Maestros e
Influencers en Contravía
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Ha persistido la imagen, y el símbolo, que
visualiza al maestro como figura ejemplar, como persona que ayuda a modelar
comportamientos y formar en el carácter. Persiste, y se insiste, en que en
ningún caso o circunstancia puede constituirse él en un mal ejemplo para las
nuevas generaciones que contribuye a formar. Se espera que sea una persona
íntegra con la habilidad de influenciar positivamente el proceso de
formación de las nuevas generaciones.
Eso ha sido, y es, parte de su misión y campo de influencia; por
eso, en ciertos períodos de la historia, los maestros eran también misioneros
y, en términos de hoy, en unión con los padres de familia, los más connotados y
primeros «influencers».
Hoy, mucha de la misión del maestro está
desenfocada, corroída por fuerzas externas a la escuela, habitando en las
penumbras en las que han sido enredados los principios de una sólida formación
de niños y jóvenes. En el mundo digital y multifactorial de exigencias y en
medio de la confusión de metas y roles, la formación en valores, más bien en
contravalores, está a cargo de un amplio sector de los llamados «influencers».
Hoy unos y otros, maestros e «influencers», han dependido de su trabajo sobre el conocimiento y credibilidad que poseen, con reconocida capacidad para influir sobre los demás. Aquellos «influencers» perniciosos, egoístas y mal intencionados afectan la visión del mundo, la organización y las metas sociales, centrando su atención en niños y jóvenes, alejándolos de la formación fundamental en los más altos intereses de valía común. «Un ‘influencer’ es un creador de contenido con una presencia destacada en redes sociales que le permite moldear decisiones de compras gracias a su credibilidad, su conocimiento sobre los temas que trata o su cercanía con su comunidad». El influencer monetiza su presencia en las redes sociales mediante la promoción de marcas, convirtiendo a la audiencia, en especial a la juvenil, en una fuente inmensa de ingresos. Se sabe que «el marketing de ‘influencers’ genera hasta cinco veces más ventas que la publicidad pagada». (https://shorturl.at/lDNMe).
Mientras el maestro centra su rol en la importancia y valía del conocimiento fidedigno, en la formación del pensamiento crítico y en la autonomía cognitiva, el «influencer» tiene como meta y misión crear opiniones, actitudes y visiones distorsionadas de la realidad, ideologizadas o alejadas del conocimiento fidedigno. En definitiva, se ha presentado y hecho muy evidente la contraposición con los maestros en la medida en que los «influencers» se han instaurado como pieza vital del marketing emocional. Se han constituido ellos en modelos de influencia negativa, que adquieren prestigio y más visibilidad en las redes sociales según el número de «likes» que tengan. Sus mensajes, con frecuencia, son tomados por niños y jóvenes como los criterios ciertos con los que es preciso creer, crecer y actuar. Es la fundamentación, en el universo digital, de un sistema pernicioso y nocivo de antivalores.
En el contexto social y digital que se ha creado, cuenta más la popularidad del «influencer», por encima de lo que es cierto, verificado o validado. Se toma como criterio de valía el tamaño de las comunidades de seguidores, expresados en volúmenes de miles de seguidores, con frecuencia falsamente aumentados. Ese es un apoyo para alcanzar aún más seguidores que sigan sus directrices, usualmente referidas a estilos de vida, consumo de productos comerciales, de sustancias nocivas, actos de violencia y muchas más. La ética y la violación a normas morales no son, contrario a la labor de maestro, preocupación central, como tampoco lo es la seguridad informática, el pensamiento autónomo, el crecimiento de la autoestima, los modos de alcanzar el éxito personal o de cómo ser parte esencial del desarrollo pleno de sus comunidades.
De manera visible, replicado por diversos
medios de comunicación que, en su liviandad informativa, resaltan los supuestos
logros de «influencers» de moda. En la práctica, se ha instaurado un
modelo de formación en habilidades digitales negativas, en lugar de aquellas
que hoy se consideran esenciales para el progreso colectivo, el ejercicio de la
ciudadanía, el cuidado la naturaleza, la convivencia pacífica y la vinculación
efectiva al cambiante mundo con sus novedosas exigencias laborales.
Están así los maestros (y padres de familia, y
la sociedad en general), ante un perturbador fenómeno de alta vigencia,
visibilidad y persistencia, propiciado en el mundo digital desde las cunas de
las redes sociales. Fenómeno que, en su rápido y perturbador crecimiento, ha
enraizado una influencia que compite, con impune adversidad, con los propósitos
formativos que tienen los servicios educativos en el mundo. Es una fuerza
poderosa, con arrolladores efectos negativos, que se mueve a contracorriente
con el hecho conocido de que el progreso de la humanidad ha estado asociado a
procesos educativos bajo mayor promoción y sujeción al control social general.
La estrategia comercial, convertida en
marketing emocional, ha encontrado un campo propicio y altamente rentable en
esas redes sociales, espacios al que concurren niños, adolescente y jóvenes, «donde
los algoritmos dictan tendencias y los ‘likes’ se convierten en moneda social,
y los influencers digitales se han transformado en protagonistas de una nueva
narrativa publicitaria». (https://shorturl.at/KOEEY).
Entre las influencias negativas de muchos «influencers»
sobre niños y jóvenes está la exaltación de cuerpos supuestamente perfectos,
estilos de vida nada realistas, provocación de sentimientos de inseguridad y de
baja autoestima. También promueven comportamientos y actitudes irresponsables
sobre el consumo de drogas ilícitas (entre ellas, las de nueva generación como
las metanfetaminas y fentanilo), suplementos para mejorar la salud o la armonía
corporal. (https://shorturl.at/jXc94). Se ha establecido que más del 70%
de los adolescentes siguen a tres o más «influencers»;
la salud mental de ellos es el precio que se paga por los clics y los «likes»,
convertidos en moneda social y en un pago a costa de la salud mental y de
procesos formativos distorsionados.
Ese mundo de «likes», o gustos, es
especial y cuidadosamente construido para que no haya espacios para «dislikes»,
disgustos, y para poder mantener cautivos y secuestrar la mente y voluntad de
los que se mantendrán como fieles y sumisos seguidores. Y, en especial,
consumidores o acatadores dóciles de sus mandatos de acción. (https://shorturl.at/vFfl4).
Contrario a los esfuerzos
educativos, en las redes sociales los «influencers» fomentan con su marketing emocional un
sentido de inadecuación que les causa a niños y jóvenes confusiones en su
identidad y propósitos en la vida, mediante un proceso de modelación negativa;
afectan su sentido de ser humano en desarrollo al tratar de llegar a ser como
el «influencer», adquirir productos promocionados, seguir o
imitar el modo de vida que estos promueven. Con el marketing emocional insertan a niños y jóvenes en un mundo y cultura falsos,
especialmente creados para ellos. «Las
redes sociales permiten a los ‘influencers’ distorsionar la realidad, dejando a
los niños, adolescentes y jóvenes vulnerables a sentimientos de incompetencia o
depresión, y dañando su salud mental, especialmente mientras descubren quiénes
son y en qué quieren convertirse». (https://shorturl.at/cfR0l).
En la investigación científica existe un
proceso que se denomina revisión de la literatura para establecer el
estado del arte en un campo en el que se pretende investigar un determinado
problema o hipótesis. Y también existe el metaanálisis, el cual, de
manera abrevias, es un procedimiento que permite sintetizar los hallazgos de
diferentes estudios en un área particular del conocimiento. Uno y otro caso se
ven facilitados ahora por las herramientas de IA. Solicité al browser «Comet
IA» (https://shorturl.at/oSoA6)
que realizará un metaanálisis con base en 20 estudios publicados en los
tres últimos años sobre el efecto negativo de los «influencers» en los
niños y adolescentes. Resumiendo, se obtuvo que los estudios demuestran de
manera consistente la influencia negativa de los influencers sobre niños
y jóvenes «principalmente en aspectos de autoestima, imagen corporal,
consumo irresponsable y promoción de estereotipos nocivos, generando problemas
psicológicos como ansiedad, depresión y alteración de valores sociales».
Los investigadores han recomendado una formación crítica sobre redes sociales,
y alfabetización mediática para que niños, jóvenes (y también los adultos)
adquieran autonomía cognitiva para identificar ambientes digitales con
contenidos perjudiciales.
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