MI ENCUENTRO PEDAGÓGICO CON ESOPO y SUS MORALEJAS
MI ENCUENTRO PEDAGÓGICO CON ESOPO y SUS MORALEJAS
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Revisando mi biblioteca me encontré con el maestro Esopo. Establecí una
agradable e instructiva comunicación con él, un Maestro ejemplar que ha
iluminado la formación en las virtudes humanas desde hace 2600 años. Eso es un
maestro, el que no pierde vigencia, aquel que no renuncia a enseñar, que no se
jubila en su tarea de formar y que el
impacto de sus enseñanzas permanece por siempre. El buen Maestro siempre está
presente, siempre está vivo.
Después de frases introductorias y de saludos cordiales, le pregunté: ¿Maestro
usted por qué escogió la figura literaria de la fábula para sus enseñanzas? Me
respondió:
-El Maestro recurre a una variedad probada de estrategias de enseñanza,
centrado en un interés genuino por la formación cognitiva, afectiva y moral de
sus alumnos.
- Enfatizando la palabra “moral” prosiguió: En mi época no se
usaba la expresión figura literaria, pero sí usábamos una amplia
variedad de ellas con las que hicimos
rica nuestra lengua griega y por eso pudimos diseminarla por todo el mundo conocido
en ese entonces.
Sin osar interrumpir al
Maestro con la siguiente y evidente pregunta se me adelantó y dijo:
-Usted que también es maestro bien recordará que una moraleja
es un relato corto de moral.
Me recordó que la etimología del
voquible “fábula” viene del latín “fabŭla”, que
significa hablar y de ahí narrar y contar historias. Agregó que en su lengua
griega usaban las palabras “ithikós” y “êthos” con el significado
de costumbre, moral y virtuosidad. De ahí,
entre ustedes, surgieron los vocablos “moral” y “ethos” referidos
al comportamiento particular que debe caracterizar, eso es formar en el
carácter, a una persona o a un grupo determinado. En mi propia lengua, el
griego antiguo -agregó - usábamos la
palabra “múthos”, la misma de “mito” asociada a leyenda, narración,
cuento o historia narrada.
Además, prosiguió:
– Moraleja, con la que enseñé los
valores, es el diminutivo de moral, la
que debe guiar la conducta de cada ser humano. Es una lección que vuelvo a
recordar hoy por su conducto como maestro. Las moralejas son enseñanzas para recordar las
buenas costumbres para que los padres, los adultos y maestros no cesen de insistir
en que con ellas se formen sus hijos y los alumnos, so pena de que vuelvan a
darse cuenta muy tarde de que “árbol que crece torcido su tronco nunca
endereza”.
-Se detuvo, alzó su frente y
refiriéndose a mí acotó que hay que
persistir en educar bien al que está creciendo, ese es su papel como maestro,
como padre de familia y como persona. Y no olvide -me insistió- que de “ethos”
surge la ética. La moral y la ética son el tronco recto y
no torcido con el que deben crecer los niños. Por eso la moral, la virtuosidad,
las buenas costumbres y la ética son las
bases de la relación armónica entre los seres humanos y entre estos con todas
las formas de vida y con la salud del planeta. Mis fábulas son ejemplos
prácticos que perduran en el tiempo y
que las creé para ser usadas como lecciones morales, ejemplos, consejos
y guías de buen comportamiento. Niños y adultos deben reconocer que el valor
formativo de mis fábulas no está tanto en lo que en ellas relato sino en las enseñanzas presentes en cada una de ellas.
Movido por la curiosidad ante la tan amena charla y
la brillante y afortunada oportunidad de
escuchar al Maestro, le pedí me contará algo de su vida. Fue un relato
en extenso sobre ella, del cual resumo aquí lo que sigue:
-Aunque algunos incautos dudan de
mi existencia, nadie debe tener duda de mi realidad humana e histórica. Fui de nacionalidad
griega, nací hace 2600 años en Frigia, en lo que hoy es Turquía. Mi muerte
ocurrió en Delfos en Grecia. Fui esclavo de un señor llamado Janto de Samos quien años después de fiel servidumbre me dio la libertad.
Poco después el rey Creso, que era muy poderoso y tan rico que navegaba en oro,
me llevó a trabajar en su corte. Me encargó, entre otras funciones, ir al oráculo de Delfos, un templo consagrado al
dios Apolo, a ofrecer sacrificios y riquezas en su nombre.
Continuó con sus extenso y preciso relato agregando:
-En el oráculo encontré corrupción, deshonestidad y comportamiento
amoral entre los sacerdotes de ese templo.
Ahí me avergoncé al ver que era un templo donde reinaba la inmoralidad. Ese fue
uno de los hechos impactantes en mi vida que me dio fuerza y convencimiento
adicional para seguir escribiendo mis moralejas que ya había empezado tiempo
atrás.
Interrumpió por un breve momento su relato, miró hacia arriba, tomo
aire, frunció las cejas como si quisiera
pasar un trago amargo, y me dijo:
-A raíz de mis acusaciones presentadas al rey Creso, aquellos inmorales
y perversos a los que yo había
denunciado me culparon de sacrilegio por
robar pertenencias del dios Apolo. Fui condenado a muerte y lanzado desde un
alto despeñadero. Tenía 64 años. Tiempo después se probó que la acusación era
falsa, por lo que mis acusadores fueron castigados con pena de muerte y lanzados por el mismo despeñadero. Mi nombre y honor fueron reivindicados por siempre como usted puede ver y dar razón.
-Y aquí estoy todavía vivo 2600 años después, persistente con mis
enseñanzas para que todos tengan un futuro mejor llevando una vida iluminada
por la rectitud moral.
Entendí parte de la motivación que tuvo el Maestro Esopo para escribir sus fabulas con precisas y
educadoras moralejas de valía no sólo para los niños sino para los adultos en todas
las sociedades del mundo y en todos los tiempos. En sus moralejas están los valores morales que deben gobernar
nuestras vidas y en sus relatos los pecados y transgresiones que debemos evitar.
Una inquietud obvia fue preguntarle por qué usó a los animales en sus
relatos para ejemplificar impropias conductas y sacer bellas y formadoras moralejas.
Me respondió:
- Pero también hay seres humanos y mucho de la naturaleza en mis
fábulas. En ellas cabemos todos, lo animado y lo inanimado. Dios puso a los animales en este
mundo para que tuviéramos compañía perenne. Ellos forman parte de la vida en la
tierra y de sus ecosistemas, como ustedes dicen ahora.
Y precisó:
-Note usted que no hay animales salvajes. Ellos viven en su propio
ambiente y lo cuidan, muchos de ellos han estado aquí antes que cualquier
humano, la tierra y sus recursos son de ellos. Los salvajes son los humanos que
con su crueldad los maltratan y matan, les destruyen sus medio ambiente y
fuentes de alimentación, los persiguen y llevan a la extinción, los secuestran
para venderlos como piezas exóticas, los cazan para elaborar trofeos y adornos llenos de sangre inocente.
Finalizó acotando:
-Esos son los salvajes, los humanos salvajes. Podemos y debemos vivir en
armonía con los animales en la tierra, con ellos formamos una unidad indisoluble.
Los atributos morales son la esencia para una sana vida humana. Mis
fábulas muestran el alma corrupta y la realidad interna de aquellos cuyos
troncos crecieron torcidos.
En nuestra larga conversación insistió, con entusiasmo que invitaba a
una escucha atenta, sobre la inmortalidad de sus enseñanzas morales que
apoyadas como recurso literario en animales personificados ejemplifican a aquellos cuya conducta es
contraria a la armonía social. De las fábulas se deducen normas del buen
comportamiento y se aprende sobre los valores que enriquecen el espíritu humano.
Le observé que el recurso del uso de animales es más fácil y ameno entre
los niños que tienen amor por ellos. Es un recurso que les llama la atención,
sirve de base para consolidar el proceso formativo de su carácter, les permite insertarse creativamente en el relato, sacar
sus propias conclusiones y ser capaces, a la vez, de participar en juegos de
roles y en representaciones teatrales en
donde el mensaje oral adquiere fuerza
formativa adicional.
Repasamos algunas de las que les mencioné eran mis fábulas favoritas. El hizo las anotaciones
que consideró oportunas.
Me dijo que la fábula de “El viento del norte y
el sol” se refiere al sabio
dictum popular que dice que más vale la maña que la fuerza, que es mejor
solucionar conflictos por la vía razonada y no por la fuerza y también enfatiza la conveniencia de separarnos de la vanidad y de la presunción de nuestro poder, riqueza o
conocimientos.
La lectura de “La cigarra y la
hormiga” tiene como enseñanza moral
-señaló él- el principio de que con el esfuerzo dedicado y constante se superan algunas limitaciones
que nos puede imponer la naturaleza y que el trabajo dedicado es necesario para
alcanzar una vida de gratificaciones
espirituales. Y en “La paloma y
la hormiga” todos pueden aprender que hay que ser generosos y agradecidos ya que cada
buena acción produce valiosas recompensas.
Cuando le
mencioné la de “El lobo con piel de cordero” fue ágil en indicarme que su
intención fue y ha sido la de demostrar a los mentirosos que el engaño a los demás acabará causando males
peores a ellos mismos. Mientras que -agregó él- en la de “El perro y
su reflejo en el río” enseño, como Maestro que soy, a que nadie debe apoderarse de los bienes y de las
realizaciones de los demás y que tampoco
debe codiciar o ambicionar lo que no se posee. De modo parecido, -siguió con su
entusiasmo– con “La gallina de los huevos de oro” invito a que cada
uno alcance la conclusión de que como seres sociales estamos obligados a
aceptar con satisfacción lo que hemos logrado y conseguido y, muy importante,
alejarnos de la codicia y envidia que son atributos perniciosos y nocivos.
Cuando le recordé la belleza de su fábula de “La liebre y la tortuga” me
dio su respuesta y la complementó con las enseñanzas de otras de sus fábulas. Dijo:
-Sí. Como en todas mis
fábulas se pueden sacar distintas enseñanzas, entre ellas la de valorar el
esfuerzo personal y el de los demás, perseverar para alcanzar las metas sin
presumir con vanidad de nuestras
habilidades. Fíjese - agregó – que en la fábula de “El león y el ratón” podemos llegar a
la conclusión que aun siendo muy poderosos siempre requerimos del trabajo y el
apoyo de los demás, aunque puedan ser considerados como frágiles.
Le recordé al
Maestro Esopo que mi libro de lectura en la escuela primaria tenía la fábula de
“La zorra y las uvas”, la que yo siempre recordaba por su valor
para que pudiéramos
reconocer las limitaciones de
nuestros esfuerzos en determinadas circunstancias y apreciar la necesidad de trabajar con otros para
alcanzar las metas que nos proponemos. En efecto -agregó él- no podemos ni
debemos culpar a los demás por no poder
lograr algo que deseamos ya que no
siempre se puede satisfacer cualquier deseo impulsivo y repentino. La paciencia
y el trabajo conjunto con otras personas nos permiten ser más exitosos, recalcó.
Seguimos por un tiempo bastante extenso comentando la
necesidad de la formación ética y moral. Para finalizar, él como Maestro me
dejó una tarea. Me encomendó:
-Usted que es maestro recuérdeles
a los padres que ellos son los primeros maestros de moral y ética de sus hijos.
Y también lleve el mensaje a todos los demás adultos para que repasen mis breves cuentos y saquen conclusiones para su buen comportamiento de
las moralejas que ahí les he dejado.
Así mismo, me recomendó que arrojemos por un despeñadero a todas
las acciones que dañan a los demás humanos, a los seres vivos y a la naturaleza,
que todos abramos los corazones para el amor a Dios y el acatamiento a sus
mandamientos, reafirmar el amor a sí mismos y al prójimo, y practicar como
regla invariable la humildad, la caridad, la misericordia, la solidaridad, la fe,
la fidelidad y la generosidad. Sin que nadie
olvide los valores de la lealtad, la justicia, la prudencia, la cooperación
y el trabajo productivo sin egoísmos. Tampoco deben -recalcó- olvidar el perdón,
la obediencia y la gratitud.
Prosiguió:
-Dígales a los maestros y a todos que no olviden el “ethos”,
a la formación en las sanas y buenas costumbres, o sea a la ética.
Para despedirse me recordó que con su fabula “Las ranas
pidiendo rey” todos deben concluir que a
la hora de elegir a los gobernantes es mejor escoger a uno humilde, decente
y honesto, en lugar de a otro ignominioso,
tramposo, maquinador, ruin y corrupto.
(El lector podrá encontrar en cada uno de estos enlaces la
totalidad de las 393 fábulas de Esopo con sus consecuencias morales: https://rb.gy/hhdzv5, https://rb.gy/9vx9zr o https://rb.gy/sajces).
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