Inteligencia Humana e Inteligencia Robótica: Retos Sociales y Educativos
Inteligencia Humana
e Inteligencia Robótica: Retos Sociales y Educativos
Enrique E. Batista J., Ph. D.
“A menos que
aprendamos a prepararnos para los riesgos potenciales y a evitarlos, la
inteligencia artificial podría ser el peor evento en la historia de nuestra
civilización. Creo que podemos crear IA para el bien del mundo”. -Stephen Hawkins
Se ha dicho que la inteligencia o
la vida inteligente no es una condición de la evolución de las especies, pero tampoco
lo es que evolucionemos a un mundo de súper inteligencia como androides, esos
seres a lo que parece que evolucionamos.
Estamos de frente al final de la
inteligencia humana. En la gran singularidad tecnológica que se predice hacia
el 2050, cuando seremos seres híbridos, no sólo de cuerpo carnal sino con una
configuración corporal única basada en bits o qbits (bits cuánticos). La
inteligencia creada escapará a nuestro control.
Con la inteligencia artificial y
la gran singularidad tecnológica podemos estar en el comienzo del fin de la
inteligencia meramente humana. Los robots actuarán y pensarán por nosotros y
tomarán decisiones más inteligentes que las nuestras. Este asunto ya abandonó
el campo de la ficción científica. Si algunos piensan que se hace futurología
está lejos de la realidad. Hoy la inteligencia artificial, que como concepto
existe desde 1956, está presente en nuestra vidas, las usamos a diario o nos
usa a diario.
No será necesario aprender, por
lo menos no como hoy. La información, la identificación de problemas y sus
soluciones las darán robots en fracciones de milisegundos. Suena duro y
seguramente difícil de asimilar. Seguiremos ese camino a menos que podamos
asumir control sobre el curso de nuestra evolución. Cambiará la escuela y
también las formas del trabajo y, de manera no predecible hoy, las formas de remuneración por la labor humana que
necesite ser compensada.
La formación escolar y ciudadana
es, entonces, vital frente a las implicaciones sociales, morales y éticas por
la que nos enrutan los avances digitales.
Esa formación escolar, desde hoy será determinante para asumir el
control sobre el bienestar actual y futuro de la especie humana, y de los
ecosistemas en el planeta.
Ninguno de nosotros podrá decir
que no lo sabíamos o que no estábamos advertidos. Nuestro gozo cotidiano con
cada nuevo software y entretenedores adminículos digitales nos pueden alejar de
las consideraciones éticas y de las implicaciones sociales del camino hacia la gran
singularidad tecnológica.
Parece que los humanos nos
hubiésemos convertido en dispensadores de inteligencia, se siente como si
derrochásemos la que tenemos, la pasáramos a formas de programación digital, y
a cualquier nueva función automatizada la llamamos “inteligencia”.
Nuestra inteligencia, la de la especie humana, está dejando de ser genuinamente
humana a medida que la traspasamos a una amplia variedad de desarrollos
digitales. Así, hablamos de ciudades inteligentes, de dispositivos inteligente
de televisores, de autos inteligentes y muchísimos más. Hay inteligencia humana
e inteligencia artificial. Sinónimos de “artificial” son: “falso”,
“contrahecho”, “ficticio”, “engañoso”, “aparente”, “fingido” y “antinatural”.
Ya existe en la comunicación
cotidiana los términos “aprendizaje profundo” e “inteligencia artificial”.
El aprendizaje profundo trabaja con las denominadas “redes neuronales profundas”
que digitalmente simulan el funcionamiento de nuestro cerebro y la manera cómo
aprendemos.
De manera sencilla, recordemos
que la inteligencia artificial hace referencia a un conjunto de algoritmos o
programas informáticos que facilitan que las máquinas tengan habilidades de
razonamiento y de realización de tareas como los humanos y mejor que estos y
que, a la vez, imitando los procesos cognitivos humanos tengan la capacidad de
aprender.
La predicción del futuro sin
adivinos, nigromantes y videntes se denomina aprendizaje predictivo, el cual
consiste en usar técnicas analíticas, procesos estadísticos
avanzados y el aprendizaje automático para procesar una gran cantidad de
datos acumulados (conocido como big data y con alguna frecuencia “ciencias
de los datos”) para crear un modelo que permite realizar predicciones sobre sucesos
o acontecimientos futuros basados en ellos. En el análisis
predictivo con base en cantidad de datos recogidos de manera sistemática se
predice lo que pasará a continuación o se formulan sugerencias o hipótesis
sobre lo que mejor se debe hacer para obtener determinados resultados positivos,
evitar la realización de ciertas acciones o formular y analizar la conveniencia
de tareas alternativas. (https://bit.ly/33px3Dh).
Hay ya en
camino proyectos que permitirían conectar ciertas áreas de nuestro
cerebro por medio de los denominados cordones neuronales a artefactos dotados
de inteligencia artificial. Asunto que ha llevado a que se propongan como
derechos humanos los “neuro derechos” con el fin de que podamos
proteger recuerdos, pensamientos y emociones presentes en nuestro cerebro y
garantizar el derecho a la libertad cognitiva, la integridad mental,
continuidad y unicidad psicológica y, también, evitar la modificación, adición o supresión de memorias que forman parte
esencial de quiénes somos y de cómo nos reconocemos e identificamos. Los
proyectos para que se pueda llegar a pensar con el cerebro de otra persona,
implantarle recuerdos y memorias, sentir, amar u odiar desde ese otro cerebro,
son posibilidades que apuntan a la necesidad de que, así como requerimos ser
los dueños exclusivos de nuestros datos, también tenemos que continuar siéndolo
de nuestra vida interior, historia cognitiva y afectiva, las que serían fáciles
de hackear si nuestro cerebro está conectado o interactuando con una máquina. (https://bit.ly/2oSSiya; https://bit.ly/2qpGgNl).
En
los procesos educativos existen ya los tutores o auxiliares de enseñanza (entre
otros, en la forma de chatbots) para una educación personalizada, recurso
que ha sido importante no sólo para ayudar a los maestros y alumnos sino
también a los padres de familia para obtener respuesta a inquietudes habituales
que puedan tener frente al progreso o desempeño de sus hijos. También está ya
presente la analítica del aprendizaje, procedimiento que hace uso del análisis de big data información compilada sobre los alumnos,
interacciones entre ellos, entre éstos y sus maestros y con los medios y
mediaciones pedagógicas con el fin de conocer los avances o retrocesos en los
procesos de aprendizaje con miras a poder señalar modos personalizados que
favorezcan en cada uno logros del más alto nivel, eliminando la repitencia y
reduciendo la desmotivación y el abandono escolar y, así, ganar en la
consecución de los fines sociales de la educación y los personales de cada
alumno como también en la innovación en las estrategias de enseñanza que usan
los maestros.
La inteligencia artificial es
parte de los factores que afectan hoy la naturaleza de los procesos formativos
escolares y extraescolares. Conocer su naturaleza e impactos posibles forman parte
de las claves de una educación humana hoy y en el futuro cercano. Su vigencia
generalizada en la sociedad informatizada implica reorientación fundamental de
las estrategias para enseñar y aprender. El conocimiento de las ventajas y los
grandes riesgos y problemas éticos reales y potenciales que presenta es una
necesidad imperiosa. Que no sea muy
tarde cuando descubramos que las máquinas han tomado control de nuestras vidas
y que padres y maestros sean sustituidos en su rol de formadores de los hijos y
alumnos.
Tomemos las reflexiones de Elon
Musk, fundador de la compañía Space X y líder en Tesla (navegación espacial,
automóviles eléctrico, entre otros), quien ha dicho que hay el riesgo de que
los humanos acabemos como mascotas, tratados como gatos caseros. Propone que los gobiernos fijen dos metas a
corto plazo: asumir conciencia sobre la importancia de este asunto y lo
regulen, y evitar que empresas privadas adquieras demasiado poder sobre el
futuro del desarrollo de la inteligencia artificial. Recalcó: “El futuro menos
terrorífico es uno en el que hayamos democratizado la inteligencia artificial,
porque si una gran compañía o un pequeño grupo de personas consiguen
desarrollar una superinteligencia digital divina, podrían dominar el mundo”. (https://bit.ly/2NrkYbf).
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