Febrero: Un Mes Disminuido, Maltratado y Sin Suerte

 

Febrero: Un Mes Disminuido, Maltratado y Sin Suerte

Enrique E. Batista J., Ph. D.

https://paideianueva.blogspot.com/

 

Pobrecito el mes de febrero tan corto, maltratado y disminuido que parece que nunca hubiese alcanzado la madurez para ser igual a sus congéneres. A duras penas, desde hace  cientos de años,  le regalan  cada cuatro un día adicional, seguramente a manera de consuelo, pero ha seguido condenado a no crecer lo suficiente para llegar a ser como sus hermanos mayores. Incluso el origen de su nombre está sumido en la confusión y  a veces es tan ofensivo como ominoso.

Relata la  leyenda que unos gemelos, de nombres Rómulo y Remo, hijos de Marte,  el dios de la guerra,  y la princesa de la tierra, fueron  amamantados y criados por una loba. Ellos fundaron a la ciudad de Roma  en abril de 753 antes de Cristo. Con esos padres y leche tan poderosa anduvieron por sus terruños presumidos, orgullosos y prepotentes. Y Roma, hoy con sus con 2775 años, sí parece una ciudad eterna.

Se dice que Rómulo y Remo inventaron el calendario; a la sazón, no existían relojes ni manera específica de controlar el tiempo y mucho menos contar horas, minutos y segundos; esos fueron avances muy posteriores en la historia de la humanidad. En tales tiempos a la gente, observando las auroras y ocasos del sol, le surgió la idea del día solar con su respectiva noche; con la secuencia de días según las  fases de la luna, de duración de siete días, crearon el concepto de semana. Del ciclo regular de estaciones surgió la idea de año. A partir de ahí se adelantaron las propuestas de múltiples calendarios.

Se dice también que Rómulo, además de ser el primer rey de Roma y de tener el arrojo de fundar una ciudad eterna, creó el  calendario que lleva su nombre. Fue un calendario de 304 días repartidos en  sólo 10 meses, seis de ellos de 30 días y cuatro de 31. Los días restantes no estaban en el calendario; fueron días de reflexión, de purificación, de paz, ya que los ejércitos cesaban en sus guerras, un tiempo oscuro como preparación para un nuevo nacimiento cuando llegara la primavera.

En honor a su padre, el dios Marte, Rómulo nombró el primer mes del año como Marzo; el año finalizaba en diciembre. No existía el siempre malhadado febrero y tampoco enero. El segundo mes del año fue Aprilis (por la diosa Afrodita), Maius (ninfa de la tierra), Iunius (Juno, diosa de la guerra). A los siguientes meses se le asignó una denominación numérica como quinto, sexto, séptimo, octavo, noveno y décimo.  Las denominaciones del mes séptimo al décimo todavía la usamos hoy, casi 2800 años después, denominados como septiembre (mes siete), octubre, noviembre y diciembre (mes 10). Esos fueron los nombres del primer calendario de 10 meses, el mismo que no tenía a enero ni tampoco a febrero. (https://rb.gy/dyjx8e).

Para completar los 365 días, que debía tener un calendario,  faltaban algunos más. Los  61 días en blanco correspondían a los más oscuros y fríos en el hemisferio norte. Entre tales días estaban los que corresponderían después a febrero, mes hoy caracterizado, en general, como la porción del año solar más fría en el hemisferio norte. Lo que sigue agregó confusión, pues el segundo rey de Roma, con el nombre simpático de Numa  Pompilio (que hoy les ponen a muchos perros), agregó  50 días  al calendario de Rómulo y dos meses con los nombres de enero y febrero; para que los nuevos  meses tuvieran suficientes días redujo uno  a cada  mes de 31 que eran seis, así quedaron 56 días para ser distribuidos entre  enero y febrero. Después  este rey agregó cada dos años, entre los días 23 o 24 de febrero (mes escogido víctima como siempre), un mes adicional de 22 o 23 días al que llamó Mercedinus; para agregar más confusión adicional, el último día del despreciado febrero fue trasladado al final del muy perecedero Mercedinus, mes este que, como en algunas novelas, estaba predestinado a desaparecer en el siguiente capítulo. El confuso y confundido rey, sumido en la superstición romana contra los números pares, le asignó un día extra a enero, pero el lastimado febrero lo dejó con el número impar de días porque: «como ese mes fue entregado a los dioses infernales, esto se consideró apropiado. El sistema permitía que el año de 12 meses tuviera 355 días, un número impar” (https://rb.gy/q1dqbu). Impar como hoy de 365 días para agrado de los seguidores de las supersticiones romanas.

La secuencia de los nombres numéricos de los meses después de mayo fue interrumpida cuando el nombrado dictador Julio César llamó, 45 años antes de Cristo, al mes quinto (a la sazón, Quintilis) como Julio, recordatorio del mes en el que se tornó emperador. Muerto éste, su sucesor, César Augusto, fue honrado cuando se cambió el nombre al mes sexto (Sextilis) por el de Agosto. No es cierta la leyenda que dice que Julio César quiso tener un mes de 31 días quitándole uno a febrero, ejemplo que supuestamente siguió su sucesor César Augusto, quedando este huérfano mes carente de días, con sólo 28.

Otros emperadores fracasaron en su intento de cambiar el nombre a los meses numéricos.  Así, el emperador Tito Flavio Domiciano para celebrar su victoria en Alemania llamó a septiembre como Germanicus. Se conoce que Lucio Aurelio Cómodo,   en su megalomanía, renombró cada  mes según sus propios títulos imperiales; así, enero lo llamó Amazonius y a los siguientes, Invictus, Felix, Pius,12 Lucius, Aelius, Aurelius, Commodus, Augustus, Herculeus, Romanus, hasta diciembre con el horrendo nada simpático, muy aburridor y nada eufónico nombre Exsuperatorius (https://rb.gy/q1dqbu, https://rb.gy/iiqjgb).

El año basado en los ciclos de la luna era de 355 días, insuficientes frente a los necesarios 365 y fracción que corresponderían a lo que sería el año solar. Asunto que no se arregló con la introducción, de vez en cuando, de un mes adicional del ya mencionado Mercedinus (del latín «merce» = salario; de ahí viene mercenario, quien recibe paga; en este mes se les pagaba a los trabajadores).  El tan manoseado febrero seguía con sólo 23 días siendo el último mes, muchos agregaban cinco días a sus propios calendarios, lo cuales fueron considerados de mala suerte y no formaban parte de un año normal.  Para agregar aún más confusión los pontífices (especies de sacerdotes) modificaban los calendarios a su antojo para alargar o reducir, según su conveniencia,  los tiempos de los períodos de magistrados y funcionarios públicos.

En mitad de tanto desorden, Julio César introdujo en el año 45 antes de Cristo variaciones al desquiciado conteo de días y meses; su calendario es conocido como juliano; el primero de enero se fijó como fecha de inicio de cada año y febrero fue desde entonces el segundo   mes del año; fue un calendario de 365 días; se introdujo el bisiesto cada cuatro años, agregando un día después del 23 de febrero.  Este calendario tuvo vigencia hasta 1582 cuando el Papa Gregorio XIII introdujo el actual, llamado por esa razón gregoriano, para corregir errores en el juliano que llevaba a que las estaciones y fiestas religiosas ocurrieran en días diferentes  con el correr de los años. (https://rb.gy/sg2r3s).

En cuanto a etimología, los diccionarios señalan que el voquible «mes» tiene su origen en el latín «mensis» y en el griego «mén» y «méne» = luna; la misma raíz de vocablos como menstruación, menisco, semestre y menopausia; raíces presentes también en otros idiomas como el  inglés «moon» (luna) y «month» (mes). Como el primer día de cada mes se denominaba calenda, que significa anunciar con solemnidad, surgió de ahí la denominación de calendario. (https://rb.gy/zkjce1).

En cuanto a la denominación de los meses, Jano es el dios de las dos cabezas, el que mira al pasado y al futuro a la vez, el que mira al año viejo y al año nuevo; el mismo que dio denominación a Rio de Janeiro (Río  de enero); Jano, reabre el mundo después del crudo y largo invierno. Marzo, como se indicó, se nombra en honor a Marte, el dios de las guerras (visible en el cielo como un planeta). Febrero, a diferencia de otros meses, no fue nombrado en honor a algún dios, emperador o ninfa. (https://rb.gy/uvcppo).

Febrero se deriva, como la explicación más aceptada,  de la palabra látina februum una celebración romana de ritos de purificación realizados justo antes de la llegada de la primavera. En inglés antiguo recibió el nombre de «Solmonath» que traduce «mes del fango», también se le denominó «Kale-monath» o «mes del repollo». (https://rb.gy/xjaopg).

El profesor ​Álvaro José Cano  señala que con el comienzo del deshielo  de primavera los esclavos hacían su trabajo descalzos, razón por la cual se infectaban con hongos y sufrían muchas fiebres, de ahí el nombre de febrero, fiebre que atribuían un dios maligno; por ello, como castigo acortaron su duración a 28 días. Se precisa recordar que el rey Numa Pompilio escogió a febrero para la realización de rituales en honor a los muertos, como el mes de la mala suerte. (https://rb.gy/6qozj6, https://rb.gy/gvidxj, https://rb.gy/rmdkru).

Así, a pesar de tanta confusión, ¡Felicidades en su cumpleaños! a los nacidos en este mes, deseo extensivo a quienes los cumplirán el día 29 de 2024, el siguiente año bisiesto. Febrero, además trae consigo la celebración del Día de San Valentín (de amigos y enamorados) y, con frecuencia, tiene la iniciación de los carnavales. Por alguna razón, no claramente explicada, muchos genios de las letras han nacido este mes: Víctor Hugo, Julio Verne, Charles Dickens y Gustavo Adolfo Bécquer, entre otros.  A estos se suman los premios Nobel de Literatura: John Steinbeck, Boris Pasternak, Sinclair Lewis,  J. M. Coetzee y Toni Morrison.

Así, a pesar de tanta confusión, ¡Felicidades en sus cumpleaños! a los nacidos en este mes, deseo extensivo a quienes los cumplirán el día 29 de 2024, el siguiente año bisiesto. Febrero, además trae consigo la celebración del Día de San Valentín (de amigos y enamorados) y, con frecuencia, tiene la iniciación de los carnavales. Por alguna razón, no claramente explicada, muchos genios de las letras han nacido este mes: Víctor Hugo, Julio Verne, Charles Dickens y Gustavo Adolfo Bécquer, entre otros.  A estos se suman los premios Nobel de Literatura: John Steinbeck, Boris Pasternak, Sinclair Lewis,  J. M. Coetzee y Toni Morrison.

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