Doce Pilares para una Nueva Era Educativa- Parte 1
Doce Pilares para
una Nueva Era Educativa- Parte 1
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
Arrojo,
sapiencia fundamentada y creatividad son cualidades que nos incumbe tener hoy
frente a los extraordinarios acontecimientos que nos han afectado de manera tan singular. Son
cualidades para innovar con carácter y
decisión contrarias a las decisiones que
buscan paliar de momento los efectos que sufrimos. Son necesarias para
consolidar estrategias efectivas y
oportunas de gestión del servicio
educativo y para incorporar las innovaciones
pedagógicas que permitan posicionar a la educación como el cimiento central
sobre el cual se apoyará la superación de los insólitos y perturbadores sucesos vividos y así poder avanzar hacia el progreso colectivo, social,
cultural y económico del país.
Es una
oportunidad para ciudadanos y gobernantes de mentes abiertas dispuestos a
impulsar el necesario cambio; ciudadanos
y gobiernos que sean a la vez sagaces
e inteligentes para promover acciones efectivas con resultados sociales positivos
en el corto y largo plazos. La humanidad ha conocido en el pasado hechos
extraordinarios, locales y globales, de los cuales surgieron trasformaciones y
rupturas sociales que han beneficiado el progreso colectivo y que cambiaron el
rumbo de la historia creando nuevas eras que suplantaron a las viejas. Esta
vez, la oportunidad está servida.
Como
bien se ha dicho, será de ilusos quiméricos y conformistas por habituación pensar
y proponer que se puede a regresar a la
vieja “normalidad” como si los hechos extraordinarios que padecemos no
nos hubiesen afectado ya de forma dura con arraigo y creando condiciones que perdurarán en nuestra vida personal,
social y laboral, en la política, la economía, la ética y la cultura. No se
trata de un renacer desde la cenizas como el Ave Fénix que lo hacía cada 500
años para reempezar y seguir volando en el mismo punto cada vez, estancado en
los mismos momentos y circunstancias.
Con
mente abierta y apego a la innovación creativa podemos superar la fantasía infructuosa
de quienes como esa castigada Ave o como el avestruz meten la cabeza en la
arena para no ver la oportunidad de la gran mutación a la que hemos sido
forzados. Ya fuimos cambiados. No se
puede ignorar el peso de los hechos, tampoco es viable la acción pasiva del “dejar de hacer, dejar pasar” que sólo da paso a
una resistencia pasiva pero dañina
frente a las necesarias acciones que social y moralmente nos incumbe
concebir y llevar a cabo frente a los imperativos de cambio que nos han impuestos
las inusitadas y extraordinarias
circunstancias.
Son insólitos
momentos de pesadumbre colectiva que convocan
no sólo a los gobiernos y legisladores sino a todos los ciudadanos con sus
organizaciones sociales, a los niños y jóvenes, a los sectores productivos, a
maestros, padres de familia y trabajadores de la cultura para consolidar un novedoso
y actualizado modelo educativo que reemplace al actual por viejo, improductivo
y caduco. Un modelo para una nueva era que con base en nuestras necesidades y
realidades de la más diversa índole, permita el surgimiento de un nuevo día
social y escolar en donde una educación inclusiva,
pertinente y de calidad para todos sea el sol que alumbre el progreso colectivo.
El
temor a la innovación no puede llevar a nadie a continuar pensando, justificando y haciendo lo
mismo, a manera de eterno e inmodificable ritual, en los diversos ámbitos de la
sociedad en general y de la educación en particular cuando todos sabemos de las debilidades,
exclusiones y acciones gubernamentales y sociales muy tímidas o muy mal
enfocadas y realizadas.
No se
ha carecido de oportunidades, pero sí de voluntad política. Esta nueva
oportunidad en la que todos en los diversos estratos sociales, organizaciones
sociales, sectores productivos, el vecino, usted y yo hemos sido afectados nos
convoca para que también todos, de manera solidaria y colaborativa, aseguremos
una educación que haga brillar la abundante inteligencia de nuestros alumnos y
nos llene a todos de progreso y orgullo.
El
proceso con innovación social se apuntalará sobre pilares bien
conocidos y que recogen experiencias de innovaciones educativas recientes y
exitosas. Son 12 de las cuales enumeraré
aquí cinco de ellos. Los otros siete los presentaré en la próxima columna:
Pilar 1.
El ideológico político. Hace
referencia a transformación hacia una nueva era educativa con amplia
participación social. Tiene como meta la fijación de políticas educativas con
atención a las variantes regionales y culturales, atención a todas las
poblaciones, urbanas y rurales y, para la construcción de equidad e igualdad, a
las comunidades más pobres y las excluidas. Políticas que se acuerdan con amplia
participación de todos los sectores
sociales y de la producción, de los gobiernos y legisladores. Este Pilar
implica la elaboración de programas con metas alcanzables para ser evaluadas
con periodicidad, la reformulación de los fines de la educación acorde con las
distintas realidades y nuevas circunstancias en el país y en el mundo. Implica
también el mantenimiento, como principio dentro del contexto normativo general, de la autonomía de las escuelas y
universidades y de la libertad y poder para la creación
y la innovación. Implica, así mismo, el cumplimiento por los gobiernos de los
mandatos legales que obligan a desarrollar una educación de calidad para todos
y a la observancia plena de los compromisos que el país ha adquirido mediante
acuerdos y convenios internacionales.
Pilar 2. La obligación de adecuado financiamiento económico. Es
para todos evidente a lo largo y ancho
del mundo que los resultados educativos (conocimientos, habilidades, actitudes
y valores), los sociales y culturales, la buena ciudadanía y la eticidad
dependen de la asignación suficiente y oportuna de recursos económicos y de la seguridad de que ellos sean invertidos
con claridad y transparencia. Algunos gobiernos rehúyen este pilar
invisibilizando a la educación en sus planes de desarrollo. Lo que no se ve,
sienten con impropiedad política, no existe y no es exigible por ser inmaterial.
Pilar
3. Los proyectos formativos escolares.
Estos, con protuberante arcaísmo, han sido llamados desde hace cerca de 500
años “currículo”, el mismo del que se ha insistido tanto que está
fenecido y carece de funcionalidad pedagógica y práctica hoy. Mantener ese
arcaísmo atenta contra la necesaria transformación de la totalidad de
los muy atrasados procesos educativos, heredados y mantenidos por el peso
agobiante y retrasador de la tradición. Las escuelas están hechas para alcanzar
altos niveles formativos cognitivos, afectivos, morales, laborales y de
ciudadanía, y no para desmembrar los
saberes y “dictarlos” de modo desarticulado en asignaturas
inconexas que limitan el aprendizaje activo, la motivación y el interés de los
alumnos.
Los proyectos
formativos escolares integran, mediante una variedad de estrategias
pedagógicas, los saberes científicos, las disciplinas, el arte, la cultura, la
recreación, la ética y la moral, la economía, la lengua propia y la extranjera, la historia y geografía nacionales y globales, la valía de la biodiversidad y
la defensa del planeta, alrededor de momentos de aprendizajes basados en
problemas, en proyectos o en desafíos los
cuales se centran en facilitar a los alumnos formar, bajo su control, parte
activa del proceso de aprender y del desarrollo de sus habilidades innovadoras
y creativas; permiten a la vez la individualización de los proceso y ritmos de
aprendizaje.
Pilar
4. Grados escolares y horarios. En la
historia de la pedagogía la formación por grados escolares es más bien
reciente. La vieja concepción de “currículo” ha arrastrado con ella la
idea de los horarios rígidos de clases los
cuales responden hoy a artificiales separaciones de contenidos y a la des - integración
entre los objetivos y los contenidos de las asignaturas prescritos más para ser
cubiertos, con frecuencia de cualquier manera, por el “docente” (que no
por el maestro). Predominan las asignaturas en lugar de los
proyectos formativos escolares. Se ha arrastrado también la concepción errónea
que lleva a resultados desastrosos o
inciertos consistente en que las áreas
formativas escolares deben convertirse en asignaturas para ser dictadas y
examinadas. Una gran cantidad de logros escolares no son ni caben en la
dimensión arcaica de asignaturas; entre ellas la formación en: ética, religión,
moral y valores, urbanidad y ciudadanía. Tampoco caben como asignaturas las
habilidades comunicativas en lengua propia y extranjera; el aprendizaje de una segunda lengua
no es asunto de asignaturas, como bien ocurre en los ambientes no
escolarizados, sino que sus logros se fomentan por niveles de habilidad o
ciclos, independiente de la edad y de grados escolares, por el nivel de “proficiencia” de cada uno, como se
denomina en el campo de enseñanza y aprendizaje de las lenguas.
Pilar
5. Énfasis en promoción de las
habilidades socioemocionales. El sobre énfasis en contenidos dictados que,
con suma impropiedad pedagógica se dice que son para ser “transmitidos”, ha puesto
lejos de las escuelas los más importantes logros que con su misión social se
desean alcanzar mediante procesos formativos que contribuyan a la humanización de
las relaciones sociales, a la
convivencia pacífica, a la solidaridad, a la vida democrática
participativa, a la aceptación de las diferencias culturales, étnicas, de
género y de otras clases. No se pueden “dictar”
y tampoco “transmitir” las habilidades socioemocionales como el
liderazgo, el trabajo colaborativo en equipo, la comunicación precisa, la creatividad,
la innovación, el pensamiento crítico, la
sensibilidad social, la defensa del planeta y su biomasa, la solidaridad entre
comunidades y pueblos. Ellas no pueden ser asignaturas,
pero sí la parte más esencial de una educación en una nueva era transformadora. Las
habilidades socioemocionales tienen la virtud de que pueden y deben estar
presentes en todos los proyectos escolares de
aprendizaje activo y cubrir todas
las áreas formativas en todos y cada uno de los niveles educativos; representan
la humanización de las relaciones sociales y son logros para toda la vida a
diferencia de los contenidos que en su gran parte se vuelven obsoletos en medio
de los avances en ciencias y tecnologías.
En la próxima columna abordaré los otros siete pilares: Los maestros, la infraestructura educativa, los medios y mediaciones pedagógicas, la individualización
de los procesos formativos, la evaluación para la promoción constante, la promoción
y evaluación de la calidad, y los sistemas de gestión de la educación y de sus
procesos formativos.
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