Educación obligatoria de calidad para todos libre de exclusiones, igualitaria y equitativa con un nuevo modelo educativo
Educación obligatoria de calidad para
todos libre
de exclusiones, igualitaria y equitativa con
un nuevo modelo educativo
Enrique E. Batista J, Ph. D.
El país debe prepararse para que en el
bicentenario del Congreso de Angostura en 2019 demos cabida al pensamiento que El
Libertador asignó a la educación para consolidar la República.
Con rumbo
desvariado y brújula sin norte han estado las políticas educativas de Colombia,
con muy pocos éxitos para garantizar el derecho universal a una educación con
calidad para todos, a una educación con altos valores éticos y morales lejos de
la corrupción, a una educación, que promueva comportamientos pacíficos y que
contribuya a la consolidación y profundización de la democracia dentro del
Estado Social de Derecho.
No han sido
los gobiernos exitosos en la conducción del Ministerio de Educación Nacional, nombrando
en ese importante cargo a personas con muy poca o nula trayectoria y, además,
sin conocimiento de la educación en Colombia y de sus compromisos en el ámbito
internacional. Planes y programas de desarrollo se han quedado cortos en la
consecución de las metas educativas formuladas. Una evaluación de logros, por
ejemplo, alrededor del Plan Decenal de la Educación 2006 – 2016, muestra
resultados que avergüenzan ante la escasez de logros demostrables. Fue, para
decirlo de manera tajante, un fracaso.
El derecho a
la educación ha sido considerado como elemento esencial del progreso y de la
vida republicana. El Libertador en el
Congreso de Angostura en 1819, hace ya dos siglos, señaló que la educación
primaria debía ser obligatoria. Utilizó la expresión “educación popular”, la
cual debía ser del “cuidado primogénito del amor paternal del Congreso”. Consideró a la moral y la formación escolar como los polos
de la República, por lo que debía ser obligatoria, dirigida y orientada por
el Estado. Si en el ámbito nacional no se ha sido exitoso, a pesar de objetivos
y metas en distintos planes de desarrollo, en el contexto de los compromisos
internacionales del país tampoco son muchos los logros demostrables, pero sí
más abundantes las carencias e incumplimientos. Veamos:
Los países
del mundo con distintas organizaciones multilaterales mundiales, bajo la égida
de la UNESCO han acordado, en las tres últimas
décadas, comprometer acciones políticas para consolidar el derecho a una
educación con calidad para todos. Una educación que ayude a superar la pobreza,
la inequidad y las desigualdades de distinta índole en el mundo. En la Declaración Universal de Derechos Humanos
bien se expresó que "toda persona
tiene derecho a la educación”.
En 1990 en Jomtien,
Tailandia, hubo un desarrollo importante consolidado como hito para la
preocupación mundial sobre la educación como derecho humano y la necesidad de
consolidar en todo el mundo su cumplimiento. Ahí se expidió la “Declaración Mundial
sobre Educación para Todos:
Satisfacción de las Necesidades Básicas de Aprendizaje”. Hito importante porque se consolidó la idea de una educación para toda la vida y porque se puso el énfasis en el aprendizaje, que con los concomitantes desarrollos en la informática contribuyeron a establecer lo que se denominó Sociedad del Aprendizaje. Con amplia vigencia hoy en Colombia, hace 27 años en Jomtien se sostuvo que en educación se requiere mucho más que el compromiso simple formal con la educación, sino también, acciones que vayan más allá de las prácticas y recursos actuales, de planes de estudio y estrategias tradicionales de enseñanza. Se reafirmó que sólo en situaciones pacíficas y de estabilidad pueden todos beneficiarse de las metas de una educación para todos.
Quince años
después de Jomtien, en 2000, los países del mundo celebraron en Dakar el “Foro Mundial sobre la Educación - Educación
para Todos”, bajo el principio de que “la educación es un derecho humano
fundamental, y como tal es un elemento clave del desarrollo sostenible y de la
paz y estabilidad en cada país y entre las naciones”. Adquirió Colombia el
compromiso para que en 2015 todo las niñas y los niños tuvieran acceso a
educación primaria gratuita y obligatoria de buena calidad y la culminen;
suprimir las disparidades entre los géneros y alcanzar igualdad entre ellos. Compromiso
que se hizo en el contexto de los Siete
Objetivos del Desarrollo acordados por la ONU para 2015, objetivos
dependientes todos de alcanzar una educación con calidad para todos, con
cobertura total y nulas tasas de deserción. Sin embargo, no avanzó
significativamente en varios de ellos el país, incumplimiento que incide
negativamente en los índices de pobreza.
En
2015
en la ONU los países del mundo acordaron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible con sus 169 metas conexas
consideradas de carácter integrado e indivisible, los cuales deben ser
alcanzados en 2030: Entre ellos se reitera el compromiso de los países para
lograr una educación de calidad, inclusiva e igualitaria en donde tengan acceso
a posibilidades de aprendizaje permanente y puedan participar plenamente en sus
sociedades. Debe Colombia, en el contexto de estos objetivos, lograr: que todos
los niños y niñas tengan formación preescolar, terminen primaria y secundaria
en un modelo gratuito, equitativo y de calidad, con logros de aprendizaje
pertinentes y efectivos, asegurar acceso igualitario a la formación técnica y
universitaria también de calidad, de modo que estén formados para tengan un empleo
o trabajo decente.
Con buen fundamento se afirmó que el desarrollo sostenible no
puede alcanzarse sin que haya paz y seguridad. En el fundamento de estos
objetivos está la necesidad de construir sociedades pacíficas, justas e
inclusivas que superen los elementos que forjan la violencia tales como las
desigualdades, la exclusión y la corrupción, por lo que deben impulsarse los esfuerzos
para resolver o prevenir los conflictos y apoyar a los países que salgan de ellos,
facilitando que las mujeres jueguen papel esencial en la consolidación de la
paz, la construcción social y la consolidación del Estado Social de Derecho.
Es claro
el compromiso de Colombia con esas metas educativas. Sin embargo, el camino
para un país “mejor educado”, como ha indicado hace poco el presidente, no se
alcanza con decretos, resoluciones o leyes de oportunidad que no ha funcionado
y no van a funcionar. Los problemas de la educación y con ello de la
competitividad del país y un mejor futuro para niños, jóvenes y para las
próximas generaciones se alcanza con una transformación de fondo en el modelo
educativo actual, arcaico, impertinente, confuso e improductivo socialmente.
Los
vientos de paz anuncian también la garantía de una educación con calidad para
todos. La sociedad clama un nuevo modelo educativo fundamentado en sólidos
pilares que aseguren calidad y pertinencia. El actual gobernador de Antioquia,
quien se identifica a sí mismo como un educador por vicio y por oficio, propuso
a la ciudadanía establecer un nuevo modelo educativo “para la vida, la sociedad
y el trabajo”. Con su reconocido liderazgo nacional podrá ayudar a marcar el
rumbo para tener una educación colombiana siglo XXI con calidad para todos, libre de exclusiones, igualitaria y equitativa.
La innovación y trasformación esencial del modelo educativo, añejo e
improductivo socialmente, es el camino para que, en 2019, en conmemoración de los 200
años de la gesta de la Batalla de Boyacá y del Congreso de Angostura demos
todos curso al mandato de El Libertador: Colombia con una
educación obligatoria e incluyente en donde ella y la moral sean los polos de la República.
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