Credenciales Digitales: Una Alternativa de Sólida Formación Escolar para la Vida y el Mundo Laboral
Credenciales
Digitales: Una Alternativa
de Sólida Formación Escolar para la Vida y el Mundo Laboral
Enrique E. Batista J., Ph. D.
Ha circulado en muchos países del mundo la honda preocupación
de las instituciones de educación superior sobre el número menor, año por año,
de los matriculados en sus programas académicos de pregrado. Los jóvenes buscan
y reconocen que hay mejores, más fructíferas y menos tortuosas opciones para su
futuro personal y laboral que la vía tradicional universitaria sin tener que
someterse a impasables exámenes de admisión; reconocen que gran cantidad de los
programas que se ofrecen están desactualizados o no son pertinentes para los
requerimientos laborales en el mundo actual. Reconocen, además, que el modelo
universitario está recorrido por la exclusión y por la discriminación de ciertos
sectores sociales.
Esa reducción sustancial en el número de estudiantes que
acceden a programas de educación superior puede deberse en parte a la baja en
la tasa de crecimiento de la población, pero también por otros factores que la
sociedad informatizada y los requerimientos laborales de la cuarta revolución industrial
imponen a los jóvenes y a los ciudadanos en general. También está el hecho de
que un profesional después de cinco años universitarios tiene una retribución
económica baja sin que tengan seguridad de encontrar un empleo de modo expedito.
La titulación universitaria ha dejado de
ser el ideal que en otras épocas fue. Han surgido opciones formativas
como las insignias digitales o micro certificaciones que no exigen ser
bachiller, como tampoco un título universitario para ser capaz de crear,
innovar, tener un desempeño laboral exitoso, ser buen ciudadano y vivir
solidariamente y en paz.
Tener una carrera universitaria fue pensada como la puerta de
entrada a una vida profesional próspera, a altos ingresos laborales y al
ascenso social. Para muchos esa carrera acaba siendo una carrera de obstáculos,
una especie del steeple chase (3000 metros con obstáculos) que se corre
en los Juegos Olímpicos, una frustración por no poder terminarla, destino que
alcanza sólo cerca del 50% de quienes ingresan a primer año. Así, en el Reino
Unido entre el 10 y el 25% de los estudiantes de primer año no se matriculan
para el siguiente, en Irlanda es uno de cada seis, en Sur África más del 50% no
finalizan el primer año, en Alemania el 28% se retira sin finalizar los
estudios de pregrado. En América Latina y el Caribe, Hungría y Nueva Zelandia
el promedio de deserción por cohortes está por encima del 40%; en Estados
Unidos la cifra es superior al 50%, mientras que en los países de la OCDE la
deserción se encuentra entre el 20% y el 55%. En Argentina la deserción en las
universidades con gratuidad en la matrícula es de cerca del 73% y en las que no
tienen gratuidad es de alrededor del 60%. (https://bit.ly/38ZKyw3; https://bit.ly/2Pou8FT). Y más grave aún, hay universidades en
muchos países con tasas de deserción superior al 80%.
Se cuestionan los jóvenes, con razón, si vale la pena el
esfuerzo y el sacrificio para tener que abandonar la meta ilusoria de formación
universitaria, cuestionamiento que se acentúa por el hecho de que cada vez más
las grandes empresas prestan hoy poca atención a los títulos académicos y se
centran en habilidades demostradas por los aspirantes, cada vez más en aquellas
asociadas a formación específica obtenida en credenciales digitales. Con esas
certificaciones digitales la persona puede devengar cinco o seis veces más ingresos
económicos mensuales que sus contrapartes con título universitario, con la
ventaja de empleabilidad alta y pronta sin que se acreciente el número de
jóvenes desempleados.
Esa es una realidad nada halagadora para los jóvenes
estudiantes, ya sean millenians, youtubers o generación Z. Ellos
tienen una concepción distinta de las vías para alcanzar logros personales
y laborales, a la vez que conocen la variedad de opciones innovadoras y viables
que para ellos se han abierto contrarias a la concepción del modelo operativo de
la actual certificación universitaria desueta y, en general, pensada,
ejemplificada y trabajada para la sociedad, economía y cultura de la primera y
segunda revoluciones industriales y no para la cuarta que los jóvenes viven con
alta intensidad.
La opción de certificaciones como las credenciales e insignias digitales
pueden ser, y acabarán siéndolo, reconocidas para certificaciones o diplomas
por las instituciones de educación superior para quienes deseen o requieran una
formación profundizada en una institución de educación superior.
Un porcentaje alto de las gerencias de recursos humanos en
las empresas miran cada vez más hoy a las credenciales e insignias digitales que tienen los
candidatos así como la formación en tecnologías duras y las llamadas “blandas”
o socioemocionales. Estas últimas no son normalmente cubiertas en las carreras
universitarias de hoy. (https://bit.ly/32BwwP7).
Las credenciales o insignias digitales son opciones que
tienen abiertas los jóvenes y que pueden aplicar de manera creativa las instituciones
de educación superior si quieren atraer a muchos más jóvenes que desean ser
creativos e innovadores y no perderse en la inutilidad o falta de pertinencia
de muchos programas académicos. También se cambia el destino del moribundo
bachillerato. Las insignias digitales, insignias web o micro certificaciones digitales
no exigen ser bachiller, grado que tampoco es necesario para crear, innovar,
ser buen ciudadano y llevar una vida productiva y emocionalmente enriquecida.
Cada persona se puede formar en
aquellos campos que desee, puede cambiar de una credencial a otra si lo cree
conveniente sin ser penalizado. No hay nada que semeje al tradicional plan de
estudio escolar, hay individualización de los proceso formativos y de la trayectoria
formativa de cada uno, contrario a los procesos escolares tradicionales que
homogenizan todo y a todos. Además, la
formación individualizada, sin penalizar a los estudiantes, permite que las
personas con determinados tipos de limitaciones encuentren en ellas
oportunidades formativas, una opción que no las excluye del servicio educativo
y que las potencia para ser ciudadanos productivos para el bien de todos. El
campo de las credenciales o insignias digitales pone énfasis en la formación
para la innovación y en la capacidad creativa de los alumnos, muchos de los
cuales, con fundadas razones, no están interesados en las carreras
tradicionales que los vuelven pasivos y repetitivos, mientras que hay otros que
ni siquiera consideran importante o valioso el acceso a la educación superior.
Las personas pueden hoy portar su
huella digital de habilidades, o “skill print”, mediante las
certificaciones validadas internacionalmente por una vía digital segura como
por los blockchains. Pueden tenerla
consigo o en la nube en formato digital, disponible en todo momento, actualizar
su portafolio digital de modo permanente y ponerlo a disposición de posibles
empleadores como muestra de sus logros, experiencias, realizaciones y
habilidades.
Esa certificaciones digitales empleadas desde el grado noveno
en adelante (o antes) permiten a los alumnos crear, innovar, participar en
ferias de la innovación o de diseño del pensamiento creativo (design
thinking), articular los conocimientos de las ciencias naturales y
sociales, con el arte, las tecnologías, la cultura y la ética a la comprensión
o solución de problemas vividos y claramente identificados.
Una ventaja adicional es que permiten que las alumnas
desarrollen actitudes positivas y habilidades para el desempeño laboral en las
profesiones y ocupaciones STEM (esas ligadas a las ciencias, las
tecnologías, la ingeniería y las matemáticas).
El camino de las certificaciones o insignias digitales
también está abierto para las instituciones de educación superior con los
denominados micro títulos y micro masters, lo cual abordaré en la próxima
columna.
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