El Nuevo Contrato Social para la Educación Propuesto por la UNESCO en 2021
El Nuevo
Contrato Social para la Educación Propuesto por la UNESCO en 2021
Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
En
noviembre de 2021 la UNESCO publicó el informe «Reimaginar Juntos Nuestros
Futuros: Un Nuevo Contrato Social para la Educación»
de la Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación. A la fecha, el informe completo está en inglés y
francés en: https://rb.gy/43occk; un resumen
ejecutivo en español está aquí: https://rb.gy/bzxto7. La propuesta, con foco al 2050, tiene como antecedentes otras dos
comisiones de la UNESCO para la educación: La de Faure de 1972 titulado: «Aprender
a ser: La educación del futuro» (https://bit.ly/3nJuuIz) y la de
Delors de 1996 con su informe «La educación encierra un tesoro» (https://bit.ly/3nLtl3x), a los que se suman el trabajo de Edgar Morin en
1999 «Los Siete saberes necesarios para la educación del futuro» (https://bit.ly/3DLxs5a) y el del 2015
de autoría colectiva «Replantear
la educación: ¿Hacia un bien común mundial?» (https://bit.ly/3CJPJ1h). A
continuación presento algunas propuestas presentes en el Informe. En próximos
artículos retomaré las consideraciones presentes sobre la educación superior y
sobre los modelos de formación de maestros.
Dado que
la especie humana y la Tierra se encuentran en peligro, en el Informe se
sustenta la necesidad de tomar medidas urgentes consensuadas para que, con un
nuevo rumbo, juntos replantearnos
nuestros futuros. Para la construcción solidaria de esos futuros (así, en
plural) se le reconoce a la educación su condición de motor para los cambios
urgentes y profundos que son menester
implementar. Por ello, es necesario un nuevo contrato social para la educación
que, como emprendimiento colectivo y bien público, al resarcir injusticias transforme el futuro.
Este nuevo contrato social se tiene que apoyar en los derechos humanos, el derecho
a la educación durante toda la vida y en los principios de no discriminación, justicia social, respeto
por la vida, dignidad humana y diversidad cultural. Para el nuevo contrato
social es determinante que todos seamos capaces de participar para la construcción
de los futuros de la educación. Con
frecuencia, los sistemas educativos hoy reproducen y perpetúan las condiciones
que amenazan nuestros futuros compartidos y limitan el potencial transformador
de ella. La mera expansión de los modelos actuales no permitirá trazar
una ruta viable hacia los futuros de la educación.
En el Nuevo Contrato Social para la
Educación se precisa reimaginar los enfoque de la pedagogía, la cual tiene que fundamentarse en los
valores de la cooperación, la solidaridad y la interdependencia, en donde
alumnos y educadores formen una
comunidad de buscadores y creadores de
conocimientos; una pedagogía centrada en aprendizaje colaborativo e interdisciplinario
orientado a cultivar las habilidades de
los estudiantes en la identificación y
solución de problemas, formulación de proyectos que requieran colaboración,
descubrimiento y soluciones inteligentes. Una pedagogía que fortalezca la evaluación con significación
donde los tests estandarizados empleados para clasificar y enrutar a los
alumnos deben ser valorados y debatidos
con sumo cuidado, ya que cada proceso evaluativo de esa naturaleza deja una huella
pedagógica no necesariamente positiva y limita a maestros y escuelas en sus opciones
pedagógicas.
El currículo, por su parte, no será equivalente
al tradicional cuadro de asignaturas,
emergerá del conocimiento común, abarcará aprendizajes ecológicos,
interculturales e interdisciplinarios que facilitará que los alumnos desarrollen pensamiento crítico, sean
creativos, puedan producir conocimientos y construir un mundo pacífico y sustentable. La habilidad de
comunicarse con claridad y precisión es fundamental, por lo que el currículo
tendrá un giro del monolingüismo nacional al plurilingüismo (lenguas
extranjeras, lenguas indígenas, lenguaje
de señas, entre otras). El
currículo enfatizará la importancia y naturaleza de la investigación científica
como un mecanismo humano para entender el mundo natural y social, observar,
indagar, predecir, demostrar, teorizar y desafiar conocimientos arraigados,
contribuir a modelar el futuro para
asegurar los derechos humanos y
formar personas ejemplares en la
sustentabilidad y neutralidad del
carbono. El currículo se fundamentará en la concepción de que la biosfera en un
espacio de aprendizaje, de que vivimos
en un planeta vivo con ecosistemas
saludables que nos permitan conectar el
mundo natural con sitios virtuales de
aprendizaje. La educación no asumirá
que los humanos se desarrollan de manera
lineal como se asume en las escuelas que
clasifica a los alumnos, entre otros procesos, por grados.
En las escuelas del futuro los
alumnos no se limitarán a sentarse
pasivamente en las aulas; desaparecerá la idea de que el silencio y el alumno
obediente son sinónimos de concentración y productividad; la inmovilidad y
pasividad no son requisitos para el aprendizaje, eso corresponde a ambientes
desagradables y tediosos. Los actuales arreglos escolares no fomentan la
atención intensa, inmersiva y absorbente para el aprendizaje, restringen el
aprendizaje y reducen las múltiples oportunidades y posibilidades que la
escuela puede ofrecer.
En la perspectiva del Nuevo
Contrato Social para la Educación adquieren alta relevancia los avances en
las neurociencias. Por ello, el Contrato requiere una educación fundamentada en
las ciencias del aprendizaje. Un adecuado énfasis en las humanidades (historia,
filosofía literatura, artes, ciencia sociales y otras) es muy crucial e importante
para el futuro de las democracias. El arte (música, teatro, baile, diseño,
artes visuales poesía, literatura, entre otras) expanden las habilidades de los
alumnos para dominar habilidades complejas y apoyar el aprendizaje social y
emocional.
Hacia 2030 se requerirán 70 millones
de nuevos maestros, los que en el contexto del Nuevo Contrato Social para la Educación: Estarán en el
centro y su trabajo ser revaluado como una profesión colaborativa; requerirán cambios
en las políticas de organización de la profesión misma, así como en su selección, formación inicial y
continuada, en su categorización, promoción y estímulos. Requerirán, a la vez,
de remuneración apropiada, condiciones de trabajo saludables, seguridad social,
y solidaridad social para transformar sus roles. En el Contrato los maestros movilizarán
el conocimiento común en diálogo con las nuevas generaciones, trabajarán una
pedagogía participativa en espacios de aprendizajes múltiples, sus acciones
pedagógicas combinarán teoría, práctica y análisis de experiencias individuales
o colectivas de modo que los alumnos accedan al mundo con inteligencia,
creatividad y sensibilidad.
Las escuelas forman parte del ecosistema
educativo para el aprendizaje, pero también son centros sociales para el
bienestar social. Para lograr esta transformación ellas deben quebrar el modelo organizativo uniforme y rígido que
ha tenido en los dos últimos siglos, sin clasificación de estudiantes según edad,
sexo y habilidades. Se transformará la arquitectura; ella no necesitará
concebirse para encerrar a alumnos y maestros en cuatro paredes; deberá ser
adecuada para el uso creativo y participativo
de distintos ambientes y recursos
ambientales, culturales y sociales; se precisa, así mismo, el rediseño del mobiliario que lleva más de dos
siglos de existencia como si nada hubiese cambiado, lo que irá acompañado de
innovadores objetos y materiales de apoyo pedagógico.
La conectividad digital aumenta grandemente las
posibilidades de maestros y alumnos de
acceder a información, textos, bibliotecas, museos y artefactos de todo el
mundo. Las herramientas digitales también permiten que los alumnos produzcan
videos, presentaciones multimediales, aprendan codificación y desarrollen apps.
Las tecnologías digitales que coadyuvan al progreso escolar permitirán a los alumnos conectarse colaborativamente con
otros en el mundo con preguntas, intereses y proyectos similares; esas tecnologías apoyarán el trabajo de los maestros y de la
organización de las escuelas.
Se observa, entonces, que el Contrato
Social para la Educación tiene dos principios fundamentales: el derecho a
la educación a lo largo y ancho de toda la vida y el fortalecimiento de la
educación como un bien público común.
Tiene, a la vez, dos procesos
vitales que subrayan a la educación: 1. La adquisición de conocimientos como parte del
patrimonio de la humanidad y 2. La creación colectiva de nuevos conocimientos y
nuevos posibles futuros.
Hacia 2050 se enfatizan
cuatro principios para guiar el
diálogo y las acciones necesarias para dicho
Contrato: 1. La educación, como se indicó, es para lo largo y ancho de toda la
vida; 2. Los ecosistemas educativos conectan sitios de aprendizaje naturales y
virtuales en donde cada espacio de la biosfera, como uno de nuestros primeros
educadores, se concibe como un espacio vital de aprendizaje; 3. La financiación
pública estatal y la capacidad de los gobiernos para regular la educación debe
ser fortalecida y 4. Promoción del derecho permanente a la educación fortalecido con la solidaridad y la cooperación
internacional para los futuros de la educación, derecho que es concurrente con
los de acceso universal a la información, la conectividad y la cultura.
Los gobiernos juegan un papel
clave para asegurar que los ecosistemas educativos sostengan a la
educación como un bien público. A los
Estados les compete la responsabilidad
clave de la financiación adecuada y
equitativa de la educación. También les compete garantizar el derecho
fundamental a la educación a todos, a lo largo y ancho de la vida.
En todo el proceso para consolidar
el nuevo Contrato Social para la Educación el diálogo propuesto incorporará
a los jóvenes para construir con ellos un
futuro lleno de posibilidades y no como
una carga. Los maestros serán centrales
en la consolidación de los futuros de la educación.
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