El Cerebro Es Para Amar y Aprender
El Cerebro Es Para Amar y Aprender
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
La misión superior, esencial y prototípica de la escuela se centra en el
desarrollo del cerebro, del lenguaje y del aprendizaje. Todos los demás fines
que se formulen concurren en éste. Fines que, además de lo académico, incluyen
el desarrollo integral de las personas en los campos social, cognitivo y
afectivo, la formación en normas, valores y actitudes éticas, la potenciación
de habilidades y de talentos específicos, la ciudadanía con responsabilidades y
una productiva y satisfactoria preparación para la inserción laboral.
El cerebro es la vida, con él amamos y aprendemos. Este grandioso poder que tenemos no se puede ignorar o desperdiciar. Se completan el amar y el aprender, como funciones esenciales humanas, con la de poder comunicar. Aprender, amar y comunicar, alrededor de esos tres verbos se configura la naturaleza única de la condición humana y se determinan las interacciones que como seres gregarios establecemos con los demás.
Un cerebro estático, sin función, no sostiene la vida, ni permite la autoconsciencia como ser individual o social. Lo tenemos y lo podemos considerar sólo como un órgano suelto, parte de un ensamblaje biológico o, más importante, concebirlo de manera integral como el órgano que contiene un conjunto de funciones esenciales para la vida y la supervivencia de cada individuo y de la misma especie humana.
Bajo una visión holística del cerebro se pueden entender y promover los procesos cognitivos básicos y los de orden superior, diferenciación que tiene algo de artificial por la estrecha interrelación entre unos y otros. Los procesos cognitivos básicos se refieren a la atención, la memoria, la percepción y la sensación. Estos se fundamentan, en interrelación constante, no lineal, con los del orden superior: el pensamiento, la creatividad, la comprensión, el seguimiento de reglas, el razonamiento inteligente, la metacognición y, muy cruciales, el lenguaje, la comunicación y el aprendizaje. El cerebro nos permite tener conciencia, la condición de reconocer que tenemos existencia y de que podemos o deseamos trascender, hecho que tiene sólo la especie humana. (https://tinyurl.com/53fx5pka).
Mediante esas operaciones mentales accedemos con los sentidos a información, al desarrollo de la memoria a corto, mediano y largo plazos, al razonamiento lógico, a la inventiva, a la comprensión y solución de problemas, a la expresión humana de afectos, al aprendizaje y adaptación constantes. Así, aprender en los procesos formativos escolares, o a lo largo de toda la vida, implica no sólo acceder a información, copiarla en cuadernos de notas o repasarla en un texto, sino focalizar la acción formativa en cimentar y promover el desarrollo constante de cada uno de los procesos cognitivos básicos y superiores enunciados.
Por ello, la evaluación de resultados y de la calidad de los procesos educativos deben enfatizar, más que contenidos, el grado en que se han potenciado los procesos cognitivos básicos y los del orden superior, en conjunto con las habilidades específicas e individuales desarrolladas por los estudiantes, apoyados en la potenciación de cada uno de tales procesos. Los contenidos, en sí mismos, son parte de las experiencias escolares claves y esenciales, pero como bien se sabe, también tienen la condición de que muchos, carecen de contexto o pierden vigencia dados los avances en ciencias, tecnologías y sociedad. La profundización y desarrollo de los procesos cognitivos son los que nos permiten comprender los mundos natural, social y psicológico. El aprendizaje es sobre cognición y afecto, y en ellos están insertos los diversos mecanismos, siempre activos, del cerebro humano.
Por ello, se reitera, es inútil en los contextos educativos dictar información para la examinación, cuando el conjunto de los procesos cognitivos exigen acceso a información precisa, por los variados órganos sensoriales, para que con autonomía cognitiva la misma sea procesada por el cerebro y así realizar el conjunto de adaptaciones necesarias para seguir aprendiendo y comprendiendo al mundo en sus complejidades.
En la escuela y en la vida cotidiana se accede a información, no para ser recordada de modo transitorio para vacuos propósitos secundarios, como el de obtener una calificación. Un propósito diferente, por el contrario, es el que se refiere al acceso oportuno a información fiable y pertinente, procesadas mediante buenas estrategias de enseñanza y de aprendizaje, para facilitar que el alumno pueda desarrollar las habilidades cognitivas y afectivas del más alto orden, así como las destrezas que requiere para seguir aprendiendo durante toda la vida, para una vida satisfactoria en sociedad.
Se espera que los alumnos sean capaces de desarrollar un lenguaje que les permita comunicación fluida, capaces de argumentar y entender planteamientos teóricos complejos, comprender la diversidad de acciones e interacciones que se dan entre humanos y entre estos y la naturaleza. Alumnos que lleguen a ser personas que avancen de modo significativo en la elevación de los niveles de sus procesos cognitivos, fomentando la interacción entre ellos y elevando su potencial para amar y aprender.
Hoy se sabe que en las prácticas cotidianas escolares se esquiva evaluar el progreso de los estudiantes en los procesos cognitivos y afectivos fundamentales y en el desarrollo del potencial intelectivo de cada alumno. Abundan las estrategias de enseñanza y de aprendizaje donde el conocimiento del cerebro, de sus funciones y potencialidades están ausentes. Aprendizaje y progreso permanente sin cerebro no es posible. Tampoco será posible amar sin el desarrollo del potencial de este vital órgano.
Muchos de los modelos de formación de maestros ignoran al cerebro y a los avances que se presentan en las entrelazadas ciencias cognitivas (centradas en los procesos cognitivos) y en las neurociencias (con foco en el sistema nervioso y su conexión con influencia en los procesos mentales).
Importa reiterar que la relación pedagógica, la que se da en los ambientes de enseñar y aprender, entre maestros y alumnos, es un proceso de interacción entre cerebros con sus componentes afectivos; la ausencia de estos ocasiona baja motivación y bajos logros académicos y de desarrollo personal. El cerebro no lo tenemos para recepción pasiva de información, ese no es su papel vital. El debido uso de nuestro cerebro depende de la conciencia, de los esfuerzos conscientes para utilizarlo, para que toda acción que se adelante sea un ejercicio de aprendizaje y, así, facilitar que este órgano, en su dinámica e interacciones internas, cree nuevos vínculos neuronales para seguir aprendiendo, amando y creciendo en la comprensión de hechos o fenómenos de mayor complejidad, así como en el apropiado manejo de las emociones y en el uso debido del lenguaje.
La relación pedagógica se expresa mediante la vivencia de experiencias, el intercambio de emociones y de información, todo lo cual está mediado por el lenguaje. A manera ontogenética, la relación pedagógica recapitula la relación materna, en la cual madre e hijo se conocen y aprenden juntos, construyen una relación perenne de afecto, proceso en el cual el nuevo ser humano aprende de la madre el lenguaje, la lengua materna, y comienza su proceso de socialización, de ser social que con el lenguaje empieza a potenciar sus posibilidades de aprender, de comprender del mundo y de asegurar la supervivencia individual.
Como en el origen materno, la riqueza de cualquier interacción humana depende del lenguaje; ese don, como se ha recalcado, está construido y dotado para permitir amar y aprender. El lenguaje lo construye la especie humana para facilitar los aprendizajes, dándole sentido y significación a las experiencias, para crear explicaciones sobre los fenómenos sociales y naturales, para la creatividad, la comunicación precisa, la comprensión de conceptos abstractos y de teorías, así como el empleo del razonamiento lógico apoyado en las habilidades mentales que consolidan procesos cognitivos de alto nivel; o sea, el pensamiento inteligente que siempre tiene la misión de mantener la vida de cada uno y como salvaguardia de la especie.
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