El Papa Francisco Convoca a un Pacto por un Nuevo Modelo Educativo
El Papa Francisco Convoca a un Pacto por
un Nuevo Modelo Educativo
Enrique E. Batista J., Ph. D.
“Construir una aldea de la educación en la que sea más fácil encontrar la
convergencia global para una educación que sea portadora de una alianza entre
el estudio y la vida; entre las generaciones; entre los maestros, los
estudiantes, las familias y la sociedad civil con sus expresiones intelectuales,
científicas, artísticas, deportivas, políticas, económicas y solidarias”. – Papa Francisco
Su Santidad, el Papa Francisco,
quien en 2015 ya había expresado en su encíclica “Laudato Si” (“Alabado
Seas”) un clamor por la defensa del planeta y de toda la humanidad, convocó
a finales de 2019 a los líderes mundiales a acordar un Pacto Educativo
para reinventar La Alianza Educativa Mundial. El
evento estuvo programado para el 14 de mayo en Roma, pero por la situación pandémica actual se
aplazó su realización entre el 11 y el 18 de octubre de 2020. La adhesión al Pacto
se firmará el 15 de octubre como un acuerdo que aliente
procesos educativos formales e informales que permitan comprender “otros
modos de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso”.
El Papa asegura que esta Alianza tendrá como finalidad “hablar
del nuevo humanismo educativo”. Será un Pacto
Global que no se limitará a las instituciones escolares y académicas
sino que debe ser compartido por todos, por todas las religiones, organismos
internacionales y la variedad de instituciones
humanitarias, académicas, económicas, políticas y culturales. El lector puede
bajar la encíclica “Laudato Si" en la página web de
El Vaticano aquí: https://bit.ly/2ViN9LS, https://bit.ly/3b7K73N, y
el video con la convocatoria del Papa en https://youtu.be/TqXOJNkEswQ.
Señaló el Papa Francisco que el encuentro se realizará con la
perspectiva de crear un nuevo orden mundial y de reavivar el compromiso por y
con las generaciones jóvenes, renovando la pasión por una educación más
abierta e incluyente en un mundo que está “en continua
transformación y se encuentra atravesado por múltiples crisis en el que la
educación afronta la ‘rapidación’”. Es una invitación es para “promover juntos e impulsar, a través de un pacto
educativo común, aquellas dinámicas que dan sentido a la historia y la
transforman de modo positivo”, entendiendo que cada cambio requiere un
camino educativo que lleve hacia una nueva solidaridad universal y a una
sociedad más acogedora.
Propone
Su Santidad una alianza educativa amplia, que acogida entre todos
los pueblos y religiones, permita formar personas maduras que puedan construir
relaciones por una humanidad más fraterna que suscite cuidado y respeto por la
tierra y fije los cimientos de la paz, la justicia, de la familia humana y el
diálogo entre las religiones. Agregó el Papa Francisco que para esos propósitos
es preciso construir una “aldea de la educación” donde se
comparta una diversidad de compromisos que permitan generar una red de
relaciones humanas y abiertas. Se trata de un nuevo camino educativo que con la
participación de todos lleven a la construcción de esa aldea.
En la convocatoria se destacan tres
pasos importantes que “con valentía” permitan recorrer el camino común hacia
la “aldea de la educación”:
1. La valentía de colocar a la
persona en el centro y firmar un pacto que aliente procesos educativos
formales e informales que permitan encontrar otros modos de concebir la
economía, la política, el crecimiento y el progreso.
2. La valentía de invertir las mejores
energías con creatividad y responsabilidad.
3. La valentía de formar personas que se
pongan al servicio de la comunidad y trabajen al lado de los más
necesitados.
Bien podemos afirmar que la convocatoria
que hace el Papa de una Alianza Educativa Mundial es la reiteración de
que una sociedad sólo es lo que marque el rumbo de sus procesos formativos
escolares. Hay, como bien se sabe, un clamor generalizado para que nos
atrevamos a crear “modelos educativos” (así, en plural) que den salida exitosa
a la generalizada demanda, a veces con el carácter de ruego y súplica, que se
expresa hoy en cada rincón del mundo. Petición que ha caído en infinidad de los
oídos sordos de quienes se han encerrado en considerar que la calidad de la
educación está en mejorar los puntajes en algunas pruebas académicas nacionales
o internacionales y en los nada útiles rankings, que ranquean el pasado, con
desprecio de la inminente necesidad de transformación que se hace tanto desde
dentro como desde fuera de las instituciones educativas y de los muchos
gobiernos.
Con mucha reiteración e
insistencia se ha clamado por la urgente y necesaria transformación de los
modelos educativos y de sus prácticas para hacerlos congruentes con la vida y
la cultura actuales afectadas por distintos tipos de desarrollos en campos como
la geopolítica y la globalización con sus impactos en la economía y calidad de
vida de las gentes. Afectadas, así mismo, por los avances en las ciencias y las
tecnologías con los valores nuevos que ellas crean con afectación de los
criterios de moralidad y de eticidad, de justicia y de equidad e igualdad.
La transformación hacia nuevos
modelos educativos girará alrededor de valores esenciales de la “modernidad
del siglo XXI” como son la inclusión, la superación de la pobreza, la lucha
contra la corrupción, la preservación del planeta y de su biomasa, los derechos
humanos, la consolidación efectiva de la
democracia participativa, la igualdad de género, el respeto y valía de las
diferencias, aceptación de la multiculturalidad, así como de otros, muchos de
ellos presentes en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyas metas
están planteadas a 2030; o sea, a sólo diez años de hoy, menos tiempo de los
que cubre una cohorte escolar de preescolar hasta el fin del bachillerato.
Nos compete como ciudadanos
insertos en una sociedad y mundo globalizados, ser parte activa de La
Alianza Educativa Mundial para conocer sus alcances y promover, con
valentía y trabajo continuo y solidario la consecución de los propósitos
humanizantes de la “aldea de la educación” signada ella por valor de la solidaridad. El Papa Juan Pablo
II nos señaló con claridad que lo primero que había que globalizar en el siglo
XXI era la solidaridad, esa prima hermana tan importante de la caridad
cristiana.
Desde las diversas formas y niveles
de la educación nos compete a todos, de todas las fe o sin ella, ponernos en
sintonía y trabajar solidariamente, de modo cooperativo para construir una
sociedad justa donde los pobres tengan empleos dignos y estables y también
acceso a una seguridad social que les asegure una calidad de vida saludable y
puedan gozar de la dicha de los bienes materiales y culturales en armonía
consigo mismos, con sus familias, con la sociedad y con el medio ambiente, acrecentando una cultura de sana convivencia,
de vida en paz y de solución pacífica de los conflictos.
Es asimismo importante contar con
maestros bien formados, reconocidos y bien remunerados con acceso, por ellos y sus
alumnos, a los diversos recursos que hoy pueden ayudar a mejorar sus desempeños
y alcanzar logros formativos de los más altos niveles.
Se requiere que los padres de
familia formen parte de este movimiento para la construcción de nuevos modelos
educativos de modo que ellos los entiendan y codirijan los procesos formativos
de sus hijos. Igualmente, es esencial la vinculación de las más diversas organizaciones
de la sociedad civil y de los sectores productivos, de todos los grupos
políticos, de los legisladores y gobernantes para que impulsen y apoyen los procesos
de transformación e innovación que nos permitan llegar a superar el carácter
estático y retrogrado de las políticas educativas actuales hechas para
contextos y sociedades distintas.
Nos compete a todos asegurar la
definición e implementación de las innovaciones y el respaldo e impulso a las
acciones que faciliten, con ellas, la creación de escuelas vivientes y
el impulso a las diversas formas de educación para que con valentía hagamos
parte de una “humanidad más fraterna” y parte fundamental de la “aldea de la educación”
que ha invocado Su Santidad el Papa Francisco en su convocatoria por una Alianza
Educativa Mundial.
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