Formar y Aprender con el Uso Consciente y Reflexivo de las Tecnologías Digitales
Formar
y Aprender con el Uso Consciente y Reflexivo de las Tecnologías Digitales
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Aprender que tiene que ser creadas y empleadas primordialmente para el bien común y no para volver, en un par de quinquenios, superricos a los que inventan una nueva herramienta de negocio con las que logran billones de dólares de ganancia año tras año. Aprender para entender que cada época caracterizada por una revolución tecnológica crea cambios en la naturaleza del trabajo que, a la vez que genera desempleo, crean muchos nuevos. Aprender que los avances tecnológicos cambian los modos en que interactuamos, accedemos a información, marcan qué consumimos, cómo nos comunicamos y que es necesario conocer. Aprender, además, que tales avances crean desafíos morales y dilemas éticos y hasta cambian la concepción misma de lo que somos como especie humana, creando una nueva forma de identidad antropológica. (https://rb.gy/jfsfksSchwap).
La meta formativa principal frente a las diversas tecnologías consiste en comprenderlas, mediante procesos de validación solidaria social, para optimizar los beneficios que ellas generan, reconocer y excluir el empleo equivocado de ellas y la manipulación y daño que, de modo inocente, se hace a muchos que las emplean. El propósito central será la formación de ciudadanos con autonomía cognitiva y moral frente a las avasallantes estrategias de enriquecimiento, sin consideración por daños y perjuicios que provocan o inducen con sus plataformas y con un poder incontrolable que nadie les ha dado, una veintena de grandes empresas tecnológicas en el mundo como: Meta (Facebook), Alphabet (Google), Alibaba, Tesla, Amazon, Microsoft y Apple, entre otras.
La educación es formación: Formar es dar cuerpo (multiforme,
más no uniforme) a los seres humanos para que logren un desarrollo pleno: social,
biológico, intelectual, moral y
psicológico. Así, se trata de formación en el carácter y la personalidad, con sus componentes de cognición, actitudes, valores y afectos. Por
ello, de modo invariable, los procesos sociales
para la formación de niños y jóvenes necesariamente involucran la
formación moral y ética, a las buenas y sanas costumbres. Por virtud de ese
hecho, las metas formativas educativas siempre envuelven a un conjunto de
valores universales, los que se plasman
en reglas y consideraciones morales y éticas. No son concebibles modelos y procesos
educativos considerados apropiados y de calidad si no promueven y valoran de manera esencial la
consolidación de seres morales y éticos, lo cual se constituye en la base
fundamental, como se ha indicado, de la
meta suprema del desarrollo pleno y sano de la personalidad de cada individuo con
capacidad para vivir como persona que,
con gozo y alegría, trabaja de manera conjunta y solidaria para alcanzar el
progreso colectivo, la felicidad y una vida digna de todos en la comunidad.
Para alcanzar las
altas metas formativas de los procesos educativos, es preciso poner en un claro contexto la valía
que tienen distintos desarrollos tecnológicos, que irrumpen y transforman el
diario vivir de las personas, en las
estrategias de enseñanza y aprendizaje en las escuelas y en el conjunto de los
procesos formativos, formales e informales, a lo largo de toda la vida.
Se ha resaltado reiteradamente que los avances tecnológicos
son productos de la madurez del espíritu humano para crear, innovar y
transformar con artefactos y diversa variedad
de herramientas, descubrimientos e inventos, con la intención expresa de mejorar
la condiciones de vida y promover el
progreso de todos en los diversos
conjuntos sociales.
No cabe en un comportamiento juicioso frente a los avances tecnológicos, el endiosamiento
en sacros altares de nuevos dioses
digitales, como tampoco cabe la
satanización, sin juicio y con condena, de los mismos. Han existido y existen aquellos, a los que de
por sí, sin más miramientos y por su propia subjetividad, condenan la aparición de sucesivas
herramientas tecnológicas.
A pesar de evidente razones de conveniencia social y
humana, en general, ha ocurrido que ante
los deslumbrantes que resultan algunos avances, gobernantes, grupos que profesan
alguna fe religiosas y sectores sociales diversos se opongan a la incorporación
de los beneficios de los avances tecnológicos con variedad de argumentos insostenible. Existen hoy grupos sociales que se oponen a que sus hijos,
de la más tierna edad, sean vacunados
contra conocidas enfermedades, o nieguen
la transfusión de sangre a un ser querido, aunque sea la única opción de salvar
una vida.
Hace unos años Umberto Eco rememoró que el faraón se opuso al invento de la escritura
porque, en su concepto, tal avance dañaría la capacidad de pensar de los seres
humanos, cuando ocurrió todo lo contrario: «Según el Faraón, la escritura era
peligrosa porque disminuye las energías de la mente al ofrecer a los seres
humanos un alma petrificada, una caricatura de la mente, una memoria mineral» (https://rb.gy/lwfkld) .
También se sabe de
la oposición hoy a avances científicos por parte de algunas comunidades en diversos lugares en el mundo que vetan en
las escuelas los libros que expongan la
teoría de la evolución de Darwin porque contradice, en el concepto de ellos, la
creación divina directa, tal como se expresa en la Biblia. Se puede recordar el
relato del arzobispo británico que excomulgó al tren, porque Dios no había
hecho al hombre para avanzar a tan acelerada velocidad (unos 20 kilómetros por hora) y soportar
semejante ruido (en esto último pudo tener algo de razón). También se recuerda
la oposición al uso de la televisión por
los efectos negativos que ella podría producir entre los niños y jóvenes. Como me resaltó un
lector mío de Puerto Rico: «A pesar de las prohibiciones y censuras, las
tecnologías siempre ganan, porque sus ventajas y beneficios superan con creces
a sus efectos negativos».
Contrario a ese tipo de tendencias, es importante recalcar que corresponde a los procesos educativos
enfatizar la formación en autonomía cognitiva y moral para que todos, entre todos, puedan discernir con precisión de conveniencia
entre lo bueno y lo malo, lo beneficioso
y lo maligno.
En los procesos formativos hoy se pueden incorporar los distintos avances tecnológicos
para aprender más, mejor y más rápidamente. En la revolución informática en la
que estamos inmersos hoy nos corresponde formar en las ventajas que ofrecen distintos desarrollos
digitales y, como parte explícita del proceso educativo, es muy importante formar
en los riesgos, que abundan en ellos. No cabe una oposición a ciegas sobre el empleo de las mismas en campos como
la medicina, la educación, el mejoramiento a ambiental y la producción agrícola,
entre otros. Si bien no puede concebirse que la maldad está inmersa, de por sí,
en los avances tecnológicos, muchos de los usos que se hacen de ellos no están
exentos de intencionalidad proterva.
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