Del Holoceno al Antropoceno, la Era de la Gran Ebullición Global
Del Holoceno
al Antropoceno, la Era de la Gran Ebullición Global
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
«La era del calentamiento global ha terminado. Ha llegado la era de la ebullición global». - António Guterres.
En la
última semana de julio de 2023, dado que ese mes sería el de las más altas
temperaturas jamás registradas, el Secretario General de la ONU, António
Guterres, señaló que la era del calentamiento global había terminado y que ha sido
sustituida por la de la ebullición global. Las consecuencias, agregó, son trágicas: niños arrastrados por las
lluvias monzónicas, familias huyendo de las llamas, incendios incontrolables y
muchos trabajadores colapsando en medio
del calor abrasador. «No hay espacio para más excusas y vacilaciones»,
espetó. (https://rb.gy/6vldk). En
paralelo, el Washington Post destacó que
tal mes ha podido ser el más caliente en los últimos 100.000 años. (https://rb.gy/tml6s).
Los paleontólogos y geólogos
dividen el tiempo transcurrido en los 4500 millones de años que tiene la vida
en la Tierra en cuatro divisiones principales:
eón, era, período y época, cada una con sus divisiones. Pasando por
encima de la compleja clasificación de eras, estamos, desde hace 10.000 años,
en el holoceno (del griego «holos» = total y «kainos» = nuevo,
reciente). (https://rb.gy/ibxmc).
Las eras geológicas anteriores no
fueron producto de la acción del hombre; la que vivimos ahora con la crisis
climática y sus efectos sobre todas las formas de vida en el planeta, la que
amenaza una sexta extinción masiva que nos incluye a nosotros, ha sido producto
de la acción humana, es antropogénica, producida por el hombre, de ahí que se
haya planteado que estamos en una nueva era, más allá del holoceno, el «antropoceno» (del griego «anthropos» = humano y «kainos»=
nuevo, reciente), caracterizada como la era geológica en donde lo artificial ha
adquirido mayor peso que lo natural; por ejemplo, la masa de plásticos que
tenemos hoy duplica la masa de todos los animales terrestres y acuáticos. Esta denominación
la hizo Eugene F. Stoermer en 1995 y fue
retomada en 2000 por Paul Crutzen, un
premio Nobel de Química (https://rb.gy/43lk9).
Sobre las designaciones
como nueva era de la gran ebullición planetaria y del antropoceno, señalan
algunos que son denominaciones que no se corresponden con los criterios científicos
que se emplean en la paleontología y la geología.
El
voquible «ebullición» viene del latín «ebullitio», con la significación
de hervir, expulsar burbujas. Los
diccionarios etimológicos dicen que ebullición es sinónimo de: cocción,
hervidero, borboteo, caos, crisis, perturbación,
convulsión, desorden, gorgoteo, revuelo, tensión, efusión, estallido; o
sea, un conjunto de precisos, amenazantes y asustadores sustantivos. En las
ciencias, ebullición se refiere a un
proceso físico en el que la materia cambia a un nuevo estado, el gaseoso. Hoy,
por el cambio climático, la Tierra y todos los seres vivos hierven en medio de caos,
crisis, perturbación, convulsión y desorden.
El agua, vital líquido, hierve, desaparece.
Los
humanos, como todos los seres vivos, no podemos tolerar el calor extremo,
debido a que en ausencia de ella entramos en un proceso de deshidratación;
todas nuestras células tienen cantidad apreciable de agua, el cerebro, la
sangre y los pulmones, en su orden, son
70, 90 y 80% de agua. Así, afirmar que el agua es muy importante para la
vida es una reiteración que a muchos descuidados con la vida en el planeta
Tierra se les ha olvidado. La deshidratación reduce el flujo de sangre al
cerebro, afecta nuestro contacto con la realidad, crea confusión mental, afecta
la presión arterial, el funcionamiento de los riñones y puede llevar hasta la
muerte. Las condiciones en las que vivimos hoy se agravan, debido a que muchos, en el mundo, carecen del todo de agua potable o en
volumen suficiente. Se ha proyectado el muy
aterrador hecho de que en 2025; es decir, ya a la vuelta de la esquina, dos
tercios de la población del mundo tendrá escasez de agua, con sus secuelas de
pérdidas de cosechas, de animales domésticos y de granjas, más poblaciones con hambre,
en pobreza extrema, desplazamientos y muertes. (https://rb.gy/91cc0, https://rb.gy/jqq8o).
Cerca de
1200 millones de toneladas métricas de alimento se pierden anualmente en los campos;
una quinta parte de la producción de alimentos se ha perdido debido al cambio
climático. Catastrófica cifra a la que agrega que anualmente en el mundo 20
millones de personas quedan sin hogares y son desplazadas más por los cambios climáticos
que por desastres naturales como erupciones volcánicas y terremotos. (https://rb.gy/ggzzr, https://rb.gy/ylghc, https://rb.gy/4le5j).
La
Organización Mundial del Trabajo estimó, en septiembre de 2021, que el
calentamiento global conduce al estrés relacionado con el calor, lo cual daña
no solo la productividad sino, que, a la vez, ha llevado a que se pierdan hasta
80 millones de posiciones de trabajo de tiempo completo. (https://rb.gy/mm5dl). Hacia
2030 se tiene la proyección de que se perderán 80 millones de trabajos,
situación que se agrava porque ocurrirá en mayor parte en los países más pobres
donde la gente, debido a los riesgos de salud que crean las altas temperaturas,
simplemente no podrán trabajar. (https://rb.gy/nsegq). La FAO, por su parte, ha indicado que el 80%
de las personas que sufren hambre en el mundo viven en zonas propensas a
desastres naturales y a clima extremo, lo que crea condiciones para el
crecimiento del hambre aguda que en los
últimos seis años se ha incrementado en un 123%. (https://rb.gy/y419p, https://rb.gy/tgdu6).
Son
angustiantes las cifras. Se ha estimado que el cambio climático es responsable
de 5 millones de muertes al año debido a temperaturas extremas, de frío o calor,
un hecho que se está convirtiendo en una
tendencia acelerada. Esta cifra se puede comparar con la del COVID-19 que ha
producido, según la Organización Mundial de la Salud, 6.952.522 de muertes (a julio 19 de 2023) desde la inserción de la pandemia hace cuatro
años; así, las muertes por cambio climático son unas cuatro veces mayor, por
año, que las reportadas por la pandemia reciente. (https://rb.gy/qijvt, https://rb.gy/h9wa2, https://rb.gy/nogg0) .
No son
noticias y datos que deben sorprender. Las acciones deben darse ya por parte
de: los gobiernos, las organizaciones internacionales, los bloques que agrupan
a países y de todos nosotros imbuidos de responsabilidad, formación ciudadana y
de altos sentimientos de solidaridad. El planeta las requiere, son necesarias
para salvar a todas las formas de vida en la Tierra.
Nos
compete a todos ser conscientes del daño que le hacemos a las condiciones de
vida en la Tierra; combatir de manera activa al cambio climático y sus aterradoras
secuelas es una tarea de todos para ser cumplidas desde ya, sin excusas ni
dilaciones. Consciencia acompañada de las necesarias acciones que son fundamentales
para que niños y jóvenes puedan, en el
cercano y lejano futuro, vivir en armonía con la naturaleza y con los bienes que ella nos ofrece con generosidad.
El Secretario
General de la ONU bien enfatizó que todo:
«es enteramente consistente con las predicciones y los avisos reiterados. Lo
único que sorprende es la velocidad del cambio; el cambio climático está aquí,
es terrorífico y sólo es el comienzo. Las temperaturas extremas se están
convirtiendo en la nueva normalidad. Todos los países deben responder para
proteger a sus habitantes del abrasador calor,
las inundaciones fatales, las
tormentas, las sequías y los incendios rampantes». (https://rb.gy/l6q2s).
El Papa
Francisco, el 3 de agosto de 2023, en «La Jornada Mundial de la
Juventud» dijo que estamos en un momento de gran
destrucción del planeta e invitó a los más de 6000 jóvenes
participantes a: «Reconocer la urgencia dramática de hacernos cargo de la
casa común. No nos podemos conformar con simples medidas paliativas o con
compromisos tímidos y ambiguos». Y agregó: «No olvidar la necesidad de
una ‘ecología integral’, que sea capaz de escuchar el sufrimiento del
planeta junto al de los pobres; necesitamos poner el drama de la
desertificación en paralelo al de los refugiados». Por su parte,
seis jefes de Estado de países del Mediterráneo reclamaron a la comunidad
internacional una acción inmediata, dado que la crisis climática ha llegado a
niveles explosivos: Resaltaron, además, que: «No hay más tiempo que perder,
ni de transigir por razones políticas o económicas. Es imperativo actuar ahora
y tomar iniciativas urgentes y eficaces. Los fenómenos naturales extremos
están destruyendo el ecosistema y amenazan nuestra vida cotidiana». (https://rb.gy/dtrnu).
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