La Insistencia en Modelos Educativos Disruptivos Frente al Actual Arcaico y Deshumanizador
La
Insistencia en Modelos Educativos Disruptivos Frente al Actual Arcaico y
Deshumanizador
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Lo ha proclamado Johannes Perogrullo, y reiterado
con abundante frecuencia por John Nabisco, que: «En una escuela para la
repetición de información no puede alcanzarse una sólida formación en el
pensamiento científico, en la innovación y tampoco en la creatividad de los
alumnos». No cabe la contradicción de que una escuela que en sí misma no
innova pueda formar en el pensamiento innovador, en la actitud científica, en
el pensamiento divergente, en la valoración objetiva de hechos y opiniones y en
la capacidad de formular hipótesis fundadas. Investigar es indagar, innovar,
crear y transformar; es utilizar la inteligencia humana para comprender el
mundo en sus complejidades. Investigar para crear implica, por connatural
razón, aceptar la ausencia de conocimiento pleno de los fenómenos de la
naturaleza social, física y humana, así como la formulación, con base en
conocimientos fundados, de hipótesis que ayuden a fijar un camino metodológico
de cimiento científico para comprender los fenómenos en el largo camino para
ser explicados en su integridad.
Como consecuencia, muchos países están en la cola
de la producción científica mundial de patentes, registro de diseños
industriales y productos de marcas registradas. En efecto, para el 2021 los
porcentajes fueron así: IBM 8540, Samsung 2517 y LG 4388. En Colombia, entre
2018 y 2021, se radicaron 503 solicitudes de registro de patentes; en pocas
palabras, una patente por cada 78 de IBM. (https://rb.gy/fgs9nf). En
el ámbito el global, los tres primeros países, en 2021, fueron China (1.542.002
patentes), Estados Unidos (597141) y Japón (313.567). (https://rb.gy/nplj3f).
La formación para la repetición ahuyenta y desecha
la muy abundante inteligencia de los alumnos y anula sus procesos
creativos. Ocurre que se tiene una regla no escrita en las escuelas, pero
labrada en duro granito en mentes de muy poca profundidad, con la cual se
suprimen los gérmenes de inteligencia creativa. Con predecible frecuencia
ocurre que la brillantez de los alumnos que desafía la pasividad en las
escuelas es tildada como acto de indisciplina, de rebeldía sin causa, o de
desafío a las autoridades escolares y al conjunto de normas que alcanzan la
condición de abominables.
La conocida frase «Mami y por qué», es la
expresión de los niños, desde la más tierna edad, que señala el comienzo y
aprestamiento para comprender el mundo en el que viven; es la semilla de la
actitud indagadora hacia el conocimiento pleno, hacia la búsqueda de
explicaciones fundadas, lo que demuestra que la comprensión del mundo empieza
con esa inquisidora, profunda y nada inocente pregunta, las mismas que
seguramente el científico, el creador y el innovador las formulan en sus
indagaciones. Y, por qué, para seguir preguntando, la escuela se
autoinunda de inútiles requisitos. Y, por qué ha construido y consentido una
autoimagen que la lleva inexorablemente a la supuesta certificación de logros
centrada en exámenes y en calificaciones, cuyos números se llevan a expedientes
académicos que no dicen mucho, o dicen nada a quien pueda atreverse a
leerlos. Esa autoimagen, con insólita aceptación, creada y perpetuada
para una escuela con el rumbo extraviado, en oscuros historiales pasados, sirve
para inmortalizar su inutilidad, muchas veces respaldada en las calificaciones
y en las muy inútiles pruebas estandarizadas que se aplican a alumnos en
distintos momentos de su formación escolar.
La encendida lámpara de Diógenes para encontrar a
los alumnos sabios, creadores e innovadores, es apagada por la «inspección y
vigilancia», que así se llama el proceso de destrucción de la autonomía
escolar, del desarrollo de las actitudes inquisitivas y, a la larga, del
pensamiento creativo y de la inteligencia divergente. Pensar, para crear e
innovar, tiende a convertirse en un procedimiento oculto, lleno de la rebeldía
de mentes, que desbordan con su inmenso poder los obstáculos que le dicen: «No
piense, no actúes, no creas en poder crear, no transformes, no inventes,
no hables, solo escucha y copia», y otro conjunto de noes que se consideran
los mandamientos escolares que deben cumplirse, so pena de escarnio y de
sanciones pensadas precisamente para evitar que se manifieste a plenitud la
inteligencia de cada uno.
Así, no ha habido, no hay y no habrá en nuestra
sociedad conocimiento científico, desarrollos tecnológicos de avanzada y otras
formas diversas de creatividad, a menos que haya una ruptura definitiva con
semejantes ataduras y se libre el pensamiento inteligente de las trabazones que
impone el modelo educativo alienante y anulador. Librar a los alumnos de dicho
modelo es un acto de liberación cognitiva y afectiva necesaria para que
tengamos desarrollos científicos, tecnológicos, y otras formas de creación, en
abundancia.
Tal ruptura va más allá de los muy abundantes
confusos y subyugantes decretos reglamentarios, con los se continúa
reglamentando el pasado, negando la inserción de generaciones de jóvenes en un
futuro próspero, y condenando a nuestros estudiantes a un aprendizaje de
contenidos inútiles. Así mismo, se resaltan aquellos que deciden abandonar la
inútil e insatisfactoria escuela, porque no toleran la rigidez del modelo
vigente, las estrategias de enseñanza para un aprendizaje pasivo, y el anulador
control de la autonomía, cognitiva y moral que tienen, por el simple hecho de
ser humanos. Es el modelo que admite estudiantes por una puerta y, sin asomo alguno
de vergüenza, los expulsa sin piedad por la otra.
Se precisa de nuevos modelos educativos que
integren áreas de formación, que garanticen una educación equitativa,
incluyente y de calidad para todos, que incluya a las mujeres en la formación
para los campos laborales en ciencias, tecnologías y artes propios de los muy
diversos avances en ciencias, tecnología y cultura. Escuelas con proyectos
formativos que no desvirtúen su fin esencial de formación para el bien común,
el cuidado de la naturaleza y un progreso colectivo pródigo y solidario, que
también rehúse cualquier intento de centrar las metas formativas en la
preparación para un examen estandarizado nacional o internacional.
Los modelos educativos disruptivos ponen énfasis en
las habilidades socioemocionales, porque son el centro de la formación humana,
modelos que no se focalizan en evaluar para calificar, sino que forman para:
emprendimientos colectivos de aprendizaje; la validación social de los
conocimientos; creación y participación en redes científicas o de innovación;
aprendizaje en «maker spaces», participación en «boot camps»,
«hackatons», ferias, exposición de ciencias tecnologías y talleres con
retos formulados y salidas a los múltiples intereses y habilidades específicas.
Esos modelos disruptivos ponen énfasis también en el arte y cultura digital, la
ética, la formación en la ciudadanía para una vida democrática y en la valía de
las diversas manifestaciones de los diferentes grupos sociales. Se privilegia
la alegría de aprender, contrario a muy ácida semilla que, desde preescolar, se
siembra regada por el temor perenne a fracasar por medio de los amenazantes
procesos de examinación y calificación.
La disrupción frente al modelo educativo
tradicional, implica habitabilidad óptima de los espacios escolares, con
ambientes interactivos de aprendizaje más allá del aula, con espacios de
garantizada importancia para la formación ciudadana y ética. Otro pilar
fundamental frente a la disrupción es la existencia de políticas públicas
estatales que favorezcan la creación y la innovación y se supere, el modo de gestión
de la educación concebido, desde una perspectiva enteramente burocrática, como
inmodificable y eternamente válido
Bajo las conocidas leyes del aprendizaje escolar,
validadas desde las neurociencias, todos aprenden, todos pueden crear e innovar;
el aprendizaje es personalizado, colaborativo y solidario. Los modelos
educativos disruptivos requieren de maestros formados para romper con las
limitaciones que en sus procesos creativos imponen las normas que burocratizan
la enseñanza y el aprendizaje; maestros, a su vez, dispuestos ellos mismos a
innovar en sus estrategias pedagógicas.
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