El Pensamiento Crítico y la Habilidades Comunicativas para Superar el Analfabetismo Esencial
El Pensamiento Crítico y la
Habilidades Comunicativas para Superar el Analfabetismo Esencial
Enrique E. Batista J., Ph. D.
Como bien se sabe con la escritura se inició el
período histórico de la humanidad. Con ella se creó la necesidad de que los
seres humanos tuviésemos la necesidad y también el derecho de comprender a
cabalidad la información escrita y a la
vez el deber de cuestionarla o validarla
de manera personal o colectiva.
Paralelo a la escritura surgió una condición
intolerable en la sociedad: el analfabeta. Éste quedó marginado
y en sumisión frente al poder inmenso del ilustrado
que podía leer, escribir y
avasallar mentes, sentimientos, actitudes y comportamientos de los demás interpretando
y explicando a su manera los hechos sociales, económicos, políticos o
culturales.
La lengua española tiene cerca de
300.000 palabras; a diario usamos unas 300 de ellas, aunque en un nivel
elemental de comunicación se ha argumentado que son necesarias unas 2000. Un
entrenador de selecciones nacionales de fútbol en Europa, Fabio Capello, señaló
alguna vez que no necesitaba más de 100 palabras para dirigir a su equipo. A
los dos años un niño se desenvuelve con el doble de esa cantidad. De un estudiante universitario avanzado se
esperaría que manejara entre 8.000 y
10.000 palabras para comprender conceptos abstractos, usar metáforas y otras
figuras literarias para reforzar con claridad sus exposiciones y argumentos. Otras
personas debido a sus ocupaciones o roles sociales duplican esa cifra. (https://bbc.in/300Bj06).
Existe la
llamada lectura crítica la cual tiene como fundamento al pensamiento crítico que se refiere, de manera sencilla, a
la habilidad para inferir supuestos, detectar y diferenciar opinión de hechos,
leer entre líneas, tomar distancia frente al escritor para asumir posiciones propias,
avalar o controvertir con fundamentos opiniones, conceptos, teorías, propuestas
de proyectos, de planes de solución o de explicaciones frente a un determinado problema
o dilema.
El
pensador crítico es un escéptico bien
fundado. A la larga, pensar de manera crítica es “no tragar entero”, no
dar por sentado la veracidad de lo que se afirma o se cree en general, es no
aceptar los llamados mitos urbanos y las tan comunes noticias falsas (fake
news) como explicaciones ciertas de determinados hechos. Entiende el pensador crítico que sus propias ideas pueden
representar en muchas ocasiones apenas
una de las opciones interpretativas frente a
hechos y concepciones de la sociedad y del mundo; así mismo, reconoce que
pueden existir otras explicaciones mejor fundadas o con mayor nivel de certeza.
El
pensador crítico a la vez que rechaza
la imposición de posturas, la distorsión deliberada de información y de hechos
respeta la opinión, la orientación teórica, ideológica o política de los demás.
En el
contexto actual de la era de la hiperinformación pensar de manera crítica es
acceder y validar la información, establecer con certeza si ella es cierta porque está debidamente
soportada (o sea, que tiene validez interna); de igual modo, el pensador
crítico establece el grado en que la aplicación
o explicación de la información a
la que se accede tiene valor o
potencialidad para ser generalizable a
otros campos, contextos o situaciones diferentes al original (proceso llamado de
validez externa).
La persona
con pensamiento crítico tiene profundo respecto por la autoridad, pero lo tiene mucho más por lo que es cierto. Al pensador crítico lo orienta aquella aseveración
atribuida a Aristóteles que dice: “Soy
amigo de Platón, pero más aún de la verdad”. Y también por la frase del
apóstol San Juan: “La verdad te hará libre”.
Si no se tiene la habilidad para pensar, leer,
escribir y expresar oral o multimedialmente ideas de manear crítica no se
pueden comprender textos escritos, audios, videos, animaciones, películas, mapas,
gráficos y distintas formas de comunicación de contenidos y de información en
variados formatos. Sin esa habilidad se carece de la posibilidad de aprender y
de seguir aprendiendo a lo largo de la vida sin necesidad de una sumisión
anclada a figuras de autoridad, como a
la de Platón. Saber leer y escribir es la base de la comprensión y del
aprendizaje escolar significativo y con sentido. Está en la base de una educación
con calidad y es esencial para poder consolidar procesos exitosos de inclusión
social.
Carecer de la capacidad de lectura crítica es estar en
una forma inhumana suspendida de analfabetismo, ni siquiera el funcional que ocurre cuando la habilidad
del simple leer, escribir y contar se pierde por falta de uso, sino que es el “analfabetismo
esencial”, ese en el que se carece de las habilidades, precisamente las
esenciales, para desarrollarse como persona con dignidad humana reconocida, ser
un ciudadano conocedor de sus deberes y derechos, entre ellos el derecho a acceder
de manera oportuna a información
fidedigna y el deber de usar su potencial cognitivo para develar información
falsa, esa que se apoya en sofismas y argucias lingüísticas presentadas con
deliberada y maliciosa intención de
engañar o dañar.
Cuando se dice que nuestros estudiantes carecen de
lectura y de pensamiento crítico se afirma el reconocimiento de que pueden leer
y escribir con un vocabulario básico de 2000 palabras o menos. De igual modo, se
reconoce que pueden leer y escribir, pero
con la esencial carencia de la capacidad
para preguntar, entender, aplicar, investigar, crear, oponer, controvertir,
validar, clarificar, cuestionar y
rectificar. No están en condiciones de
entender un problema o una pregunta y menos de poder emitir una respuesta clara
y creativa. Dicho de otra manera, el estudiante que no se forma para
desarrollar el pensamiento crítico y ejercerlo mediante la lectura crítica es, para
todos los efectos prácticos, un “analfabeta esencial” como se mencionó,
incapaz de ejercer sus derechos en la sociedad democrática y de comprender la
naturaleza de los distintos fenómenos sociales, políticos, culturales,
ambientales y económicos que ocurren en
el mundo y que lo afectan a diario en estado de lamentable pasividad.
La meta de formar en el pensamiento crítico está entre los fines de la
educación consagrados en la legislación educativa de los países del mundo. Sin la habilidad de pensamiento, lectura y escritura críticas
no podrá la escuela, desde preescolar hasta la universidad, alcanzar fines
formativos tan altos y cruciales como aquellos formulados para que todos sean
capaces de lograr, “mediante la
apropiación de hábitos intelectuales adecuados para el desarrollo del saber” lo
siguiente:
·
El desarrollo de la capacidad crítica,
reflexiva y analítica que fortalezca el avance científico y tecnológico
nacional.
·
La comprensión crítica de la cultura
nacional y de la diversidad étnica y cultural del país.
·
El acceso al conocimiento y el estímulo a
la creación artística en sus diferentes manifestaciones.
·
La promoción en la persona y en la sociedad
de la capacidad para crear, investigar, adoptar la tecnología que se
requiere en los procesos de desarrollo del país.
·
Adquirir y generar conocimientos
científicos, tecnológicos, humanísticos, históricos, sociales y estéticos.
·
Ser factor de desarrollo científico,
cultural, económico, político y ético en los ámbitos nacional y regional. (Subrayados fuera de los textos de la ley
115 de 1994; https://rb.gy/xj1udn
y de la 30 de 1992 https://rb.gy/qf1o1k).
Son todos ellos logros cognitivos, afectivos y
habilidades sociales que forman parte de la esencia de los proceso formativos de escolarización,
formación que debe ser desarrollada y mantenida de manera permanente a lo largo
de toda la vida. Si la educación en todos sus niveles no forma para el
pensamiento crítico, entonces falla, como se ha indicado, en una de sus
misiones centrales cual es la formar personas críticas, con autonomía cognitiva
y afectiva, base para una sociedad igualitaria fundada sobre los principios del
bien común.
Todos los alumnos y todas las personas tienen el
derecho y el deber de una formación permanente para desarrollar la habilidad
para comprender y transformar al mundo
desde una perspectiva crítica. Habilidad que se manifiesta en la capacidad para
entender la naturaleza de los distintos mensajes escritos, orales o multimediales que hoy recorren el acontecer cotidiano la cual se hace visible
en las maneras de usar el potencial de ellos para una comunicación efectiva y
un desempeño ciudadano y laboral exitosos
en esta fase del siglo XXI.
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