La Educación Superior en el Nuevo Contrato Social para la Educación de la UNESCO 2021
La Educación Superior en el Nuevo Contrato
Social para la Educación de la UNESCO 2021
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
El Nuevo
Contrato Social para la Educación de la UNESCO incluye consideraciones y propuestas para los procesos educativos en todos los
niveles de la educación formal, la técnica laboral y la de adultos, letrados o
no. Los procesos de aprendizaje son concebidos como un derecho, durante toda la vida en todas las comunidades alrededor del planeta. Presento aquí algunas de las acotaciones
principales en la propuesta de la UNESCO con respecto a la educación superior. A la fecha, el informe completo está en ingles y
francés en: https://rb.gy/43occk; un resumen
ejecutivo en español está aquí: https://rb.gy/bzxto7.
En el Nuevo
Contrato Social para la Educación se espera que las universidades y otras
instituciones de educación superior, por su carácter creativo e innovador, se
comprometan con el fortalecimiento de la
educación como un bien común. A la vez, en lo que se refiere a los futuros de
la educación (así, en plural), les corresponde abordar los procesos formativos,
el diseño y el impulso de estrategias para mitigar los efectos del cambio
climático y la desestabilización de los ecosistemas que, entre muchos otros,
afectan a la educación tal como ocurre con la restricción que los desastres
naturales causan en el acceso y permanencia en los estudios, el desplazamiento
poblacional y el deterioro de instalaciones
físicas y medios educativos. No podrá existir una propuesta formativa en las
instituciones de educación superior que ignore las inmensas presiones que sobre
el bienestar general y la salud del
planeta ejerce el cambio climático.
Presenta
el Contrato una consideración sobre
el futuro cambiante de las credenciales (insignias digitales, microtítulos
y microcredenciales, entre otras); credenciales que se consideran una
intersección entre el mercado laboral y la educación. Se invoca en la propuesta el derecho que
tienen las personas para que sus aprendizajes sean reconocidos y validados, aun
si provienen de ambientes educativos no
formales e informales. Pero las
credenciales, focalizadas sólo en la cualificación laboral, son insuficientes. Se
resalta que «aunque es importante
pensar sobre los resultados no debemos perder de vista que los procesos e interacciones
sociales están en el corazón de la educación… las cualificaciones son siempre solo
"sustitutos" de lo que alguien puede hacer y trabajar». (Anoto: Lo cual llama la atención sobre el
sesgo unilateral que se busca imponer con los llamados «resultados de
aprendizaje» y los «marcos de
cualificaciones»).
A medida
que el mundo del trabajo cambia, se precisan más investigaciones sobre cómo las
personas se pueden mover entre ocupaciones relacionadas, así como sobre la decisión de cuáles deben ser identificadas y desarrolladas. La
educación y los modos de formación necesitan esta información para poder
ofrecer opciones relevantes para el mundo del trabajo y la sociedad en general;
por ello, las instituciones de educación superior necesitan tener una mirada
más hacia el futuro y ser más progresista
en sus enfoques de cualificación y en sus currículos.
En ese
contexto, se observa la necesaria renovación de los fines de la educación
superior que, en su alcance y producción de conocimientos, han sido descuidados en décadas recientes
debido a la manera como ella es organizada, acreditada y financiada. Consideración
especial merece el hecho de que los profesores son evaluados y promovidos en su salario principalmente por
su productividad, con exclusión de la contribución
que hacen a la enseñanza, tutorías, apoyo académico a los alumnos y en el impulso
a relaciones colaborativas con la
sociedad. Valores como el respeto, la empatía, la igualdad y solidaridad
deberán estar en el centro de sus fines. Su trabajo será socialmente más relevante con el fomento
a la apreciación de la diversidad cultural, el compromiso con la defensa de los derechos humanos y la
eliminación de toda forma de discriminación, configurando logros vitales sobre cómo
alcanzar que los estudiantes sean mejores ciudadanos con alta conciencia
ambiental.
La
pedagogía la han enviado muchas universidades al cuarto de atrás, lo que ha
abierto las puertas para que las tareas
de enseñanza se deleguen a otras
instituciones o a centros especiales equipados con sofisticadas tecnologías de
inteligencia artificial. La educación técnica y vocacional está en el otro
extremo, en donde la enseñanza se limita, con frecuencia, a entrenamiento y aprendizaje
de técnicas; las consideraciones sociales, éticas y preguntas conceptuales más
profundas se quedan fuera de su ámbito. Para
mover a la pedagogía, al frente de su cotidiano accionar, es necesario valorar
el trabajo de enseñanza del profesor y
apoyar su crecimiento pedagógico. Se precisa, así mismo, una fuerte conexión con la educación primaria
y secundaria, apoyando a esos niveles con estrategias pedagógicas innovadoras que vayan más allá del
dictado y del modelo pasivo de transmisión.
Con la
mirada en el año 2050, se sugieren cuatro
principios curriculares para poner en ejecución el diálogo para el nuevo Contrato propuesto: 1.
El currículo enfatizará el aprendizaje, ecológico, cultural e
interdisciplinario, favoreciendo la habilidad de las personas para acceder y producir conocimientos, para ser creativos
y críticos con habilidades para cuestionar gustos e intereses particulares. 2. La crisis ecológica requiere reorientar el lugar de los humanos en el mundo, formando
en la habilidad para vivir de manera respetuosa y responsable con el planeta.
3. La diseminación de información debe ser acompañada de alfabetización
científica, digital y humanística. 4. Los derechos humanos y la participación
democrática serán los bloques sobre los
que se apoyará el aprendizaje para transformar a las personas y al mundo.
Las
universidades también tendrán un
vínculo íntimo con la profesión de los maestros y su nueva configuración
institucional, deben ejemplificar esta
conexión con la colaboración entre escuelas, maestros y universidades, tanto en
la formación inicial de ellos como en su cualificación permanente posterior. El
desarrollo pedagógico de la enseñanza en la educación superior requiere también
transformación en la cual «la pedagogía de la solidaridad» y la cooperación es tan crucial como lo es en la
enseñanza de niños y adolescentes. «Cualquiera consideración acerca de las
funciones de la educación superior no
puede omitir las inescapables conexiones
con la educación primaria y secundaria, así como con el aprendizaje de
los adultos y la educación o formal».
La investigación
universitaria para el «conocimiento común abierto», y desarrollado para el bien
de todos, debe ser reconocida como uno de los activos mejor identificadores de
la educación superior. Corresponde a las universidades priorizar nuevas
posibilidades, lo cual empieza con el reconocimiento de que existen múltiple formas de conocimiento y un más amplio uso de
diferentes lenguajes, asegurando inclusividad y diversidad y de que es su deber
promover la capacidad productiva de las personas, el efectivo funcionamiento
de la sociedad de aprendizaje y la cooperación entre varios sectores de las comunidades.
Acorde con
la propuesta del nuevo Contrato, la educación superior apoyará diversos enfoques para acceder al
conocimiento, superando su ambigua diversidad
epistémica que la ha llevado a desarrollar modos particulares de organizar,
validar y legitimar ciertas maneras de producción de conocimientos. Es ahí
donde, en general, la publicación académica no recompensa la diversidad intercultural y epistémica. A
los investigadores, universidades e instituciones de investigación
científica les corresponde examinar los
supuestos metodológicos y enfoques empleados, además de reconocer que las escuelas, los maestros, los
movimientos sociales y de juventudes, así como las comunidades, son fuentes
vitales de información y de conocimientos, los cuales deberán ser reconocidos
como tales por los investigadores.
Las
universidades y las instituciones de investigación y sus asociados son llamadas a una especial focalización en la investigación y de la innovación para apoyar la
renovación de la educación como un bien
común y la construcción conjunta de un Nuevo Pacto Social para la Educación.
Este renacimiento requiere cambios y
revitalización de la misión de
las universidades «hacia la generación de un conocimiento común abierto y
asequible y la educación de una nueva
generación de investigadores y profesionales comprometidos con el avance del
conocimiento para beneficio de ellos y de la humanidad». Un programa
mundial y colectivo de investigación por los futuros de la educación se debe
centrar en el derecho a la educación para todos a lo largo y ancho de toda la
vida, a la vez que anticipará disrupciones futuras
Para los
futuros de la educación, con la mira puesta en el 2050, la propuesta del Nuevo
Contrato Social para la Educación tiene
cuatro prioridades con relación a
la investigación y la innovación: 1. El programa de investigación debe centrarse
en el derecho a la educación para todos y explorar disrupciones y cambios
futuros. 2. El conocimiento, los datos y evidencias para los futuros de la
educación serán inclusivos y se basarán
en diversas fuentes y modos de conocer.
3. La innovación en educación reflejará un rango más amplio de posibilidades
dados los diferentes lugares y contextos. 4. La investigación debe ser
impulsada con todos los implicados; la investigación
y el conocimiento sobre los futuros de la educación empiezan con los que hacen
los maestros en su trabajo, en especial con las experiencias de «pedagogía transformativa»
que ya practican muchos de ellos.
Comentarios
Publicar un comentario