Juegos Olímpicos: El Dominio de los Atletas Africanos en Carreras Atléticas desde los 800 Metros hasta el Maratón
Juegos Olímpicos: El Dominio de los Atletas Africanos en Carreras Atléticas desde
los 800 Metros hasta el Maratón
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
Relata la
historia que en el año 490 a. C. el rey Darío I, del imperio persa, intentó
conquistar a la ciudad – Estado de Atenas. Esta ciudad enfrentó a los invasores en un paraje
conocido como Maratón y allí los derrotó. Un soldado llamado Filípides fue enviado con toda su dotación de guerra y descalzo
como mensajero de la noticia; corrió a pie desde Maratón hasta Atenas, una
distancia de algo más de 42 kilómetros, portando
la buena nueva, la comunicó a todos en el ágora, recibido con júbilo, exhausto
cayó muerto. De ahí surgió la carrera atlética denominada «Maratón» corrida por
primera vez en los I Juegos Olímpicos modernos en 1896, precisamente en Atenas. Como dato
curioso fue ganado por un atleta de Grecia. Que Filípides haya caído muerto es claramente
explicable por el esfuerzo sobrehumano por terrenos nada amigables y por el
peso de su armamento. Hoy esta competencia, que se corre sobre una distancia de
42 kilómetros y 195 metros, por las exigencias exageradas al cuerpo humano, debería
pertenecer a la categoría de los deportes extremos.
El maratón en
Atenas fue ganado por el griego Spiridon Louis con 2:58:50; el tiempo más lento
ha sido el de Thomas Hicks de los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de San
Louis en 1904 con 3:28:53; la actual marca olímpica la tiene Samuel Wanjiru de
Kenia con 2:06:32. El tiempo más bajo
registrado ha sido el del keniata Eliud
Kipchoge con 2:01:39 en el maratón de Pekín de 2018; entre las mujeres el
récord es de Brigid Kosgei, también keniata, con 2:14:24, en el maratón de
Chicago de 2019. (Es correcto escribir el o la maratón).
Desde hace
varias décadas los atletas de dos
pequeñas y empobrecidas naciones del nororiente de África (Kenia y Etiopía) han
dominado las pruebas de atletismo desde los 800, 3000 (planos y steeplechase),
5000 y 10000 metros hasta el maratón. Los atletas de esos dos países han ganado
dos tercios de las medallas en los últimos tres Juegos Olímpicos. Buena parte
de estos atletas provienen de dos muy pequeños lugares: Rift Valley (Kenia) y
Arsi - Shewa (Etiopía) que tienen menos de una décima de uno por ciento de la
población mundial.
Hasta mediados del
siglo XX las competencias de 5000, 10000 metros
y maratón fueron ganadas, en una proporción cercana al 80 %, por atletas nórdicos y de otros
pocos países. En 1960, en los Juegos
Olímpicos de Roma, el etíope Abebe Bikila
empezó a marcar la predominancia
africana; ganó Bikila el maratón ese año
y también el de los Juegos Olímpicos de
Tokio de 1964, hazaña que igualó el alemán (del Este) Waldemar Cierpinki en los Juegos de Montreal en 1976 y de Moscú en 1980. Las mujeres de
Kenia y Etiopía, superadas severas barreras sexistas, matrimonios tempranos y
varias formas de exclusión, empezaron a dominar las carreras de largo aliento
desde el año 2000.
Se ha recurrido
a una variedad de explicaciones y a muchos intentos de investigación científica
para develar tan singular hazaña de estos atletas africanos. (https://rb.gy/d9bk8g, https://rb.gy/x6xil9, https://rb.gy/47jeul).
Entre las
diversas explicaciones avanzadas están: haber nacido y crecido en altitudes
bastante elevadas, las distancias que recorren a diario, a pies descalzos, por
entre caminos de lodo y piedra para llegar a las escuelas, mientras que al
regresar de ellas siguen con otras labores como cultivar, arrear ganado o
procurar y cargar agua desde lugares algo distantes de las aldeas. El trajín diario, desde la más temprana niñez,
les da fortaleza, resistencia y capacidad de sufrimiento no presentes en otros atletas alrededor del
mundo formados en mejores ambientes, gimnasios superdotados y sólido apoyo nutricional, de salud y
tecnológico. Se ha anotado también que los misioneros y ejército ingleses
promovieron entre ellos el atletismo con énfasis en las largas distancias
Al crecer sin calzado y sin almohadilla protectora en los pies
aprenden a conectarse mejor con el suelo y a moverse de manera más
eficiente, ya que el cerebro responde a los sentidos en la planta de los pies. Frecuente
es la observación de que al mirar correr a esos atletas africanos se tiene la sensación
de que flotan.
Otras
explicaciones apuntan a la predisposición genética y fisiológica que favorece
una buena economía/eficiencia biomecánica y metabólica, basada en un favorable
somatotipo con características como la estructura de las extremidades inferiores
y la ventajosa composición esquelética y de fibra muscular, piernas más largas,
torsos más pequeños y flacas extremidades. Su somatotipo muestra
características con menos masa para su altura. Son pequeños y livianos, y en
altas temperaturas el cuerpo les permite disipar el calor con mayor rapidez. Con
menos gramos en pies y tobillos requieren menos energía para mantener un paso
rápido.
Las mencionadas menor
masa corporal para su altura, las piernas más largas, tobillos y pantorrillas
más delgadas, la longitud del hueso de los tobillos, los torsos más cortos y
extremidades más delgadas, constituyen
un conjunto de peculiaridades
fisiológicas que los vuelve más
eficientes como corredores de largas
distancias. A esto se agrega la mayor
capacidad de convertir ciertas grasas corporales en energía, especialmente en
distancias largas, lo que a la vez les facilita un consumo más eficiente de
oxígeno. Como crecen en altitud elevada, su organismo produce más células
rojas con el consecuente aumento de la cantidad
de oxígeno llevada a los músculos, lo cual mejora el desempeño atlético.
También se
ha valorado, como predisposición para la
ventaja demostrada, los hábitos nutricionales
apoyados en vegetales y dieta alta en carbohidratos y baja en
grasa. Realizan, además, un trabajo
arduo de preparación focalizado en una sola meta: el triunfo con sus
consecuencias monetarias y de reconocimiento nacional y mundial. Se ha indicado
también que los atletas de otros países se han vuelto ineficientes y menos
aptos para largas distancias.
A las distintas
explicaciones anteriores se ha agregado que ellos llevan en las competencias una ventaja
psicológica en la que se ven, y son vistos por los demás, como imbatibles. A
esta ventaja psicológica se suma la motivación para alcanzar el éxito económico.
Ganar una sola carrera les representa miles de dólares que en sus contextos
locales empobrecidos representan valores incuestionablemente altos. El maratón
de Dubái otorga US $200.000 al ganador, en
las maratones de Chicago, Nueva York
y Boston se han pagado US $100.000 al vencedor;
está presente el estímulo de US $500.000 a quien rompa el récord mundial; varios de los atletas tienen contratos anuales entre US $50.000 y 100.000 con compañías como
Nike y Adidas, una razón muy importante para que ya no corran descalzos.
El dopaje será
en estos tiempos una pregunta infaltable. En efecto, varios atletas de Kenia y
Etiopía han fallado las pruebas antidopaje recientemente, hechos que obscurecen
la explicación científica del desempeño alto de los atletas de esos dos países.
Es evidente que el dopaje de por sí no explica las hazañas de tantos
corredores de distancia entre los 800
metros y el maratón. El COI ha hecho requerimientos a los Comités Olímpicos
Nacionales de esos países para combatir esta práctica antideportiva, ilegal,
dañina para la salud, y contraria al principio del juego limpio.
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