Controlar la Analítica de Información Usada para Violar la Intimidad, Otros Derechos Humanos y Amenazar la Democracia
Controlar la Analítica de Información Usada para
Violar la Intimidad, Otros Derechos Humanos y Amenazar la Democracia
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Hemos dejado
de ser, como se ha reconocido tantas veces, suscriptores voluntarios o clientes, para convertirnos, con nuestro actuar pasivo
y de sobreentusiasmo con los muy importantes y novedosos avances informáticos,
en un producto valioso en el mercado
digital. Hemos aceptado la violación al derecho fundamental de la dignidad humana, de la intimidad y de otros derechos
asociados a éste. Los empresarios del capital basado en el empleo de modos de producción
digital han ahondado las estructuras del
capitalismo (entre otros «El Capitalismo de la Vigilancia», que abordaré
en otro artículo), sustentados en la
comercialización del comportamiento humano, por encima de los derechos
fundamentales consagrados en muchas
declaraciones universales, con los cuales se pretenden garantizar a todos: 1. Vivir
en libertad. 2. Ser ciudadanos activos en sociedades democráticas. 3. Buscar
permanentemente la felicidad. 4. Cuidar
la naturaleza con toda su biomasa y ecosistemas. 5. Construir sociedades
pacíficas. 6. Reconocer la valía de las diferentes culturas apreciadas con
criterio humano igualitario. 7. Tener una vida digna y saludable. 8. Acceder
sin restricciones a una educación de alta calidad para todos. 9. Disfrutar de los bienes materiales y
espirituales de la cultura universal. 10.
Tener trabajos dignos y estables con seguridad social garantizada.
Son
bienvenidos todos los desarrollos digitales que, sin violar el derecho a la
intimidad humana, favorezcan el progreso colectivo. Sin bien, hasta la Cuarta Revolución
Industrial mirábamos con reconocido entusiasmo los muy diferentes avances
tecnológicos, de indudable significación para nuestras vidas, descuidamos en el proceso la violación que algunos
hacen de nuestros derechos fundamentales, abrimos caminos para que los robots,
en especial los digitales, marcaran la ruta para que llegáramos, a la vuelta de
dos o tres décadas, a la singularidad tecnológica, ese momento previsto cuando
hombres y máquinas seamos indiferenciables.
En la ya iniciada
Quinta Revolución Industrial, uno de los énfasis que ésta pondrá será en
la conciencia plena de la valía y limitaciones de esos desarrollos y en la
protección de los derechos y valores humanos mencionados. Nosotros, los humanos
en control de las máquinas y no en las de
los pocos que elaboran con sus criterios comerciales y visión sesgada lo que significa la dignidad
humana, la intimidad y el progreso de las sociedades y culturas. Les marcaremos
el rumbo sobre lo que es aceptable y lo que no lo es; dejaremos de ser esclavos
digitales de algunos pocos gigantes tecnológicos.
Las
naciones reconocen como derecho fundamental la intimidad personal y familiar y también
el fuero íntimo que como derechos están asociados a muchos otros como: el libre
desarrollo pleno y sano de la personalidad, el libre albedrío, la igualdad y la
no discriminación, la libertad de
expresión y de reunión. Asaltar esa intimidad no está permitido y se
convierte en un atropello a la dignidad de las personas.
En este
mundo informatizado se violan de manera frecuente tales derechos y se arrolla a
las personas en general, y de manera grave a niños, jóvenes y a los que
presentan alguna forma de discapacidad o de habilidades diferentes. Esto ocurre
mediante la recopilación y el análisis de datos personales obtenidos mediante
el acceso a distintas plataformas en el mundo digital, en donde se fijan
condiciones leoninas y marcos jurídicos para poder hacer uso de ellas. Tal como ocurre con inusitada frecuencia, tales
condiciones no son leídas por quienes desean acceder a los servicios que
ofrecen distintas plataformas. Aunque todos podamos reconocer que efectivamente
son necesarias en el actual mundo informatizado, no sigue que la satisfacción
de la necesidad justifique la violación a varios derechos fundamentales, entre
ellos el ya mencionado de la intimidad. (https://rb.gy/n6np5).
Las
plataformas que hacen uso de datos personales para distintos fines, no
abiertamente autorizados por los cibernavegantes o suscriptores, incluyen,
además, a las que manejan los grandes gigantes tecnológicos y también los
gobiernos y distintas empresas, incluidos los medios de comunicación, ahora
digitalizados.
La violación
a los derechos mencionados se observa, así mismo, en la recopilación de datos
personales, sin consentimiento explícitamente autorizado, mediante cámaras que captan distintas acciones y comportamientos nuestros,
información que es registrada, acumulada, analizada y categorizada por los
gobiernos, por distintas formas de empresas y por organizaciones con presencia
en la Web. Muchos dispositivos, en especial los denominados «Para Portar» como relojes digitales, registran
datos de la salud de las personas, los que son ingresados a desconocidas bases
de datos de las cuales las personas no
están enteradas. Similar condición vivimos cuando realizamos las cada vez más
frecuentes transacciones comerciales o de otra índole en línea, las veces que recurrimos a utilizar una red WIFI
pública, y también por el abominable e inevitable rastro que dejamos cuando usamos nuestros celulares
y otros dispositivos digitales. (https://rb.gy/2hl8r).
Ante la
inconsciencia de lo que nos está ocurriendo y de la información que a cada
momento entregamos a medida que recibimos algún beneficio por acceder a
recursos informatizados o por utilizar una herramienta digital de importancia
personal o laboral, facilitamos a empresarios las acciones para engullir
nuestra información personal. Así, llegamos al escenario en el que mediante el uso
que ofrecen con un supuesto (pero muy
costoso beneficio) acceso gratuito, nos hayamos convertido, como se indicó
arriba, en un producto de alta valía en la generación de ganancias para sus
dueños en lugar de que seamos un cliente o un simple suscriptor.
Hoy ya saben
los interesados que compran nuestros datos personales por quién votaremos en
las próximas elecciones y a cuáles votantes indecisos apuntar para llevarlos,
sin que sean conscientes y experimentando satisfacción, a una determinada
opción ideológica o política; de ese modo, se amenaza el ejercicio y vigencia
de la democracia en el mundo. Así, de cada uno de nosotros tienen ya perfiles
bien detallados de quiénes somos, quiénes son nuestros familiares, nuestros
amigos, lugar donde trabajamos, hora de entrada y salida del hogar o del
trabajo, preferencias recreativas, fan de cuáles equipos deportivos, artistas o
«influencers», objetos o productos que compramos, hábitos de navegación,
orientación sexual, hijos y cónyuge (y otros u otras), historia laboral, médica
y judicial, comportamiento de tránsito vehicular, lecturas que preferimos,
libros que hemos comprado, páginas que visitamos, pagos con tarjetas o en
efectivo, y mucha más información que al ser captada por los empresarios de
nuestros datos personales la convierten en un negocio de extenso y de amplísimo
rendimiento. Un caso particular es el de las redes sociales, donde abunda la
violación a los derechos a la intimidad y al buen nombre, (https://rb.gy/q89a1).
Conviene
formar a los ciudadanos en la protección de sus derechos que, como ha resaltado
Michelle Bachelet, la Directora de los Derechos
Humanos de la ONU, que los profesionales
de muy distintos campos, incluidos los informáticos y de la ingeniería, los gobernantes y legisladores deben trabajar
de consumo «para la continua aplicación de los derechos humanos sobre la
forma en que los Estados operan en la era digital y regulan las actividades de
las empresas en el espacio digital». (https://rb.gy/2hl8r).
Como casi
todos exponen su vida privada mientras se emplean las diversas herramientas
digitales, queda explícita la necesidad de formación de todos: niños, jóvenes y
la ciudadanía en general, sobre el derecho a la intimidad, a la libertad de
expresión y a evitar circular información personal en ellas, a menos que se ha
haya dado consentimiento explícito personal y claro para ello. A los padres de
familias y a los maestros les compete formar en la preservación de los derechos
de los menores y evitar que circulen de manera desprevenida su información
personal, la de la familia y la de la escuela.
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