Transformación de las Escuelas Con Nuevos Modelos Educativos (Primera parte)
Transformación de
las Escuelas Con Nuevos Modelos Educativos (Primera parte)
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Cuando ya
está próximo a cubrirse el primer cuarto
de lo que hasta hace poco se podía llamar nuevo siglo, se ha mantenido la
esperanza de que los sistemas educativos del mundo abrieran las puertas para
una nueva educación, para nuevas prácticas pedagógicas, para renovados
maestros, para transformada habitabilidad de las escuelas, para alumnos y
maestros bien dotados de recursos para enseñar y aprender y con acceso gratuito
y oportuno a las nuevas herramientas informáticas. Anhelos de una educación con
transformación de las antiguas prácticas de formación de maestros en las
Escuelas Normales y Facultades de Educación, educación para un nuevo maestro y
alumnos reverdecidos en la alegría de aprender. En fin, un nuevo modelo
educativo que trasfiriera a la escuela hacia las nuevas realidades que plantean
las transformaciones sociales, geopolíticas, culturales, económicas y
laborales.
El atraso,
y la impropiedad de los modelos educativos, son ampliamente reconocidos en
todos los países del mundo. Los Estados, desde hace décadas, se encuentran en
inarmonía con la educación ofrecida, la cual no responde a las necesidades para
el progreso y el bienestar colectivo. En cada uno, se reclama la necesidad de
una nueva escuela, de renovadas
estrategias de enseñanza y de aprendizaje, de variaciones en las
jornadas y horarios escolares, de la sustitución del ya tantas veces mencionado
modelo de formación centrado en las estrategias denominadas curriculares y,
como se mencionó, de modelos educativos, así en plural para dar opciones a la
innovación focalizada en necesidades específicas de los países y, también, para
abrir la puerta a las diferencias culturales entre países y regiones dentro de
estos.
Por la
persistencia del clamor, los reclamos se han vuelto cacofónicos, con notas
discordantes que llegan a los oídos sordos de muchos a quienes compete liderar
la exigida transformación. Pero, el modelo se sostiene abiertamente estancado,
marcha ahí hacia atrás, hacia fases previas de desarrollo económico y social,
ignorando los cambios que se requieren y las abiertas súplicas de llevar a cabo
las proclamadas transformaciones. Por muchos es reconocido el hecho de que las
estructuras burocráticas, aquí y allá, interfieren con el persistente clamor
que también reverbera desde dentro de las mismas escuelas.
El
generalizado clamor, por lo reiterado, ya tiende a la disfonía, aunque se sigue
manifestado de muy diversas maneras, incluidos los mismos estudiantes quienes
reconocen que la educación que se les ofrece, y que padecen, no les sirve para
mucho en el presente y menos en el futuro en el que vivirán y tendrán que
laborar. No sienten que son procesos
formativos escolares para formar en la ciudadanía participativa, para el mundo
laboral cambiante en extremo, tampoco habilitan la formación en el cuidado y
preservación de los ecosistemas y la sustentabilidad ambiental.
Hechos
globales y contundentes concurren en la urgencia de insertar, con creatividad e
innovación, nuevos modelos educativos. Uno de esos hechos es el declive
demográfico, que ha llevado a una reducción en el número de niños que ingresan
a las escuelas, lo cual podía ser apreciado como oportunidad para innovar en
asuntos como la inversión monetaria por alumno, el tamaño de las clases, la
creación de ambientes alternativos de aprendizaje activo, aseguramiento de
cobertura total, superación de las jornadas diarias dobles, e incremento el
tiempo escolar dedicado al aprendizaje. Pero, no mucho de esto se puede
observar, sino que ha conducido más a consideraciones de ahorro, con énfasis en
el número de maestros requeridos.
El declive demográfico puede ser aprovechado de manera
productiva para sustituir los viejos modelos educativos y, con ello, mejorar la
calidad de los procesos formativos escolares. Más que ahorro monetario, podría
reforzarse la inversión en la innovación pedagógica y en los recursos para la
enseñanza y aprendizaje activos, así como en las muy importantes y cruciales
metas de alcanzar una educación de calidad con acceso universal, igualitario y
equitativo para todos. Innovación que incluye, la cualificación o
recualificación de todos los maestros que, como es bien sabido (y, a veces,
desconocido), constituyen uno de los factores fundamentales para asegurar la
calidad de la educación con las características mencionadas.
Hoy en el mundo se cierran escuelas o se refunden
algunas de ellas por falta de alumnos. Pero, también existe el fenómeno ya
mencionado de déficit de maestros en todos los campos de formación, en especial
ciencias, matemáticas, estudios sociales, lengua materna y extranjera, ética,
urbanidad y civismo, asunto que afecta la calidad de formación que reciben
niños y jóvenes. Ante ese déficit, cabe innovar en los modos de formación y de
cualificación de los maestros, mejorar la imagen de la profesión, para que,
bajo nuevos modelos educativos, la profesión atraiga y retenga a un número
mayor de jóvenes.
En el lapso de 10 años, en California se han cerrado
más de 700 escuelas, y el proceso continúa. En Japón, cerca de 500 escuelas se
cierran cada año; en dos décadas se han cerrado cerca de 10000 de ellas; las
plantas físicas cerradas se han transformado en hoteles. En Francia, en los
últimos años, se han cerrado centenares de escuelas; un número considerable de
maestros ha abandonado la profesión afectando la calidad de los procesos
formativos; también, como solución para evitar cierres y tener suficiente número
de alumnos, alrededor de 20, se han agrupado en una misma aula estudiantes de
dos o más años escolares. Se resalta que en la región de Lorena los padres de
familia inscribieron ovejas (¡!) como si fuesen alumnos para cumplir con el
requisito mínimo de estudiantes por clase. (https://shorturl.at/8pQLi). En Alemania, en los primeros 20 años de este
siglo se cerraron más de 2000 escuelas, mientras que, en Inglaterra, desde
2010, se han cerrado también centenares de escuelas primarias. En menos de una década, en Colombia se han
cerrado más de 6000 instituciones educativas tanto públicas como privadas; en
este mismo país, en el Departamento de Antioquia, cerca de 1/4 parte de las
sedes educativas tienen menos de 10 estudiantes. (https://shorturl.at/vFEVr, https://shorturl.at/VCPam, https://shorturl.at/808HU, https://shorturl.at/rWmpa, https://shorturl.at/3SRo6).
Se observa, entonces, la situación paradójica de
escuelas sin niños, pero también de niños sin maestros. Más que preocupante, es
el hecho de que no habrá niños que asistan a las escuelas para ser educados. En paralelo, más
como proyecto inmobiliario que como proyecto para la innovación pedagógica y
transformación de prácticas de enseñanza y aprendizaje, se construyen los
denominados megacolegios, que, cuando carecen de una concepción de cambio y
transformación educativa, son estructuras, físicas que no se aproximan a la
formación de las denominadas megahabilidades y tampoco a la creación de
ambientes interactivos múltiples de aprendizaje y al acceso a recursos
informáticos y conexiones estables y permanentes con suficiente ancho banda.
Los nuevos modelos educativos no se
alcanzan con cemento y megaplantas físicas; el cemento refresca la cara de la
escuela que no funciona, deja intacto el modelo educativo ineficiente que la
ahoga. Se precisa, más bien, cimentar la habitabildad escolar con ambientes
ecológicos para enseñar, aprender con alegría y crecer en sólidos logros
educativos. El asunto no es de aulas rectangulares, sino de ambientes y
espacios seguros, alegres, alejados de relaciones conflictivas o punitivas,
ambientes propiciadores de relaciones pedagógicas favorables para el trabajo de
los maestros y la motivación y dicha de aprender de los alumnos. Eso es parte
del contenido estructural de nuevos modelos educativos.
En las instituciones
que forman maestros, Normales y Facultades de Educación, se adelantan
prácticas formativas que contribuyen a validar impropias tradiciones escolares,
con muy limitado uso y validación de
tecnologías variadas, entre ellas las informáticas, con exagerado énfasis en
procesos de calificación de los aprendizajes, en lugar de la promoción de los
mismos para asegurar que cada estudiante alcance las metas formativas que se
requieren para crecer y ser socialmente productivo, capaz de vivir en una
sociedad justa, armónica y democrática. O sea, que el déficit de maestros no es
sólo cuantitativo, sino también de calidad y actualización, con innovación
transformadora.
Frente a cambios avasalladores hay quietismo como si
se resistiera el cambio.
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