Hermosos Villancicos Históricos: Noche de Paz y El Tamborilero
Hermosos
Villancicos Históricos: Noche de Paz y El Tamborilero
Enrique
E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/
De nuevo llegó la Navidad. De
nuevo porque la Navidad es la renovación de la «Buena
Nueva» que trajo el
Mesías a los hombres de buena voluntad.
Los cristianos celebramos la
Navidad desde hace 1667 años cuando fue instituida por la Iglesia en el 354;
175 años después el emperador romano Justiniano, en 529, declaró el 25 de
diciembre como día festivo.
La celebración de la Navidad en el último mes del año se basó en una fiesta
pagana que en algunos días de ese mismo
mes celebraban los antiguos persas en ritos de adoración al dios del sol;
celebración que los romanos, en su imperio, adoptaron con el nombre de saturnales,
en honor a Saturno, dios de la
agricultura y de las cosechas;
celebración que se llevaba a cabo entre
el 17 y el 23 de diciembre. Sabido era que el 21 de diciembre se producía el solsticio de
invierno en el hemisferio norte al que correspondía la noche más larga del año.
Para esa fecha, las cosechas ya estaban recogidas y se podía alentar la
convicción de que el sol, la luz del día,
se aproximaría cada vez más para
alumbrar con mayor intensidad a los
hombres, como la luz que traería el Mesías con su «Buena Nueva». Desde
entonces, existe un conjunto de prácticas y rituales que seguimos en estos días
recorridos por la santidad y por la esperanza de la salvación que nos trajo el Salvador.
Una de esas prácticas es la adoración del Niño Jesús al lado del árbol de Navidad, práctica que los cristianos
tomamos de las antiguas civilizaciones nórdicas para quienes el árbol era
sagrado; por esa razón, la imagen usual del árbol de Navidad es un pino de
hojas perennes propio de las altas y frías latitudes de la tierra.
Otra de las prácticas cristianas para
celebrar el nacimiento del Niño Jesús es
la elaboración de los pesebres, llamados también belenes, la cual fue
iniciada por San Francisco de Asís hace cerca
de 800 años, en 1223, con el propósito
de elevar plegarias a Dios, revitalizar la importancia mística del nacimiento
del Niño Salvador y reforzar los
sentimientos de los fieles cristianos con la renovación de la fe
en la salvación. Para ello, consiguió permiso del Papa Honorio III. Al
aire libre, sobre un paño blanco, se construyó el primer pesebre con heno,
buey, asno, ovejas y otros animales. Se dice que San Francisco de Asís incluyó buey y asno
siguiendo el versículo 1,3 del libro
profético de Isaías: «El buey conoce a
su dueño, y el asno el pesebre de su señor». ( https://rb.gy/jz4fq2).
Y la Navidad también se llena con
la alegría de los villancicos. Hoy
son un componente esencial de la celebración del santo acontecimiento del
nacimiento del hijo del Dios Padre. El voquible «villancico» tiene un
antecedente interesante; es derivado de
«villa», que en la época
del imperio romano, en su latín, se
refería a pequeñas agrupaciones humanas dedicadas a diversas clases de
cultivos, a campesinos en pequeñas parcelas, diríamos hoy.
Más adelante, ya en la Edad Media,
las villas, precursoras de las ciudades
de hoy, eran unos conglomerados alrededor de las posesiones de los señores
feudales y de la creciente clase de adinerados comerciantes. Así, existieron
las villas señoriales y las villas
palaciegas (de las cuales se habla incluso hoy), algo cercanas, pero no
iguales a un palacio, como privilegio que otorgaba el rey a algún Señor Feudal
o a un noble, de ahí el término «señorío», «clase
señorial» y «casa señorial», que también se usan aún hoy. Las villas, para
diferenciarse unas de otras, agregaron un sufijo, que persiste hoy en nuestras
ciudades y se llamaron, por ejemplo,
Villarreal, Villamaría, Villanueva, Villamayor, Villacaro, Villafranca, Villa de Leyva, Villa
del Lago, Villafranca, Villamartín. (https://rb.gy/og4dxg).
En algunos lugares del mundo, los asentamientos humanos subnormales o tugurios,
son llamados «villas miserias».
Las villas medioevales crecieron
en importancia y en número de habitantes, hacia las cuales emigraron gentes de los
campos y crearon asentamientos populares. Las personas pobres, esos que no tenían
blasones de nobleza que exhibir, entonaban canciones populares con amplia
variedad de contenidos rurales. Las canciones de los «villanos», así se
apelaban a los habitantes pobres de las «villas», fueron denominados «villancicos».
Así, en su origen, no están asociados a
la celebración de la Navidad, lo que sólo ocurrió cuando la Iglesia encontró en ellos una herramienta útil e
importante para diseminar la palabra divina, la «Buena Nueva». Con el tiempo fueron introducidos en las iglesias para
las celebraciones religiosas de Navidad. (https://rb.gy/8mechh).
Los villancicos se cantan ahora
en todo el mundo, en la más amplia variedad de
lenguas. El más conocido y cantado, con traducción en más de 300 lenguas,
es «Noche de Paz» (nombre
original Stille Nacht! Heilige Nacht! = Noche Silenciosa, Noche Sagrada). Tiene
este bello y exitoso villancico un origen simpático. En 1818 en Oberndorf, un
pueblito de Austria, el órgano de la iglesia se dañó y no había manera de
arreglarlo para la celebración navideña. Así que el sacerdote Joseph Mohr se
vio forzado a componer un canto que con instrumentos cotidianos como la
guitarra pudiese sustituir al dañado órgano.
Bajo la presión del tiempo compuso las estrofas y le pidió al maestro de la escuela, Franz Gruber, que le hiciera el arreglo musical; nació así
lo que sería el villancico que hemos escuchado aquí y allá tantas veces, grabado
por muchos artistas y tocado por las orquestas sinfónicas y filarmónicas de muchos países. En 2011 la
UNESCO declaró a esta canción Patrimonio Intangible de la Humanidad. (https://rb.gy/8mechh, https://rb.gy/tboynu). El lector podrá escuchar
siete versiones (entre ellas de Aretha Franklin, Frank Sinatra y Carrera, Domingo y Pavarotti) aquí: https://youtu.be/WjhVI4Q0Vfc
y por Animado-Mundo CantiCuentos
para niños en: https://www.youtube.com/watch?v=C0YImrwIypo.
La letra completa, en alguna de las muchas versiones en
español, es esta (https://rb.gy/bqykye):
Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor.
Entre sus astros que
esparcen su luz
bella anunciando al niñito
Jesús.
Brilla la estrella de paz,
brilla la estrella de paz.
Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor
sólo velan en la oscuridad
los pastores que en el campo
están;
y la estrella de Belén
y la estrella de Belén.
Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor;
sobre el Santo Niño Jesús
una estrella esparce su luz,
brilla sobre el Rey,
brilla sobre el Rey.
Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor.
Fieles velando allí en Belén,
los pastores, la madre
también.
Y la estrella de paz,
y la estrella de paz.
Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor.
Entre sus astros que
esparcen su luz
bella anunciando al Niñito
Jesús
brilla la estrella de paz,
brilla la estrella de paz.
Otra canción de Navidad de amplia
difusión en el mundo en las más variadas lenguas es «El Tamborilero»
o «El Niño del Tambor». Para su
versión original en inglés la pianista Katherine
Kennicott Davis
tomó en 1941 un relato existente desde
muchos años atrás y escribió una partitura para piano que transcribió de un modo libre al inglés con el
título de «Carol of The drum» (Villancico del Tambor). Se refiere
este villancico a la historia, que data de la Edad Media, de un niño callejero que se sostiene tocando
su tambor y que al llegar al Portal de Belén para ver al Mesías recién nacido
el único regalo que podría ofrecerle fue un toque de su tambor. Diversas
narraciones destacan que el origen de la historia data del siglo XII. (https://rb.gy/hciuoe). La letra es la
siguiente:
El
camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió,
los pastorcillos quieren ver a su rey,
le traen regalos en su humilde zurrón:
Ropoponpon, ropoponpon.
Ha nacido en un portal de Belén
el Niño Dios.
Yo
quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade, Señor.
Mas tú ya sabes que soy pobre también
y no poseo más que un viejo tambor:
Ropoponpon, ropoponponpon.
En tu honor, frente al portal, tocaré
con mi tambor.
El camino que lleva a Belén
yo voy marcando con mi viejo tambor,
nada mejor hay que te pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor:
Ropoponpon, ropoponpon.
Cuando Dios me vio tocando ante Él
Me sonrió, me sonrió.
Una hermosa interpretación de «El Tamborilero» por Rapahel, el lector
la puede escuchar aquí: https://www.youtube.com/watch?v=sIjRW60Fqyc y otra, en inglés, por José Feliciano en: https://www.youtube.com/watch?v=KW5GWIUkTPg.
De los 12 villancicos de mi
autoría en CD prensado por Discos
fuentes y disponible en las tiendas de música en la web (https://www.amazon.com/-/es/Alegres-Villancicos/dp/B07N12QVPD)
estas estrofas:
Llenos de júbilo, es Navidad
villancicos vamos a cantar.
Llega Jesús con su bondad
felices todos, ¡es Navidad!
Alto, bien alto en el cielo
una santa estrella anunció:
“Es Navidad, es Navidad,
alegría el Salvador nació ya”.
Alegre es mi Navidad
mucha alegría a mí me da
la ra la ra la
DíDí, Dadá alegre es mi Navidad
mucha alegría a mí me da
DíDí, Dadá tra la la.
A todos los niños del mundo
nos trajo la paz el Dios Mesías.
Es Navidad, a Jesús imploro
bendiciones para el alma mía.
Cantamos con gozo en Navidad,
adoramos al Dios de las alturas.
Danos, Jesús a todos amor y paz,
llenos contigo de
santa bondad.
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