La Amistad es una Rica Habilidad Socioemocional
La Amistad es una Rica Habilidad Socioemocional
Enrique E. Batista J., Ph. D.
En la
amistad hay un alma que reside en dos cuerpos;
y un
corazón que habita en dos almas.
-Proverbio budista
La amistad es ante todo una habilidad
socioemocional enseñable, cultivable y siempre perfectible en sus más altas
dimensiones afectivas, éticas y morales para garantizar el bien común. Dado
nuestro carácter de seres gregarios, la amistad está asociada a la preservación
de la especie humana y forma parte de nuestros genes, lo que nos conduce a no
estar solos, a compartir, a vivir amando. Como habilidad socioemocional es una de
las formas primigenias del trabajo en equipo y del liderazgo compartido para
alcanzar fines comunes de interés general para todos. Como habilidad
socioemocional estamos genéticamente programados para amar, para ser solidarios,
para unirnos con otros en la incesante búsqueda del bienestar mutuo.
La amistad es el espejo preciso frente
al cual se refleja y construye, en toda su riqueza, la dimensión espiritual
humana. Amar es ser humano y la amistad construye la humanidad que cada uno de
nosotros lleva por dentro como tarea esencial y vital que tenemos que realizar para
alcanzar satisfacción plena en nuestras vidas.
Los amigos nos causan cambios
sustanciales en nuestras vidas y el amor refuerza los vínculos de unión entre
nosotros.
El humano no fue creado para vivir sólo.
Por eso el libro sagrado de los cristianos recoge las palabras del Creador: “No
es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. Así, por
mandato divino, toda relación entre humanos está hecha para superar la soledad
y para recibir ayuda idónea de los demás. O sea, la amistad entre los
cristianos no es sólo un asunto de herencia genética, sino un precepto
superior. El ser humano por su propia condición genética o por mandato de El
Creador no puede rehuir su expresión mediante distintas formas de
comunicación humana.
Los humanos realizamos buenas labores
no tanto para exclusiva satisfacción personal sino para lograr que los demás
alcancen plena realización y para que de modo solidario nos amemos más entre
todos. Por el amor y la amistad llegamos a ser más humanos y a alcanzar metas
sociales de conjunto que de otra manera no serían posible lograrlas. Se resalta
la importancia de destacar un día al año, cercano en Colombia al equinoccio de
otoño, para recordarnos a todos la valía de la amistad y la expresión solidaria
de afectos.
Una “golondrina sola no hace
verano”, señala un antiguo dictum; una persona sola no construye
sociedad, sola tampoco construye su propio bienestar y mucho menos el de los
demás.
El amor y la amistad son elementos
vitales para la humanización de las relaciones entre las personas, están en la
base de la convivencia y del buen vivir. Como se destacó, es una condición
genéticamente determinada en la especie que lleva a la unión y a la asociación para
compartir bienes y fortunas, pero también para superar dificultades, momentos
difíciles, para amar, ser solidario, trabajar por el bien común en la búsqueda permanente
de la felicidad. Por ello, no existe una sociedad humana en donde la amistad no
sea considerada un valor determinante de las sanas relaciones.
No hay persona, por muy anacoreta y
ermitaño que sea, que no viva, material y espiritualmente el valor solidario de
la amistad. Se
puede recordar a San Simeón el Estilita (del griego stŷlos = columna)
quien vivió 37 años encima de una columna de piedra para llevar una vida
ascética. Aun así, escribía cartas orientadoras para una vida en santidad, daba
consejos y era visitado por miles de peregrinos para conocer sus sabias
palabras y recibir bendiciones. Predicaba y compartía desde su columna.
Se es amigo de sí mismo, se es amigo
de la sociedad, se es amigo con quienes convivimos, se es amigo de infinidad de
personas no conocidas (como los “contactos” hoy en redes sociales), somos
amigos también de la naturaleza y de todas las especies vivas, somos amigos del
planeta que habitamos. En la amistad encontramos las más sólidas posibilidades para
sentir y expresar afecto y ternura.
Amamos a la naturaleza, a la patria, al terruño, a los símbolos patrios y también las manifestaciones humanas que son productos de la inteligencia y del corazón. Al amor y a la amistad le escribimos y cantamos. Muchas expresiones artísticas y literarias son reflejos claros y expresos de sentimientos de amistad y de amor. No hay arte, poesía, pintura o literatura en ausencia de serenos sentimientos de amor y de amistad.
Se logra la realización personal sólo
frente a propósitos comunes y oportunidades múltiples, todas las cuales
concurren hacia el fruto ineludible de la amistad. No se trata de pensar y
sentir como el otro, ni sustituir el desarrollo autónomo de los demás. No es
una relación de subyugación o de dominio sino más bien horizontal de efecto y
afecto mutuo en la vida de todos.
En la base de la realización personal está la capacidad de establecer y de mantener vínculos afectivos fuertes con otras personas, apreciar y cultivar de las diferencias culturales y de otra índole. La amistad es la base para la tolerancia y la evitación y superación de conflictos.
Una linda amistad siempre es una bella y hermosa melodía para nuestros
oídos. Siempre cabe y es bienvenida una pequeña ayuda de los amigos tal como lo
cantaron los Beatles en “Con una pequeña ayuda de mis amigos” (“A
little help from my friends”) y los mensajes de estímulo a un hijo
(de nombre Julian) de John Lennon que pasaba por momentos familiares
difíciles, en “Hey Jude” (Jude = hipocorístico de Julian), el
sencillo de más éxitos de ese grupo musical:
¡Oye Jude!, no lo eches a perder
toma una canción triste y mejórala,
recuerda dejarla entrar en tu corazón
entonces te va a ir mejor.
¡Oye Jude!, no tengas miedo
fuiste creado para hacerla tuya
cuando la sientas en tu piel
entonces te va a ir mejor.
¡Oye Jude!, no me decepciones,
la encontraste, ahora hazla tuya
recuerda dejarla entrar en tu corazón
entonces te va a ir mejor.
(El lector puede escuchar esas
canciones originales en inglés aquí: https://www.youtube.com/watch?v=AN5JT7wnlZM; https://www.musica.com/letras.asp?letra=835245).
El poeta cartagenero Luis Carlos López
(con el muy simpático nombre de pila Luis Carlos Bernabé del Monte Carmelo
López Escariza) en su estilo lleno de
fina ironía no pudo menos que alegrase y acoger con efusión a un amigo de colegio cuando lo encontró muchos
años después. Le compuso un bello soneto que títuló “A un condiscípulo”:
¡Qué situación la tuya!...
¡Qué situación la mía!
Los dos fuimos alumnos de griego y de latín
y desde aquellos años de olímpica alegría,
tú no pasaste nunca de ser un adoquín.
Mas hoy, por un prodigio quizás de hechicería,
ya eres académico, tu casa es un jardín,
y sabiamente preñas de duros tu alcancía,
mientras que tu cofrade no guarda ni un chelín...
Después surgió el político. Yo apenas soy un cero.
Viajas en automóvil. Y yo por mi sendero
cabalgo en rocinante sin humos de chófer.
Y yo, cuando te encuentro, con qué efusión te acojo
—siempre andas por la calle más serio que un cerrojo—
con una de las cáusticas sonrisas del Voltaire...
Y el poeta colombiano Carlos Castro Saavedra,
bien llamado el poeta de la esperanza para una vida mejor, escribió este poema
que tituló “Amistad”:
que
en otra mano apoya su fatiga
y
siente que el cansancio se mitiga
y
el camino se vuelve más humano.
El
amigo sincero es el hermano
claro
y elemental como la espiga,
como
el pan, como el sol, como la hormiga
que
confunde la miel con el verano.
Grande
riqueza, dulce compañía
es
la del ser que llega con el día
y
aclara nuestras noches interiores.
Fuente
de convivencia, de ternura,
es
la amistad que crece y se madura
en
medio de alegrías y dolores.
Crecemos y cambiamos, nos
desarrollamos y alcanzamos nuestras metas humanas al son que nos marca la
amistad.
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