundos por año, por lo que para que el año civil y el astronómico coincidan, dentro de 3000 años se agregará un día al calendario. (https://shorturl.at/zh4wV, https://shorturl.at/jcOlA).
Todos los calendarios se asocian en sus orígenes al propósito de ganar precisión en los momentos para la siembra y recolección de las cosechas, en la fijación y recordación de efemérides, fases de la luna, ciclo de las mareas y fenómenos astronómicos. Asuntos que bien se recogen hoy en los muy populares, a principios de cada año, Almanaque de Brístol, creado en 1832, The Old Farmer’s Alamanac, impreso desde 1792, y The World Almanac and Book of Facts, publicado por primera vez en 1868, los que han servido de guía a agricultores en todo el mundo. En sus orígenes, eran documentos fundamentados en la sabiduría de astrónomos y en las adivinaciones de astrólogos según las distintas constelaciones y supuestas influencias sobre la vida de los humanos; indicaban, además, días afortunados y otros sin ventura. Se sabe que en el siglo XVII eran los textos más leídos, después de la Biblia. (https://shorturl.at/7d3F7). El voquible almanaque tiene su origen en la lengua arábica, donde al-manākh significa clima.
Existen hoy cientos de almanaques impresos en el mundo. En cuanto surgió la imprenta de Gutenberg, empezaron a ser de más amplia circulación. El primero de ellos fue impreso en Viena en 1457, llamado el Calendario de los Pastores (The Kalendar of Shepards). Desde entonces, todos han sido concebidos para que sean fuente de información o de recordación para la celebración de eventos y ceremonias espirituales, predicciones del clima, mareas a lo largo del año, astronomía y astrología, guía para la siembra y cultivo, cuidado de los jardines, remedios caseros, artículos científicos y culturales, estadísticas globales, días feriados por países, preservación de los ecosistemas, datos económicos, logros humanos destacables, fases de la Luna, eventos planetarios, autoayuda y salud mental, folclor, dietas y ejercicios, escándalos, acontecimientos raros o curiosos, y hasta la vida, obras y chismes de las monarquías del Reino Unido y de España. (https://shorturl.at/7d3F7).
Aparte de los almanaques ya mencionados, en el mundo se pueden destacar: The Britannica Almanac,The National Geographic Kids Almanac, The World Almanac and Book of Facts, y The Oxford Almanack, los cuales presentan información variada sobre política, deportes, ciencia, tecnología, la naturaleza, estadísticas, cultura, efemérides y mucha más miscelánea de datos. Su consulta se puede hacer en línea, hoy de manera interactiva con respuestas por chatbots. En español, se pueden resaltar, además del Almanaque Brístol ya mencionado, El Calendario Lunar del Agricultor, El Almanaque Mundial y El Gran Almanaque de la Salud.
A todos ellos, se agregan los calendarios de papel, o el tipo cartel, colgados en las cocinas y en paredes de las oficinas con cada mes y día del año, resaltando días feriados, fechas de acontecimientos especiales y, con frecuencia, de las efemérides de los santos de la Iglesia. Tal vez el más antiguo de estos sea el Pronóstico y Calendario de 1628. (https://shorturl.at/MumaX).
Más allá de los muchos calendarios disponibles, de uso general, en la Web se consiguen de manera gratuita plantillas para elaboración de calendarios personales y de uso compartido. (https://shorturl.at/kIGNp, https://shorturl.at/IUU1h). Esa es una forma de estar atentos a las calendas, el primer día de cada mes lunar, para cobrar las deudas; o, de otra parte, hacerse el loco o huir del cruel, abominable e insistente cobrador para no pagarlas.
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