Uso Abusivo de Comodines Léxicos: «Cosa», «Vaina», «Tema» y «Usuario»

 

Uso Abusivo de Comodines Léxicos: «Cosa», «Vaina», «Tema» y «Usuario»

Enrique E. Batista J., Ph. D.

https://paideianueva.blogspot.com/

«Me lleva él o me lo llevo yo
pa' que se acabe la vaina
». -Emiliano Zuleta

En este mes con día del idioma se pueden mostrar otras reflexiones sobre los desafíos que enfrentamos al hablar o escribir. El buen hablar o escribir se rige por normas nada complicadas, necesarias para superar descuidos comunicativos o la pereza expresiva manifestada en el  uso de comodines léxicos.  Existe un  grupo de sustantivos que son  empleados cada vez más de manera abusiva. Entre ellos están: «Cosa», «Vaina», «Tema» y «Usuario».

La escritura, recordemos, es el invento tecnológico más importante de la humanidad. Ella es la tecnología primigenia, sin la cual no habría historia, tampoco ciencias, otras tecnologías, manifestaciones culturales de diversa índole, ni  maneras de alcanzar o enriquecer las formas superiores del pensamiento humano y sus posibilidades de sana interacción social. Si somos duchos en otras tecnologías, con mayor y merecida razón debemos serlo en  la escritura.

La riqueza léxica y la habilidad para usar la lengua en comunicaciones orales o escritas son condiciones esenciales para el éxito escolar y el progreso hacia niveles superiores de conocimientos y habilidades. El alumno y el adulto en su vida cotidiana, sin un lenguaje enriquecido, no entenderán lo que se pregunta o no comprenderán las partes de un problema, lo cual inhibe la posibilidad de formular soluciones, porque lo que no se entiende no puede conducir a respuestas exitosas. Los altos fines formativos que se asignan la educación se pueden alcanzar si hay un dominio de la lengua materna. Sabemos que la enseñanza y aprendizaje del español se han debilitado. Sin un buen aprendizaje de nuestra lengua no podrá existir un servicio educativo de calidad.

Los «comodines léxicos» o palabras «baúl» son un reflejo de la debilidad en la enseñanza y el aprendizaje del español, lo cual ha llevado a que se empleen de modo intensivo, indebido e impreciso.  A vocablos como «cosa», «vaina, «tema» y «usuario» se acude de modo abusivo. Son una muestra de debilidad comunicativa, por lo que conviene restringir su uso y recurrir al inmenso acervo de vocabulario apropiado que tiene nuestra lengua, de tal manera que no dejemos a lector tratando de contratar a un arúspice  o  de emprender un viaje al oráculo de Delfos para que sádicos, mefistofélicos y zoofílicos  dioses del Olimpo descifren al lector lo que el escritor no pudo lograr por descuido en su intento comunicativo.

El uso abusivo del voquible «cosa» se denomina cosismo, un recurso comunicativo muy pobre en el que, entre otros, un objeto, un sujeto, una acción, un sentimiento, una figura literaria, un acontecimiento, un animal  y hasta una persona, son impropiamente reemplazados por «cosa», demostrando pereza y carencia de vocabulario con el que se pueda comunicar ideas, conceptos, hechos u opiniones con precisión y claridad.

Con respecto al voquible «cosa» se escucha decir y también se lee: Es una cosa bien hecha, cosas del destino, cosa seria, cosa difícil, comprar cosas, cosas que ocurren, el resultado fue una cosa dolorosa, le agregaron una cosa de mal sabor, las cosas que preguntaron fueron fáciles, me contaron unas cosas tuyas, esa cosa sabe  a diablo, esa cosa está infectando a mucha gente, cosas raras tiene mi amigo, Pepe dice cosas desagradables, en este seminario cubriremos cosas interesantes. Y, en jeringonza, con excentricidad imperdonable: Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. La regla comunicativa es sencilla: Llame a las «cosas» por su nombre, al pan, pan y al vino, vino. Tenga en cuenta también, como insistiría el poeta, no le murmures «cosas», murmúrale palabras de amor.

El vocablo «tema» se ha vuelto de uso abusivo desde años atrás, tanto en el lenguaje oral como en  el escrito, en todos los países de habla hispana y con excesiva arbitrariedad en los medios de comunicación. Se  encuentra este comodín léxico en las cátedras universitarias, en congresos científicos, en publicaciones científicas que revisadas por pares académicos pasan el criterio de la ciencia, pero no los de la lengua.

En el uso de la palabra «tema» se escucha y se lee:  Hay rebrote en el tema de la pandemia; mejor podría ser se ha presentado un rebrote en la pandemia; el tema para hoy es, en lugar de, por ejemplo, el informe hoy versará sobre; el tema del desempleo se crece, por el desempleo ha crecido; el tema de la novela, por la trama de la novela; el análisis del tema de la inflación, por el análisis de la inflación; el tema de escribir con corrección exige, por la escritura correcta exige; el tema de investigación, dicho en lugar del problema de investigación.

En la mayoría de los casos el vocablo «tema» se puede omitir mejorando la claridad comunicativa. El hablante y el escritor cuidadoso tendrá a su disposición una serie de  sustantivos precisos y  abundantes en la lengua y que  lo reemplazan de manera efectiva. Ejemplos: materia, cuestión, idea, argumento, objeto, aspecto, hecho, trabajo, tópico, asunto, contenido, dato, noticia, y muchísimos más, cada uno apropiado, según el contexto y contenido que se intenta comunicar.

Los periódicos El Tiempo  y El Espectador de Bogotá al finalizar un artículo invitan a «Temas Relacionados», no a información, noticias o artículos relacionados. ¿Qué sugerencia tendrá el manual de estilo de esos periódicos sobre el uso abusivo de comodines léxicos? La página web de la Alcaldía de Medellín, entre los enlaces visibles en su parte  superior están: «Programas», «Eventos», «Ventanilla Única Virtual» y «Temas». Se preguntará el ciudadano o la persona en su búsqueda de orientación puntual y precisa, ¿qué serán «Temas» en una alcaldía municipal? Responderá el desprevenido diseñador o el webmaster de la página.

En lo que respecta al comodín léxico o palabra baúl «vaina», esta tiene un origen remoto entre los romanos antiguos. La funda en la que guardaban las espadas la llamaban «vagina»; de ahí, por la infaltable malicia, pasó a significar  parte de la intimidad femenina. Con el tiempo se apocopó a «vaina», también aplicable al receptáculo  o envoltorio que contiene las semillas de las legumbres. Dado el origen malicioso que le dieron los soldados romanos, por mucho tiempo se consideró su uso un vulgarismo.

Fueron, entonces, los romanos, los que empezaron con esta «vaina», hoy de uso generalizado en los países de habla hispana, con el significado que se le quiera asignar, ya que se refiere a todo y a nada a la vez, es un comodín léxico, una palabra baúl, es una interjección, una ofensa, un insulto, un desencanto, una queja, una aspiración, una negación, un superlativo, un objeto, una mujer, un hombre, parte del cuerpo, un animal, una canción, una ley, y muchísimas impropiedades adicionales.

Con respecto al vocablo «vaina» se escucha y se lee: Esa vaina se ve espectacular (descripción de un evento); yo quiero esa vaina (un deseo); ¡qué vaina! (una interjección); dañaste esta vaina (un reclamo); esa vaina es falsa (una negación o reclamo); esa vaina que está allá (un objeto); ese carajo es una vaina (una persona); en qué vainas horribles nos metimos (un problema); tu novio es una vaina (un hombre); se contagió con esa vaina (un mal, una enfermedad); van a ponerle  el IVA a todas las vainas (productos); no entiendo esta vaina (una negación o frustración); le voy a cantar las vainas que se merece (un insulto).  Y: ¿esa vainosa qué cosa es?, como enredo que al buen lenguaje arrolla lo entenderá el paisa Bedoya.

De la informática y del inglés, el «username» (nombre del usuario) como requisito de identificación, llegó la intromisión de «usuario» que, como comodín léxico o palabra baúl, ha sido empleado con imprecisión comunicativa para reemplazar de modo impropio y abusivo a: persona, ciudadano, lector, pasajero, cliente, consumidor, contribuyente, comprador, afiliado, paciente, entre muchos otros sustantivos. Debe ser que quien va de compras a un almacén es un cliente, el que asiste a consulta médica es un paciente, quien viaja en transporte público o avión es un pasajero, en un club se es un afiliado, los que leen esta columna son lectores, quien paga impuestos es un contribuyente (o un evasor, si no los paga), aquel que toma Coca Cola es un consumidor, en la escuela se es un alumno. En ninguno de esos casos se es un «usuario». Con este comodín léxico estamos ante otro caso de pérdida de la inteligencia verbal, la que se refiere «a la cantidad de palabras que un hablante puede manejar al momento de comunicarse. Mientras más vocablos maneje un sujeto, su comunicación es más fluida y logra un mejor desenvolvimiento en el medio que le rodea, pues se hace entender». (https://www.lifeder.com/cosismo/). 

La informalidad no excusa la imprecisión o el abuso léxico que por facilidad ofrecen los comodines o palabras baúl, bien denominadas ripio, palabras superfluas, innecesarias e incómodas que dañan la calidad y claridad de comunicación.

Recordemos que en el uso preciso y claro del lenguaje, no se puede «dejar a cada loco con su tema», y nosotros no podemos «hacernos los locos» ante el uso abusivo de nuestra lengua.

La tarea, desde muy temprano, en la casa, en las escuelas y por siempre: Todos a enriquecer el vocabulario ¡pa’ que se acabe la vaina!

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